CRÓNICAS DE LA VILLA DE FUENTELCÉSPED

Creando futuro, recuperando el pasado

martes, 29 de septiembre de 2015

El despoblado de Valdeherreros.

El despoblado de Valdeherreros.

Tomando rumbo Oeste, desde Fuentelcésped,  por la carretera que nos conduce al Alto de Milagros, y abandonando ésta en una pista de concentración, que comienza en la segunda curva, tomaremos posteriormente un camino carretero que en cosa de una hora de camino, nos dejará junto a las venerables ruinas, que solo conserva algún muro y un trozo de espadaña, de lo que fue el templo del antiguo poblado de Valdeherreros, actualmente desaparecido y convertido en un despoblado casi fantasmal.

Ruinas de la antigua iglesia de Valdeherreros

Junto a un recodo de la carretera asfaltada que comunica Milagros con Montejo de la Vega, y a pocos metros del cauce del Riaza, se alza con orgullo de otra época la mencionada, y derruida, espadaña templera cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos. Poco sabemos de la fundación de este poblado, distante apenas un kilómetro del casco urbano de Milagros, lo que si nos refieren es que su abandono, o despoblamiento,  se produjo sobre mitad del siglo XIX, según algunas versiones; aunque datos más concluyentes lo sitúan en la Edad Media.

Las ruinas vistas desde la carretera.

Cuentan los más ancianos de la Villa de Fuentelcésped, que a este lugar tras la vendimia, y transportadas en carros, llevaban a lavar al río las cestas, o cunachos, que se habían utilizado para cargar la uva.

Cuando llegó el fatídico momento que se produjo el despoblamiento del lugar, se cuenta que los bienes de su iglesia se repartieron entre las tres poblaciones próximas: Milagros, se quedó con el terreno (Y las ruinas) del templo propiamente dicho… Montejo de la Vega de la Serrezuela, se enajenó de las campanas que albergaba su espadaña y la pila bautismal… fue a parar a la iglesia parroquial de San Miguel, en Fuentelcésped.


¿REALMENTE PROCEDE LA PILA BAUTISMAL DE FUENTELCESPED DEL DERRUIDO TEMPLO DE VALDEHERREROS?

Si observamos con detalle las características de este baptisterio, o pila bautismal, lo que no nos cabe duda es que lejos de ser contemporáneo, por su estilo, con el templo barroco, nos da el aspecto inequívoco de ser de una época muy anterior, hasta posiblemente denote un tosco estilo románico (?).

Pila bautismal de la iglesia parroquial de San Miguel, Fuentelcésped.

Por tanto, no cabe la menor duda que al haber sido aportada la pila de otro estilo diferente al del templo, nos cabe la teoría que pudiera provenir de la ruinosa ermita del Casuar, sita en el paraje de las Hoces del Riaza, ermita donación del Conde Fernán González a los frailes benitos de San Pedro de Arlanza… Esta es por tanto otra posibilidad de tal incierto origen.

Ruinas de la ermita románica del Casuar, ubicada en las Hoces del Riaza

Sin embargo, y es mucho más lógico suponer – y es la teoría que mantiene este cronista- que dicha pila bautismal procediera de la primitiva iglesia románica que tuvo Fuentelcésped y que se ubicaba, aunque de menor tamaño, en el mismo lugar que el actual templo de San Miguel. No debemos olvidar que Fernán González, primer conde independiente de Castilla, sentía especial predilección por la advocación a San Miguel Arcángel, de ahí que en la mayoría de lugares en sus “dominios” encontremos tales denominaciones en los templos.

Del primitivo templo románico de Fuentelcésped, y que casi con seguridad también fuera consagrado a la advocación de San Miguel, conservamos un capitel románico en su iglesia, que curiosamente sirve como base para la cruz parroquial o para el conocido “ramo de rosquillas” entre la traída y llevada de la Virgen de Nava a la Villa de Fuentelcésped, en el mes de Junio de cada año.


Capitel románico, con seguridad de la primitiva iglesia, que se conserva en la iglesia de San Miguel-Fuentelcésped.
El autor del reportaje junto a las ruinas de Valdeherreros

domingo, 27 de septiembre de 2015

En honor a un único patrón

En honor a un único patrón

Fuentelcésped
En honor al único patrón
S. Rioseras / Aranda - sábado, 26 de septiembre de 2015

Protector de la Iglesia Universal y abogado del pueblo elegido de Dios -según la creencia cristiana-, San Miguel Arcángel es, además, el patrono del municipio ribereño de Fuentelcésped. «Mucha gente lo desconoce porque las fiestas más importantes del pueblo son las que se celebran a finales de junio en honor a la Virgen de Nava», comenta el concejal de festejos de esta localidad, Alberto Miguel Díaz. «Pero el auténtico patrón, y el único, es San Miguel Arcángel», subraya.
Sin embargo, la coincidencia de esta festividad, el 29 de septiembre, con las labores de vendimia la ha relegado a un segundo plano. «Además es una época en la que la gente que veranea en el pueblo ya se ha marchado y los jóvenes ya han empezado clases en colegios e institutos», comenta. 
Aún así, el Ayuntamiento se esfuerza en dar continuidad a las tradiciones para honrar a su patrón y que no se pierda la costumbre. «No tratamos de reactivarlas ni potenciarlas porque sabemos que la afluencia de gente llega en junio, pero queremos seguir apostando por estos actos que, este año, celebramos el 26 de septiembre -hoy-, por ser el día más cercano al día de San Miguel», aclara.
Muchos ribereños y amantes de la comarca acuden a Fuentelcésped en el mes de junio para presenciar la tradicional traída y llevada de la Virgen de Nava acompañada por los danzantes, que comienzan a enseñar hasta tres meses antes; pero pocos conocen los actos programados en torno al auténtico patrón. Al igual que la Virgen, también protagoniza una procesión por las calles del pueblo que comienza tras la celebración de una misa solemne.
El acto religioso se celebra hoy en la parroquia de la localidad bautizada con el nombre del santo a las 13.00 horas. Posteriormente, tras el recorrido con la imagen de San Miguel, los asistentes podrán disfrutar de un aperitivo que tendrá lugar junto al propio templo, donde termina el recorrido.

Actos festivos.
Además de la programación más religiosa y tradicional, el consistorio ofrece una jornada de ocio que comenzará a las 17.00 horas en la pista polideportiva. Los más pequeños podrán dedicar toda la tarde a «una actividad divertida y agradable» jugando en el parque infantil que allí se habilitará.
Si les sobran fuerzas, a partir de la medianoche - «y hasta que el cuerpo aguante»- podrán dar el resto en la Plaza Mayor, donde se instalará una pequeña disco móvil a cargo de El Bailódromo.
Un programa sencillo y modesto que, desde la concejalía de Festejos, recuerdan, se adapta al presupuesto disponible: «Se ha hecho algo acorde a los tiempos de austeridad que estamos pasando», indica Díaz, quien invita a participar en las actividades «disfrutando de ellas con civismo y respeto», propone. «¡Y que estedía nos ayude a valorar la armonía y la satisfacción del trabajo en común».


Publicado en Diario de Burgos 26-Sep-2015
Hasta la Luna ha brillado esta noche en honor a San Miguel, patrón de Fuentelcésped

viernes, 25 de septiembre de 2015

Tiempo de Vendimia

Tiempo de Vendimia
Jesús García y Jiménez

Aquellos calores del estío que hicieron enverar los racimos en las cepas, dan  paso al conocido tiempo de cosecha, el anhelado momento en el que el viticultor necesita cobrar su merecida recompensa.


Pero tras la vendimia existen una serie de factores que el profano, lógicamente, ignora y son determinantes para la calidad de la uva y por consiguiente del vino.
Me permito reproducir un trabajo publicado en la desaparecida revista “Lagarejo” firmado en 1988 por José Mª Bayo Mayor bajo el titulo de:

La Vendimia

Pese a que este año la vendimia se ha reducido a poco más que una rebusca, debido al ataque incontrolado de hongos (mildiu y oídium especialmente) creo que es interesante para lograr una manifiesta mejora en nuestros vinos el que al menos conozcamos , “por ahora”, la  existencia de una serie de técnicas que se llevan a cabo para la realización de la vendimia y el transporte de la uva.

Algo que es obvio, pero que no es fácil de determinar, para llevar a cabo esta labor es la determinación del inicio de la vendimia en función de la maduración óptima de la uva.            La maduración óptima coincide con el momento en el que la cantidad de azúcar deja de aumentar y la acidez ha disminuido todo lo posible.

Para determinar este punto de madurez se suelen realizar las siguientes pruebas:

1,- Prueba de los signos externos:

El racimo tiende a quedar colgado, el grano está blando y se desprende fácilmente del cabillo, quedando pegado a él parte de la pulpa; el sabor de la pulpa del centro del grano tiene el mismo grado de dulzor que la pegada al hollejo.

2.- Prueba de la densidad:

Se trata de determinar la densidad de una muestra de mosto obtenida de unos racimos utilizando un multímetro para ello. La densidad leída se debe corregir en función de la temperatura de ese momento y la que se obtenga se compara con otras densidades tabuladas.

3.- Prueba de la refractometría:

Su objetivo es medir el índice de refracción de la muestra de mosto y compararle con otros también tabulados.

Una vez comprobado que todas estas pruebas coinciden con suficiente aproximación a la de la maduración se podrá iniciar la vendimia.

Otro factor que afecta de cerca a la calidad del mosto y por tanto del vino es el del transporte desde el pie de la cepa hasta la bodega. Se apuntan dos métodos para la realización de esta faena: el camión o remolque volquete, limpio e impermeabilizado, con un plástico o algo análogo para evitar suciedad en la uva y la pérdida de mosto, y el camión o remolque dotado de un sistema de descarga que no en el vuelco, sino una bomba de impulsión o un tornillo sin fin.

Cualquiera que sea la solución que se adopte, no cabe duda de que la uva debe sufrir lo menos posible en el transporte cumpliendo estos propósitos (No pueden llamarse de otra 
forma, ya que no siempre se podrán cumplir):
·         La uva debe estar lo más entera posible, sin aplastamientos.
·         Debe pasar el tiempo indispensable en los transportes.
·         En lo posible se evitará el polvo, el calor y los insectos.

Es también de interés poner de manifiesto que en tierras llanas y con viñedos debidamente formados (espaldera p- ej.) la mecanización de la vendimia, en parte o totalmente, resultará más favorable que realizarla a mano.


Conclusión: Se demuestra a  lo largo de la historia de nuestro pueblo que los momentos de auge han ido ligados siempre al vino. Ahora, algunos pensamos que una de las vías de recuperación de nuestro pueblo radica de nuevo en la vid. PERO para ello nos debemos plantear el viñedo y sus derivados como un trabajo empresarial y profesional, siendo para ello necesario e imprescindible acudir a la técnica si queremos ser competitivos.

EPILOGO:
En los casi 28 años transcurridos desde la publicación de este articulo solo me queda añadir los progresos técnicos conseguidos en este largo periodo de tiempo.

Se han cambiado los grandes cestos, o cunachos, donde se recogía la uva para transportarla a los lagares, por cajas de plástico con lo que se consigue que no se aplaste la uva derramandose el mosto como ocurría antaño.

Del mismo modo, y en casos mayoritarios, estas cajas con su preciada mercancía se almacenan en cámaras frigoríficas antes de su despalillado y selección antes del prensado, con el fin de que se conserven sin fermentación previa.
Técnicas que de un modo positivo contribuyen a una mejora sustancial en la calidad final de los vinos.

martes, 22 de septiembre de 2015

Fuentelcésped a finales del XVIII

Fuentelcésped a finales del XVIII

Para darnos una idea de la realidad social de la época, y según el Catastro de Marqués de la Ensenada, sabemos que en el año 1.751 había 91 labradores incluidos hijos y criados, por el contrario los jornaleros sumaban 79. Lo que nos indica que casi la mitad de los aplicados al trabajo de la tierra no gozaban de su propiedad, Treinta y cinco años más tarde (1.786) los jornaleros llegarían al número de 108. Lo que estaba claro que la riqueza que generaba la industria del vino no se repartía por igual.

En repetidas ocasiones, a lo largo de esta serie de crónicas fuentelcespenses, me he referido a un personaje nacido en tierras sanabresas, de nombre Manuel  R. Rionegro, conocido como el Cura Rionegro, que ejerció su curato en la villa durante muchos años en la época de la Ilustración, al que de algún modo me he permitido la licencia de haberle  “bautizado” como el cronista de la ilustración por la amplia variedad documental, que este personaje ha aportado lo que sin lugar a dudas, y en muchos casos nos permite conocer la realidad que esté clérigo nos plasma del lugar, y en su época.

Otra epístola de este presbítero, esta vez un informe a petición del Obispo de Segovia, datado el 14 de julio de 1775, nos ofrece un panorama humanamente trágico:

 Imagen de Heidi en arteyfotografía.com.ar bajoCC

"... Por la suma pobreza, porque como la mayor parte de la república se compone de jornaleros en el trabajo de las viñas, que es el principal fruto que se coge, por ser quasi nada el término que queda para pan, en su vejez se hayan tan pobres que, no bastando la caridad para socorrerlos... viven dichos viejos cayendose por las calles muertos y sus enfermedades no tienen recurso, sino que en algunas limosnas y acabar la vida."

Hospital medieval para pobres
Y en el mismo comunicado al Sr. Obispo, don Manuel prosigue, sobre la mortalidad infantil:

"... La suma pobreza e inopia de alimentos en las madres, las que unas por la fatiga a la boca de un horno, otras al acarreo de un az de leña para cocer o su cocina, por andar sus maridos al jornal diariamente; otras porque... no hallan otro medio para un pan andan al campo o al jornal de escardar, tender vasura y otros trabajos; precisadas a dejar sus niños cerrados en casa la mayor parte del día artandose a llorar, una leche después les hace notable daño, especial en verano, como se nota por el calor y decaymiento de los mismos niños en las calles fiados a otros poco mayores, llenos de agua y tierra como el jornal de los padres es tan corto que lo que más del año no llega a tres reales se reducen de tal forma en el comer que se puede decir que no comen a lo mas un huevo y sopas de sebo..."


Resulta igualmente interesante conocer en dicha época, y según también las consideraciones del prebitero, acerca de la migración del vecindario:

"...el número de almas baja y sube según los años y jornales que por lograr estos suelen entrar más jornaleros y sirvientes de otro pueblo en aquellos años que está floreciendo el pueblo, y salen de aquí en los que se padece mayor miseria, como en el presente (1.775), en que hielo y piedra y falta de aguas ha quedado de suerte que no es posible mantener los que hay, experimentandose ya graves enfermedades, mayor número de pobres a pedir y necesidades grandes de los vergonzosos (porque no se atreven a pedir publicamente)."

Tras estos detalles que tan descriptivamente nos ofrece el presbítero, nos podremos dar una noción clara en las diferentes y profundas desigualdades sociales dentro de la Villa de Fuentelcésped a finales del siglo XVIII. 

 Un pueblo próspero en la industria del vino, que contrasta con esas imágenes de miseria urbana, que nos narra anteriormente. Por una parte estaban los cosecheros de vino (propietarios de tierras), y por otra los jornaleros, pocos de los cuales podían considerarse radicados definitivamente en la Villa .

Según más datos de esta época, pocos eran quienes se dedicaban a actividades industriales, entonces tenemos datos que había: 5 tejedores de lienzo y 5 sastres -o de servicios- 4 buoneros, 1 mesonero y 1 tendero, los cuales solían compartir estas actividades a tiempo parcial con la agraria, o vitivinícola.

Fuentelcésped, un señorío de abadengo.

Fuentelcésped, un señorío de abadengo.

Caminando dirección norte, deja el viajero, viñedos y barbechos a derecha e izquierda, a su espalda los montes de la Serrezuela que dan nombre a la comarca, sobre él cerca de una docena de buitres a considerable altura trazan círculos rayando el cielo.

Pisamos tierras de Burgos, que en otro tiempo fueron segovianas hasta el límite del Duero, pero ya sabemos lo que son las cosas cuando de territorios se trata.

Cuando el sol agoniza tras su peregrinar del día, al doblar una curva, aparecen ante el viajero las primeras casas de Fuentelcésped, tocadas sus piedras calizas con el reflejo del astro rey, le confieren un brillo especial atenuado por los muros de adobe. Los restos de abandonados palomares siguen el mismo camino de los de otras zonas, cuando ya en ellos no hay más que silencio en lugar del arrullo de pasadas épocas. Un perro cojo y escorado se evade del viajero no perdiéndole de vista en su escurridiza huida por la carretera, denominada antaño la calle de los Pajares.

La Villa de Fuentelcésped, como ocurre en todos los pueblos, está dividida en dos barrios: El de los vivos y el de los muertos, este último alberga sus tibias y calaveras en el alto del cerro de Santa Barbara, nombre que toma de la ermita adyacente al campo santo; allí por tradición no existe sepulturero, al igual que acaece en numerosas localidades; son los familiares quienes cavan las fosas, apartan los restos de sus antiguos familiares que antes descansaban allí y con todo comedimiento los funden yuxtapuestos al nuevo finado, por eso para los que allí residen eso de irse al "otro barrio" no deja de tener un peliagudo doble sentido.


Es también la tradición de esta Castilla eterna, que es remisa a los nuevos cambios, que jamás acepta porque "no se dan"; o simplemente es más cómodo vivir como siempre y sin complicaciones.

Desde hace lustros los trenes, de los pocos que circulan, ya no paran en la estación, distanciada un kilómetro y que compartía con otro pueblo vecino, de ella se ha apoderado la ruina, con el añadido de transeúntes vandálicos que se ceban contra su edificio pintando incongruencias y destrozando lo poco que queda a modo de imbécil entretenimiento.

El médico no vive allí desde hace bastante tiempo, solo viene dos veces por semana, o cuando la obligación reclama sus servicios. La botica la cerraron al igual que sus bares como del mismo modo la última tienda de ultramarinos. Bajo iniciativa municipal se montó un nuevo bar en la plaza, que abre sus puertas cuando puede, porque allí sus gentes, mayoritariamente, dicen que no son de bar, "son de bodega" dando un sentido diferente al establecimiento como lugar de encuentro; lo que no quita que una tarde de domingo se reúnan en él tres o cuatro paisanos alrededor de unos vasos de clarete y una baraja de cartas, lo que les da una tradicional, e infinita dignidad, celtibérica.

El maestro tampoco, pues no quedan escolares en la villa y de quedar alguno de estos emigrantes que repueblan la villa en estos últimos años son recogidos a diario en un transporte escolar para realizar su aprendizaje docente en Aranda de Duero, aunque si se conservan los edificios municipales que acogieron las escuelas, cuyas paredes fueron fieles testigo de los cánticos juveniles de la tabla de multiplicar. Sobre el descolorido encerado, blanquean las huellas del desaparecido crucifijo y los dos retratos de rigor que por decreto debían figurar a derecha e izquierda, el del extinguido dictador y aquel señor engominado que fundó la falange, con un cierto parecido a Roberto Alcázar, y que los "rojos" fusilaron en el penal de Alicante.

Contrariamente a lo que se piense hay bautizos, si bien aquí no nace nadie; y bodas de personas que tampoco residen en la localidad, es ni más ni menos el apego al lugar de gentes, e hijos de estos, que por problemas comunes, como en muchos pueblos, tuvieron que emigrar a grandes ciudades huyendo de la miseria agraria de tiempos lejanos, mas no es sorda la llamada de la tierra.

El declive de esta villa comenzó allá por 1910 cuando la filoxera se cebó en la vid, principal recurso de la población, causando una verdadera ruina. Se repoblaron años después gracias a un vecino emigrante de la localidad, un tal don Fabriciano, que de California, aporto en uno de sus viajes, sarmientos descendientes de los que Fray Junípero Serra llevó a tierras americanas y plantaron por doquier en aquellas tierras del sur de Estados Unidos, pero al ser insuficientes la crisis vitivinícola se prolongaría al menos tres años mas, que tardarían en dar los primeros frutos las nuevas cepas. Hay octogenarios que niegan este suceso, atribuyendo al entonces presbítero Cándido Herrero la labor de importar sarmientos de Francia creando un vivero del que posteriormente serían replantadas sus cepas.

El caserío crece desde la Plaza de España, centro neurálgico de la villa situada en una hondonada, ascendiendo por sus siete colinas. Esta plaza cobija la casa de la villa donde se ubica el ayuntamiento y la Iglesia parroquial de San Miguel, renacentista con campanario adosado, en torre, en su fachada sur.

Por lo adusto de la fachada renacentista de su iglesia parroquial, nadie pensaría la riqueza que entraña su interior, conformada por tres naves y planta de cruz latina, posee nueve retablos de traza barroca, el principal situado en el altar mayor data, según puede leerse, de 1778. Un órgano barroco, casi totalmente restaurado, que no suena en ninguna solemnidad, solo una o dos veces al año en un ciclo de conciertos. Junto a la sacristía, con una antiquísima talla románica de Santa Barbara, que algún día se albergó en la ermita del mismo nombre, una soberbia pintura y una extraña tabla en que figuran naipes del tarot, una pieza a consideración del viajero excepcional, sus 18 viñetas, tiene una estrecha relación con la alquimia como ciencia sagrada, la muerte también está presente echando la red, no para pescar peces, sino almas... ; el templo de Salomón también está latente, por lo tanto y dado que esta iglesia con casi dimensiones catedralicias está dedicada a San Miguel, es sospechoso 
Curiosa tabla que aberga la sacristía. 

de que el Temple estuviese a flor de piel, pero no los caballeros que guerreaban, sino los ocultistas y esotéricos, por lo que sin lugar a dudas se trata de una realización en la cual los más enigmáticos y singulares caballeros del medioevo quisieron transmitir, en clave, una serie de informaciones, solo al alcance de los iniciados.

Jesús García y Jiménez

Por los caminos del Temple.
Abril 1998

miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿Dónde se encuentra la tercera poza?

¿Dónde se encuentra la tercera poza?

Dentro del Patrimonio cultural monumental que encierra la Villa de Fuentelcésped, destacamos el conjunto Fuente Grande – Lavaderos, o Pozas como se les conoce tradicionalmente.

Hasta la llegada de la década de los años 70, que es cuando el agua corriente llegó a las viviendas, tanto los acarreos a la fuente, como las coladas al aire libre decayeron casi a su totalidad, lógicamente.

Milagrosamente y durante dos siglos, tanto la fuente como los lavaderos resistían los envites de tiempo hasta que una importante actuación urbanística a finales del siglo XX, rehízo los largos caños de la fuente, los lavaderos y el humilladero que perdió la cubierta. Por suerte, una importante subvención que no recuerdo si fue de la Diputación Provincial o de la Junta de CyL., que la cosa no viene al caso, que fue providencial para que recuperasen estos monumentos el esplendor perdido por el paso del tiempo.

Pero  mira por dónde, que repasando unas crónicas ya citada del que fue gran cronista fuentelcespense de la ilustración: el cura Rionegro, y leyendo su descripción en el apartado de las fuentes, me ha llamado la atención un dato que seguro que igualmente el ávido lector se ha,  igualmente, percatado:

Fuentes: Hay una digna de atención, en medio del Pueblo, de buena agua, dos caños abundantes en el mismo manantial. Tiene un pilón con solas siete piedras muy finas que basta para que beban a un tiempo 30 caballerías; el agua que sobra gobierna tres preciosas pozas, destinadas para en ellas lavar toda la ropa blanca del Pueblo, limpiándolas y fregándolas todos los Sábados. Están cubiertas de tejado y las entra el sol, se hicieron por los mismos vecinos con sus adras, año de 1.781, y la fuente y pilón se compuso año de 1.783. Detrás de la fachada de dicho pilón está una cueva para registro de aguas, está hecha de cal y canto. Con el sobrante de aguas se riegan varios huertos. Asimismo están manifiestas varias fuentes en las entradas del Pueblo y calles principales de buena agua, si la industria y la necesidad las quisiera usar, pero la desidia y la abundancia de la principal las tiene cerradas y en su lugar se usa pozos. En el término solo hay tres fuentes, una llamada de Valdeebrero, otra Fuente del Trillo, y otra Valdelpozo, no son muy abundantes, pero sirve para dar de beber a los ganados del campo, y las otras no sirven para esto por estar entre viñas, no se las nota particularidad alguna, aunque son delgadas. 

Y he marcado en negrita tres preciosas pozas para llamar la atención sobre este punto; ya que todo quien las conoce en la actualidad comprobará que solo existen dos, pero según el testimonio de don Manuel Rodriguez Rionegro existieron tres en origen.
Ante tal disyuntiva se nos ofrecen las siguientes posibilidades:

·         - Que en la última actuación urbanística de 1995 se modificasen en el mismo espacio, de tres a dos pozas. Cosa harto improbable según testimonios fidedignos.

·       -   Que en su día, al ensanchar la actuar carretera hubiera habido que sepultar la poza más próxima a la fuente (?) quedando por tanto las dos actuales visibles.

Pero para averiguar este último punto bien tendríamos que realizar una innecesaria excavación o bien utilizar u geo-radar que hasta posiblemente localizase la poza perdida, caso de encontrarse sepultada.


El caso que 235 años después de haberse publicado dichas crónicas tenemos   que preguntarnos ¿Dónde se encuentra la tercera poza?

Nuestro patrimonio material: Las Bodegas de Fuentelcésped.

Nuestro patrimonio material: Las Bodegas de Fuentelcésped.

Una inmensa zona del actual casco urbano de Fuentelcésped, podría compararse hablando de sus entrañas, a un gran queso de gruyere. Desde que la cultura enológica aparece en la Villa de Fuentelcésped, surge la necesidad imperiosa de crear espacios adecuados que a temperatura uniforme puedan conservarse sus vinos, que serían y son durante siglos el sustento fundamental de esta villa ribereña. De antiguo aquello de “tierras de pan llevar” iba perdiendo lugares a favor de la pujante industria vitivinícola. Así que a partir del siglo XII se acometen obras subterráneas destinadas al almacenaje vinícola, que se prolongarían durante muchísimo tiempo. El primer dato documentado de bodegas en Fuentelcésped data del siglo XIV, aunque se especula con la posibilidad de existir alguna inclusive hasta de tiempos anteriores ya que por transmisión verbal hay noticias del siglo XII, donde cuentan haber comenzado a escavar las primeras bodegas de la Villa de Fuentelcesped.

Si establecemos, por lo tanto, una comparación con las bodegas vecinas de Aranda de Duero, veremos que ambas gozan de la misma contemporaneidad, es decir comienzan en el citado siglo XII, y en cuanto la extensión sumados todos los túneles y galerías; mientras en Aranda de Duero se estima en unos 6 km de longitud, en Fuentelcésped aunque todavía no se ha cuantificado, es estimable que puede superar a con creces a la longitud de las arandinas... se sabrá a su debido tiempo.

Escalera de acceso (cortesía Bodegas Pascual)
Una zona donde todavía se observan vestigios de túneles de bodegas primitivas es la conocida de “Los Pajares” (Véase Carretera de Montejo), pero el núcleo principal que concentra más túneles destinados a bodega está en el lugar donde se encuentran los antiguos lagares, actualmente convertidos en merenderos, y que se conoce como Cuesta Bodigos.
Acceso a un Bocino
Aunque en la actualidad, y hará unos siete años, se ha realizado un inventario con el nombre de casi todas ellas (más de 80), todavía se cree que falta alguna por registrar al encontrarse hundido el acceso a las mismas. Si pusiéramos en fila todas las galerías que horadan el subsuelo fuentelcespense mediría varios cientos de metros, no cuantificable de momento, como ya he comentado anteriormente, y la profundidad de las mismas varía entre los 7 y 18 metros aproximadamente. La temperatura en las mismas se mantiene durante todo el año de modo casi invariable entre los 11 – 13 ºC.

En la vecina ciudad de Aranda de Duero, que posee un patrimonio similar, o posiblemente inferior a nuestra villa, en estas galerías subterráneas ya ha sido solicitado que el entramado de las bodegas subterráneas de Aranda sean consideradas como Bien de Interés Cultural (BIC) por la dirección de Patrimonio de la Junta de Castilla y León; por lo que a un patrimonio similar o mayor, como estoy comentando, al poseerlo la Villa de Fuentelcésped, con más motivo debería solicitarse dicha consideración, así como la ayuda suficiente para la recuperación integral del citado patrimonio material.

(Foto cortesia bodegas Pascual)

Allá sobre 2009, se realizaron unas obras para recuperar tres antiguas bodegas emblemáticas, con una construcción en su exterior que dio lugar a lo que ahora, infrautilizadamente, se conoce como Bodegas de Fuentelcésped o Ecomuseo. Las tres bodegas subterráneas analizadas se encuentran situadas en el centro de Fuentelcésped (Burgos). A pesar de que cada una tiene acceso independiente, es posible acceder a ellas conjuntamente desde el nivel de sótano del edificio del CITB (Centro de Interpretación de la Tradición Bodeguera) en construcción.


Se encuentran a profundidad mayor de 7,50 m bajo la calzada, llegando en puntos concretos alcanzar los 11-12 m de profundidad. La sección con que se desarrollan las galerías suele ser variable y de geometría irregular. El interior de los túneles y de las galerías se ventila mediante la aparición de zarceras o chimeneas de ventilación que conectan los niveles subterráneos directamente con la superficie.

En la actualidad las tres bodegas se encuentran en desuso, estimándose que llevan en este estado unos 40 años aproximadamente. Es, por tanto, considerable su nivel de abandono y en algunos casos alarmante su estado de conservación…

Información más completa y detallada: Rehabilitación de bodegas subterráneas: ejemplo de sostenibilidad:


Existe un ambicioso proyecto por parte de la actual corporación municipal para la potenciación, recuperación integral y uso turistico de este increible patrimonio que Fuentelcésped mantiene, a saber, desde el siglo XIV, pero como antes comentaba existe la remota posibilidad de una antiguedad anterior a la mencionada.


NOTICIA DE LA INAUGURACIÓN OFICIAL DEL ECOMUSEO;

Aproximadamente 300 personas visitaron el Ecomuseo Bodegas de Fuentelcésped, el pasado miércoles día 12 de agosto de 2009, en una jornada de puertas abiertas organizada por el Ayuntamiento dentro de las actividades programadas en la Semana Cultural. 

Esta primera visita, previa a la inauguración oficial del Ecomuseo, estuvo destinada principalmente a los vecinos y amigos que quisieron conocer de primera mano el proyecto de Ecomuseo y de restauración de la bodega “El Boticario” que el Ayuntamiento de Fuentelcésped ha llevado a cabo con la ayuda económica de Proder. 

La convocatoria fue respaldada mayoritariamente por los vecinos que acudieron puntualmente a la cita y durante las dos horas y media en que el Ecomuseo permaneció abierto pudieron disfrutar de una visita guiada acompañados por miembros de la corporación municipal, que valora y agradece el esfuerzo de todos aquellos vecinos que han participado y colaborado en este proyecto colectivo. 

En este momento y a falta de algunos detalles por finalizar, el Ecomuseo Bodegas de Fuentelcésped, muestra una exposición permanente en la sala de acceso a la Bodega de “El Boticario” centrada en la relación que el municipio ha tenido y mantiene con la elaboración del vino, producto que ha sido y es el principal motor económico de este pueblo durante ocho siglos de historia. 

Esta exposición introduce al visitante en una visión general de este municipio. El recorrido por la bodega de “El Boticario” completa la visita al Ecomuseo dando a conocer una de la 80 bodegas que permanecieron en funcionamiento en esta villa hasta los años 60 del s. XX. 

Con el Ecomuseo Bodegas de Fuentelcésped el Ayuntamiento inicia una vía de trabajo encaminada a favorecer, recuperar y mantener la identidad local y patrimonial, dar a conocer la cultura y tradiciones de este pueblo, favoreciendo el desarrollo rural sostenible al incentivar el turismo como medio para el desarrollo económico local.  (www.fuentelcesped.com)

Momento durante la visita citada (imágen www.fuentelcesped.com) 

Nuestros pueblos vecinos - Castillejo de Robledo

Nuestros pueblos vecinos
Castillejo de Robledo
Ante todo quisiera dejar constancia de la
Leyenda que al final se narra, que a más
de uno le puede impresionar.



Apenas 13 km, y ya en tierras de Soria, lo separan de Fuentelcésped. A pesar de ese corto tramo las diferencias entre ambas poblaciones son notorias, sin querer, por supuesto, establecer comparaciones que estarían fuera de lugar…Pero a las diferencias a las que quiero referirme es que en esta villa soriana está demostrado en la historia la presencia de la Orden del Temple, mientras que por otras causas en Fuentelcésped no se puede demostrar. En el Censo de 1879, ordenado por el Conde de Floridablanca, figuraba como villa eximida en la Intendencia de Soria, con jurisdicción de señorío y bajo la autoridad del Alcalde Ordinario de Señorío, nombrado por el Conde de Miranda. Contaba con 121 habitantes.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional en la región de Castilla la Vieja, partido de El Burgo de Osma que en el censo de 1842 contaba con 33 hogares y 134 vecinos.
Vista del castillo templario

Acertadamente Pascual Izquierdo defina la villa, en la Guía turística monumental de la Ribera del Duero, como un pueblo encerrado en sí mismo, casi ensimismado en una larga hondonada que se abre entre la Serrezuela. El caserío va prolongándose como una sierpe de barro y piedra hasta desembocar en el castillo, que se muestra como un gran corazón desmantelado, capaz de gobernar todavía las pulsaciones de este enclave bello y enigmático. En oleadas de musgo y de memoria los tejados siguen el curso del valle abierto entre las rocas hasta llegar a los pies de la iglesia románica para rendirle tributo de adoración. O quizás para entablar diálogo con los rostros que viven en el ábside...  

A la entrada a la villa y a la izquierda, en una pista divergente que conduce a Langa de Duero se aprecian innumerables entradas a las bodegas excavadas en el promontorio; le comentaron al viajero que no hace mucho tiempo expoliaron unos elementos de  decoración característicos de su entrada en forma de bolas de piedra, y vendidas posteriormente como objetos ornamentales por una rara especie de anticuarios en vías de proliferación.
Suenan unas secas detonaciones que rompen el silencio de la tarde, se trata sin lugar a dudas de unos disparos de unos cazadores en las inmediaciones del lugar.
Abside de la iglesia de la Asunción

Un caserío típico se agolpa a ambos lados de la calle principal, a medio camino de esta se ubica a manderecha la casa consistorial, edificio modernista que pone contrapunto con las construcciones autóctonas, pero a les gusta a los paisanos y eso es lo que importa. Al final junto a una plazoleta irregular se alza la iglesia la Asuncíón (siglo XII) de claro corte románico y añadidos posteriores, entre ellos el atrio; un detalle entre sus canecillos, con símbolos auténticamente


 templarios, es el que todos los lugareños muestran al forastero, es un hombre y una mujer efectuando el coito, lo que ha dado lugar para clasificarlas como las imágenes más eróticas del románico; este comentario lo atribuyen a Gaya Nuño,  algo que el viajero discrepa a lo que este pide humildemente perdón a esta personalidad ya desaparecida, puesto que conociendo ermitas románicas palentinas destacando entre otras San Pedro de Cervatos, esto ya se elevaría, en comparación a tildarlo de pornografía.

Detalle de uno de los canecillos, en el cual se aprecia a una pareja humana durante el acto amoroso.

 Lo curioso del caso que no se sabe si los canteros que lo tallaron gozaron del consentimiento o no de la severa y moralista Iglesia de aquella época, o simplemente a modo de rebeldía, vayan a saber vuestras mercedes las causas, se explayaron con estas manifestaciones. A pocos metros del ábside una placa pétrea junto a una cruz de madera nos informa que por esos parajes se produjo la conocida afrenta del Robledal de Corpes, contra las hijas del Cid, es digno mencionar que dicho lugar lo disputan otras dos localidades situadas mucho más al sur; ubicando dicho ultraje en una zona segoviana en las faldas del Guadarrama. Lo cierto que es difícil de asegurar. Lo que describe el poema es que don Fernando y don Diego que desposaron con sus hijas, las conocidas según el Poema de Mío Cid como doña Elvira y doña Sol, cuyos verdaderos nombres eran María y Cristina, además casaron con reyes y no condes, ya que dicho poema épico además, como se ha demostrado, está lleno de imprecisiones que no necesariamente se ajustan a la realidad, pues la historia desmitifíca el poema. En la actualidad y para muchos historiadores las hazañas de Ruy Díaz no sobrepasan el 25 por ciento de lo que narra el manuscrito del poema.

La creencia popular relaciona el episodio del poema conocido como Afrenta de Corpes con este lugar. Ahí se ubicaba sin duda alguna el robledal de Corpes, lugar donde fueron ultrajadas las hijas del héroe castellano, los autores y séquito huyeron dando un rodeo para evitar la presencia de los amigos del Cid que tenía en Aranda de Duero, vadeando el Duero por un lugar distante 10 Km al noreste, lugar desde entonces por este hecho, conocido como Vadocondes. Esta localidad  ligeramente apartada de nuestra ruta la podemos encontrar tomando la carretera de Aranda a Soria a 10 Km de la primera, en la entrada a la villa se observa un arco pétreo con el escudo de la Casa de Austria, Trastámara (O de los Reyes Católicos, que no lo tiene muy claro el viajero.) Pero eso es otra historia.
Arquivoltas en el pórtico de la iglesia parroquial

Volviendo al templo y traspasando su umbral, cubierto por un atrio de época posterior a la original construcción, como ya anticipaba el viajero, divisamos en toda su magnitud un primitivo románico en sus ajedrezados y pinturas que nos denotan influencia de la Orden.

A escasa distancia de aquí en lo alto de un otero el castillo de triple recinto, o mejor dicho lo que de él ha quedado gracias a la solidez de su edificación; se encuentra fácilmente el aljibe apreciándose la reciedumbre de sus muros que el tiempo apenas pudo contribuir a su demolición total, ahora solo encierran la nostalgia lejana de la presencia de los caballeros de la Orden, y recuerdos de una gloriosa época.

Sin duda se trató en su tiempo de la posición templaria más meridional soriana, como ya citaba anteriormente el viajero, enclave decisivo en época de la, ya avanzada, reconquista, y que de algún modo controlaba decisivamente una amplia zona al sur del Duero.

Volvemos a la villa, propiamente dicha, donde se contemplan sobre los dinteles de muchas de sus puertas y ventanas ese símbolo que el viajero contempló en el alero de  una antigua vivienda en la villa de Fuentelcésped de la rosa redondeada de seis puntas  (Rosa sesifofila) ; sin duda alguna de influjo templario, al igual que la cruz latina superpuesta a la de San Andrés, contenida también dentro de una circunferencia.

Las horas transcurren y la luz solar se escapa en el deambular bajo la bóveda celeste como el agua en una cesta, se levanta un viento norte que hace desagradable el tránsito por las calles de esta encantadora población cuando de modo simultaneo surge al unísono el alumbrado de las farolas que cambian por instantes la fisonomía del pueblo. Lo más acertado es ponerse al resguardo en uno de los bares del pueblo, donde en un rincón recoleto nos sirven un buen café mientras conversan con dos lugareños amigos de Carlos, en tan grata conversación, que se prologó por varias horas, tuvo el viajero la sensación de haber sido sus paisanos fieles guardianes de tradiciones y leyendas, como allí le han demostrado. Raro sería el lugar que habiendo sido feudo del temple no existiera ninguna referencia épica, trágica o de otro estilo sobre la orden. Sería en 1952, siendo párroco de esta localidad Eustaquio Pastor Teresa, un gran cura para algunos y todo lo contrario para otros, que opiniones abundan por la localidad, quien tuvo el acierto de hacer un recopilatorio de la historia de Castillejo, incluyendo una de las leyendas del siglo XX que podían dejar los pelos de punta a cualquiera; imagina el viajero situado en un escenario de una solitaria estancia, mientras en el exterior se desata una tormenta con los consabidos cortes de energía eléctrica. Momentos propicios para, también, desatar la imaginación de leyendas sobre el lugar. Fue por eso que aquella tarde, en aquella mesa y antes de entregarle al viajero el manuscrito le relataron la leyenda del ánima de aquel templario que vaga errante en busca de confesión de su horrible crimen y poder encontrar el descanso dentro del mundo de los difuntos 

VALLEJO CABALLERO.

En los años que estudió retórica en el Seminario de El Burgo de Osma uno de los seminaristas natural de esta feligresía, compuso la siguiente leyenda sobre el dicho paraje en que se le dio por título:

El Penitente Misterioso.

 La copia tal cual se escribió. Al Suroeste de El Burgo de Osma, en esta provincia de Soria y límite con las provincias de Burgos y Segovia encuentra el viajero una villa que debe su nombre el castillo hoy en ruinas que en otro tiempo fue mansión de Caballeros Templarios.
No tiene esta villa bellezas peregrinas, paisaje de grandeza, cuadros de majestad, ni bellos panoramas. Circundada de peñascos y cerros no fue pródiga la naturaleza con ella, pues ni le presta su hermosura esas vegas llanas de arbolado, que en otros pueblos los sirve de marco ni la inspiración los árboles frutales el aliento de sus aromas sólo se embellecen con la espiga dorada que coronan  los trigales; se embriaga únicamente con los perfumes de innumerables enebros, encinas, jabinos y sabias, se mece tan solo con la brisa de sus campos; no se arrulla sino con los cantares de los hijos del terruño y se regale con un solo bienestar: "La paz de en los que en ella moran".

En la hondonada y formando siete calles más o menos rectas, están sus casas, como un ganado de ovejas, que, mustias bajo el peso del bochorno desperezan de cansancio con el morro, junto al arroyo de "La Nava".

Allí, en medio, está un peñasco, como un cono, que sirve de pedestal al castillo y en la falda de esta iglesia parroquial de construcción románica con sus torres -espadajo- serena y muda en los monumentos de quietud,  alegra y vocinglera cuando el vértigo de las grandes fiestas libra en sus bronces la armonía sonora de una música de sentimiento al verla sobresalir por su altura de más de trescientas casas me ha parecido muchas veces el pastor que guarda el silencio la blanca manada que desgrana sus amores en las notas de unos silbos; me ha parecido también el centinela que diluye sus recuerdos en el callar de las horas y pregona los amores de su patria con la voz de ¡Alerta está!.

Esta es la patria chica de mis amores; la naturaleza no fue pródiga con ellos, pero tiene en cambio esa recia espiritualidad, seria y honda que caracteriza el alma del castillo.



I
Una de las cosas que más me gusta de éste mi pueblo es visitar con frecuencia -casi diariamente- el castillo, y hasta me parece que habla toda su ruinosa fachada toda de grandes  epopeyas de tiempos pretéritos. ¡Oh si pudieran articular palabras aquellos arcos de entrada y aquellas paredes hechas de argamasa, de cal y canto y aquellos montículos de escombros caídos de techos y paredes!¡Qué cosa dirían!.

Allí me paso grandes ratos contemplando sus ruinas y mí imaginación vuela a aquellos siglos, cuando los caballeros templarios, mitad frailes y mitad guerreros, vivían en este recinto, hoy completamente en el más triste abandono.

            Y en verdad que siglo tras siglo han pasado a los habitantes de hoy cosas y hechos verdaderamente fantásticos de aquellos tiempos. ¡Cuántas veces de niño, no nos atrevimos a mirar por la noche a esos torreones porque nos habían contado, en las noches de invierno, y al amor de la lumbre, hazañas guerreras -algunas de brujería y otras fantásticas- y que nuestra imaginación las agrandaba hasta creer cosas en tal grado inverosímiles, que algunas veces terminábamos por reírnos.

Hasta en las escuelas, a espaldas del maestro contábamos cosas del castillo, que casi siempre eran, comentando lo que decía algún chico de lo que le había dicho su abuelo la noche anterior.

¿ Por qué llaman Vallejo Caballero al camino que va a Valdanzo? Pues porque en aquél valle que sube empinándose hasta el llano un día le mató "una cosa mala" a un caballero Templario, después que éste había matado a otro en el castillo.

Si, si, es cierto. "Mi abuelo me lo ha dicho muchas veces" respondía otro muchacho.

Pocas veces nos acercábamos - uno solo nunca - a aquél paraje y cuando lo hacíamos con bastante miedo. Si alguno, más atrevido, al divisarle desde la cúspide decía: "Que sale el alma del caballero Templario" todos corríamos como galgos en dirección al pueblo y no faltaba quién decía "que lo había visto". Hasta los pastores contaban, que en días o noches de tempestad rugía con más fuerza allí que en otros términos del pueblo; pues una especie de tromba recorría el camino arrancando alguna vez enebros.

Estas y otras cosas, que podíamos llamar "aquelarre" eran y son las de siempre, que se suscita la conversación entre, no ya de niños, sino de personas mayores, vienen a parar al pobre desgraciado enterrado en el vallejo que lleva su nombre.
 II
El día nueve de Julio de 1.946 vino a visitar al párroco de esta villa, un sacerdote joven de uno de los pueblos segovianos limítrofes a esta, que su Prelado le había recomendado la cura de almas. Se nota en él un tanto tímido, que su conversación era amena de tal manera que formamos un juicio admirable del Neo-sacerdote, pues poseía una cultura bien cimentada.

Pasó todo el día entre nosotros y al siguiente manifestó querer trasladarse de aquí al inmediato pueblo de Valdanzo donde quería saludar a unos familiares que residían en el citado pueblo. No quiso mi párroco que fuese a pie -como lo había hecho al venir de su parroquia- y para ello nos prestó una buena familia una caballería; yo quedé en acompañarle y devolverla a mi regreso a sus dueños. Tal, como se pensó lo ejecutamos. Después de comer el día diez a las tres de la tarde salíamos el visitante y yo en compañía del párroco - aunque éste a la salida del pueblo se despidió - y nosotros tomamos el camino que los naturales llaman de "Valdespino".

Apenas Habíamos andado un kilómetro, observamos que manchones blancos de nubes, que por aquí llaman llaneros y que los eruditos dicen cúmulos, se hacían más oscuros apareciendo más espesas y pesadas que encapotaba el cielo antes limpio.

En nuestra marcha ya oíamos un retumbar lejano como de artillería distante y pensamos ambos que no era de la tempestad que se le estaba fraguando sino que los que lo ocasionaban era el ruido de las maquinarias que no muy lejos trabajaban en la construcción del pantano en el río Riaza en el pueblo que pronto desaparecerá, Linares. Era sin embargo demasiado irregular y prolongado para atribuirlo a aquella causa, yo mismo le dije: La tormenta se acerca pues no es lo que pensábamos a los pocos instantes unas gotazas de agua eran el preludio de la tormenta, que teníamos sobre nosotros y aún nos sobrecogía más un vivísimo relámpago que al mismo tiempo le siguió un trueno horrísono, extraordinario, como no recuerdo haber oído otro en los pocos años de mi vida.

Precisamente llegamos al sitio en que la tradición pone la sepultura del caballero. Yo fustigaba al animal para alejarnos de allí, más el joven sacerdote al ver varios enebros corpulentos y casi juntos le pareció que no podíamos encontrar otro albergue mejor y fue él quien dijo: No pasemos de aquí, y en efecto allí se puso bajo de aquellos árboles. Yo sin decirle el porqué - me tiritaban las piernas más por el sitio escogido que por la tempestad - le manifesté que para atar el macho eran mejor otros enebros, que no muy distantes estaban y allí quedé, separados unos de otros como cuatro metros de distancia.

            Lo que sucedió aquella famosa tarde en el terrorífico escondite, se verá en el capítulo siguiente, que lo oí narrar después al contárselo a mi párroco el asustado sacerdote.
III
La tormenta, lejos de despejarse, arreciaba cada instante; yo, dice el nuevo presbítero saqué el rosario, y apenas había terminado el acto de contrición, como generalmente se empieza, cuando percibí un ruido extraño, como el de galopar de un caballo que de repente se parase junto a mí. No vi a nadie; no obstante, oí bien articular la palabra "Confesión". Lo que en aquellos momentos pasó por mí, nunca sabré explicarlo. Llamé al estudiante  creyendo que él había dicho la tal palabra, pero me contestó: estoy bien no me mojo.

Aquella voz misteriosa continuaba su cuchicheo. Lo más extraño es que no había oído los pasos del penitente al acercarse y ahora apenas pude entenderle sólo tres palabras que eran o a mí me parecían: "Frey Cris Roc". Alguna que otra frase suelta, eran fuera de lo antes dicho, lo único que podía percibir, sobre todo "Cris Roc", la repitió muchas veces, mis nervios -a pesar de verme en este caso inusitado de ultratumba- poco a poco se calmaron; y hasta por un momento creí que pudiera ser la voz de algún viajero extranjero, que caminaba por aquél camino o el de algún español con dialecto desconocido para mí. Era tal vez algún anciano que padecía de sordera, pues aún cuando yo no oía nada traté de interrumpirla para manifestarle que no entendía ni una palabra.

El penitente misterioso no prestó atención; si no que continuó en su musiteo, sin detenerse un instante. Me parecía que se hallaba en un estado de terrible perturbación. Su voz inarticulada se cortaba con sollozos y al fin terminó con un grito. Era un grito que no sé decir, ni ahora ni nunca que clase de grito era, pues apenas se oía.

Por otra parte me pareció oír algunos rozamientos, como de dedos que trabajaban con el intento de sacar tierra. Al fin se hizo el silencio; y como oímos a una persona que se alejaba de nosotros, así también yo pude oír, como una fórmula final que la repitió varias veces, cada vez en tono más bajo hasta extinguirse por completo; pero siempre entre el chapurreo de palabras el "Cris Roc".
Me levanté deseando salir de entre aquellos enebros y le dije, sacando fuerzas de mi flaqueza, que no podía entender ni una palabra. Entonces un profundo sollozo resonó en mis oídos; sollozo que se repitió desgarrador. Miré enderredor... y no había nadie.

No puedo dar una idea del tremendo choque que sufrió mi alma durante todo ese tiempo. Debí de clamar en alta voz, pues oí que el estudiante me preguntaba: ¿Señor, qué le pasa?. Permanecí inmóvil por unos segundos sin conciencia de la realidad. Cuando hablé, mi propia voz me parecía extraña.

  Muchacho: ¿Has visto a alguien por aquí?.
No señor, contestó el seminarista. Solamente he oído algunas frases, pero era usted el que las pronunciaba; y yo supuse que era alguna oración o jaculatoria, conque pedía al Señor que calmase la tempestad.

Como el chico no venía a donde yo estaba, - a trueque de mojarme - fui donde se había cobijado. De repente otra vez en el silencio que suele haber en las tempestades, que por un momento deja de caer, volvió a sonar por la tierra el desesperado galope de un caballo.
Chiquito ¿Oyes?, le dije emocionado.

¿Está usted enfermo?, volvamos al pueblo si a usted le parece. Además que con el tiempo que hemos estado aquí ya no le hay para volver con la caballería después de dejarle en Valdanzo con sus parientes.

Hice entonces un esfuerzo soberano para decirle que no era nada; pero el chico -quizá al ver mi rostro cadavérico- insistió que al terminar la lluvia volviéramos a desandar lo andado.
Nada quise preguntarle a cerca del galope de caballo, porque quizá después de todo, acaso no habría relación entre aquello y la misteriosa voz del penitente invisible e inteligible.

IV


Cesada que fue la lluvia, aunque todo mi ser estaba en estado caidísimo, - vámonos de aquí - le dije al joven; pues me sentía verdaderamente indispuesto y perturbado; tanto es así que no nos cruzamos ninguna sola palabra durante la vuelta.

Al llegar a la casa parroquial no les extrañó ni al señor cura ni a su hermana, ni a las vecinas que nos habían visto salir horas antes nuestra vuelta, pues alabaron nuestro proceder y como decían ellas: "Hubiera sido tentar a Dios" si hubiéramos seguido en el camino; tal era el cariz que presentaba aquella famosa tarde.

Encontramos al señor cura terminando de rezar los maitines  y laudes del día siguiente, el cual nos, dijo: "He estado bastante distraído en el rezo, pensando en vosotros; pues venía a mi mente una vieja historia que suelen contar los sesudos hombres del pueblo y que acaeció, precisamente, en este día hace varios siglos."
¿Cual? Dijimos los dos al mismo tiempo.

Se dice - continuó el párroco - que el Papa suprimía la Orden de los Caballeros Templarios el año 1.311, habitaron aquellos famosos en el castillo de esta Villa. Sin duda ninguna tenían más de guerreros que de frailes, pues se cuenta de ellos hechos y cosas vergonzosas; tanto es así que historiadores de nota, aseguran que la masonería tuvo su origen en ellos.

En aquellos tiempos en que una comunidad de esta Orden eran los amos de este pueblo, no sabemos las causas, quizá sería por rivalidades de mando o cosa parecida, pero la verdad es que uno de los caballeros mató en el castillo al superior que lo era en aquel entonces Frey Cristóbal de Rocaforte.

Cometido el delito bajó a las cuadras, y montando en un brioso caballo, huyo camino de las Quintanasrubias - quizá sería oriundo de aquellos pueblos - cuya dirección es la más recta la que lleva al inmediato pueblo de Valdanzo. En el Vallejo que empieza -dejando el camino de Valdespino- se encontró al sacerdote que tenía la cura de alma de esta parroquia, el cual en su paseo le había sorprendido una tempestad y con ese motivo estaba refugiado bajo unos enebros.

Nuestro caballero apenas le divisó, echó pie a tierra; y es de creer que lo hizo movido por el arrepentimiento y quizá con deseos de que el párroco le oyera en confesión. Más, apenas se acercó al sacerdote cuando una chispa eléctrica producida por la tempestad, mató al caballero, dejando su cuerpo carbonizado e ileso al señor cura. Como en tan trágicas circunstancias ocurrió su muerte, ni sus compañeros, ni nadie al enterrarle allá, se cuidó de poner alguna señal de que junto a aquél camino había sido enterrado un ser humano -por cierto sin las ceremonias de la iglesia-.

Yo oí a mi antiguo párroco que lo fue aquí por espacio de cuarenta y seis años el cual en muchas ocasiones le hablaron a él los antiguos feligreses de esa tradición y decían, que en día de tormenta se oían por aquél vallejo las palabras "Frey Cris Roc" que como comprenderéis corresponden al nombre del superior asesinado, pero sin pronunciar las sílabas finales de "Frey Cristóbal de Rocaforte".

Viene por allí y se supone a que - Dios Nuestro Señor en sus inescrutables designios permite al miserable cabalgar rápido - a uña de caballo -en idénticas circunstancias en que hizo el crimen, a buscar la absolución, que desde luego, es imposible concederle-.

De como quedó nuestro joven sacerdote al oír la historia de aquél desgraciado y tan exactamente como él había sido protagonista horas antes... no hay para que decirlo.

Manifestó deseos de que le sirviesen una taza de tila. El señor párroco avisó al médico y sin decirle la causa, le propinó una inyección para que aquellos nervios se pusieran en su tono.

Yo, sin necesidad de potingues farmacéuticos no me aumentó el miedo que ya de niño tenía, pero la verdad ante todo, pocas noches se pasarán que entre sueños no vea a un caballo corriendo, corriendo, corriendo mucho y que al chocar en el suelo los clavos de las herraduras salten chispas de ellas, como si la centella que lo mató fuera serpenteando por el camino de "Vallejo Caballero" y muy principalmente junto al sepulcro del "TEMPLARIO".
                                                                                      

 Jesús García y Jiménez
Por los Caminos del Temple