CRÓNICAS DE LA VILLA DE FUENTELCÉSPED

Creando futuro, recuperando el pasado

sábado, 26 de diciembre de 2015

Fuentelcésped y sus ermitas dedicadas a la advocación de: San Isidro, Santa Bárbara, y la Virgen de Nava

Fuentelcésped y sus ermitas dedicadas a la advocación de: San Isidro, Santa Bárbara, y la Virgen de Nava.

A
 estas edades de la historia del hombre, no vamos a descubrir ni Américas ni Mediterráneos; aunque sí es nuestra intención clarificar una serie de matices tanto curiosos, como importantes que a estas alturas seguro que todos los lectores deben conocer:

·         - Que todos los templos cristianos, siempre comienza su construcción por el ábside del mismo, es decir por la cabecera, y estos siempre, generalmente,  están orientados al este (o levante) siempre “mirando” a Jerusalén.
·       -    La mayoría de los templos (en este caso cristiano-católicos) están edificados sobre otros templos anteriores – o sus ruinas- bien católicos o muy anteriores englobados dentro de alguna ideología pagana.


Durante el periodo conocido como Edad Moderna, la Villa de Fuentelcésped, aparte de la iglesia parroquial, contó con varias ermitas cuya conservación y mejora dependía directamente del Ayuntamiento y donde el vecindario pudo y desarrolló sus piadosas prácticas de la forma más intimista y libre.  Algunas de ellas perdieron su significado como tal, como sucedió con la ermita de Santa Barbara, actualmente de propiedad municipal y en la que no se celebra culto, u otras que desaparecieron a lo largo de siglos siguientes como es el caso de la de San Isidro que tuvo, inclusive, de ser derruidas sus paredes ruinosas, para evitar sirviera de guarida a indeseables o posiblemente para que los muros subsistentes no fueran testigo de escenas contrarias a las normas piadosas religiosas, más arraigadas en épocas pretéritas.


ERMITA DE SAN ISIDRO
Aclarados estos puntos, que posiblemente despejen incógnitas de alguno de los estimados lectores, me gustaría exponer lo más fielmente posible, una gran parte de los datos, que en estos momentos poseo, sobre la ermita de la Virgen de Nava y su construcción  a mediados del siglo XVII, como de la importancia de otras dos ermitas fuentelcespenses: San Isidro y Santa Barbara.

Cabe destacar, que con anterioridad a esta época y a lo largo de la Edad Moderna, la Villa de Fuentelcésped contó con varias ermitas fuera del centro urbano del pueblo; algunas desaparecieron, como sucedió con la mencionada ermita de San Isidro, que es necesario reseñar, a la par de la ermita principal que concierne a esta crónica.  Esta ermita de la cual conocemos que en el año 1.735 el Concejo Consistorial decidió levantar, sobre los cimientos y terrenos que ocupaba la extinguida ermita de San Antonio – que se ubicaba en los alrededores de la Cl. de los Pajares, en una zona próxima al “casco urbano”, una nueva ermita que no comienza a construirse hasta el año 1.747, su construcción es encargada a un arquitecto arandino llamado José Puente (O posiblemente De la Puente), dos años más tarde, continúa la construcción un hijo de este de nombre Santiago, que en esa fecha intenta concluir lo que su padre no había logrado: continuar la terminación del edificio hasta la línea de cornisa del mismo, siempre fiel al proyecto de su progenitor. En 1.750 el Consistorio, sin causas conocidas actualmente – presumiblemente económicas - , decide suspender la continuidad de la obra; pero dos años más tarde se continúan los trabajos de construcción, siendo costeados, aparte del consistorio, por el habitual sistema del “rediezmo del vino” “…para el servicio de Dios nuestro Señor y del glorioso San Isidro Labrador”. Es en ese año, al ser excelente la recaudación por medio del citado rediezmo, cuando el trabajo se incrementa a pasos agigantados, como la parte tan delicada de abovedar el edificio, la cual no llevó a cabo el arandino Santiago de la Puente, en su lugar lo hicieron un vecino de Ayllón: el maestro constructor Juan Martín de Olivares, con la colaboración de dos de sus hijos.

Una vez finalizada la construcción de la fábrica, como tal, se construye en su interior amueblándolo con un pequeño retablo de trazas barrocas, el cual fue atribuido al maestro fuentelcespense Manuel Pascual – El mismo que se involucró en la ampliación del coro y el órgano de la iglesia parroquial de San Miguel- cuyo tiempo invertido en la construcción no figura en el registro. En 1.758, y siendo párroco don Manuel Rodriguez de Rionegro informa al obispado de Segovia que: “… esta villa y sus vecinos con todo amor an empleado sus caudales en la construzión  de una hermita que quieren dedicar para culto y veneración de San Ysidro Labrador, la que está adornada con sus bóvedas, retablo, puertas y demás al parecer dezente”. Por tal motivo el presbítero pidió permiso para bendecir las imágenes del Santo y su esposa –de nombre Maria Toribia y natural de la localidad madrileña de Torrelaguna-, a lo que sin ningún lugar a dudas la jerarquía obispal segoviana no pone ningún reparo, salvo la advertencia que este edificio sea mantenido –como siempre a expensas de los vecinos de la villa a través del consistorio-: “…con la decencia correspondiente…”. Lo que nos da que pensar que dicho consejo obispal, fue seguido con oídos sordos, ya que hogaño solo conocemos la existencia de esta ermita por referencias y escritos, y ni siquiera existe una referencia monolítica al lugar exacto que se alzó la misma. Aunque hay datos que aseguran que dicho templo se alzaba en el lugar que actualmente ocupa una moderna fábrica de patatas fritas, esta teoría la avalan los restos encontrados durante la cimentación en sus obras de construcción. El único recuerdo físico existente es la imagen  de San Isidro y de Santa María de la Cabeza, que en excelente estado de conservación se ubican en el altar mayor de la iglesia parroquial; según relatos populares.

ERMITA DE SANTA BARBARA
En lo referente a la ermita de Santa Barbara, actualmente y de siempre, propiedad del consistorio municipal, tenemos importante documentación que nos hace conocer que en fecha de 13 de Septiembre del año de 1.638, por iniciativa municipal respaldada por los vecinos de la misma, se comprometen a la construcción de dicha ermita, costeando la obra, así como celebrar solemnemente cada 4 de diciembre la festividad de la mártir nacida en Nicomedia, cerca del mar de Mármara en el siglo III; la cual es objeto de gran devoción, y en acción de gracias por todos los ruegos que ha concedido, así como la protección de las cosechas contra “el pedrisco y los malos nublos” . Esta tradición pidiendo protección a la Santa contra las tormentas y sus desoladores efectos, continuó hasta casi nuestros días, pues se cuenta que:

Hay quien recuerda, y son datos del siglo XX, a la persona encargada de tañer la campana de la ermita de Santa Barbara cuando se presentía tormenta para ahuyentar los "malos nublos", y salvar las cosechas del pedrisco, hasta hace poco más de 40 años, primero fue Alejandra y después Encarnación, además y a diario subían la cuesta hasta la ermita para el toque del Ángelus a mediodía y repetir el mismo toque a la una de la tarde, para entretenerse durante esa hora se subían el “mundillo” para hacer el conocido encaje de bolillos, por lo que no es de extrañar que les salieran "toque campaniles floreados".  Algo similar, en cuanto a las tormentas, y como se ha comentado también acaecía en Maderuelo, lo que reafirma la conocida y popular frase "sólo nos acordamos de Santa Barbara cuando truena". (Crónicas de Fuentelcésped martes, 28 de abril de 2015 Las campanas de Fuentelcésped)

Aunque en 1.639 quedan registrados modestos pagos al cantero Juan de la Sierra a modo de adelanto, los trabajos de construcción propiamente dichos no comienzan hasta dos años más tarde, al parecer en esa época no era el siglo de las prisas”. En septiembre de ese mismo año (1.642) sería cuando el maestro carpintero Francisco de Cajigal, siguiendo las directrices de Pedro de Alvarado firma la escritura de obligación para realizar las labores encomendadas a su profesión. Algo después se contrataría el abastecimiento de madera de pino para la edificación, con un maderero de la localidad burgalesa de Hontoria del Pinar, en la comarca de la Demanda, donde se encontraba y se encuentra en la actualidad una madera de muy buena calidad.

Posteriormente, al ser una obra de interés, principalmente para el Ayuntamiento que es quien controla el curso de las obras, previa consulta a técnicos constructores decide levantar casi medio metro, de altura, más la obra de fachada sobre lo previsto, con lo que la obra de la ermita quedaría: “…más perficionada y acabada…” . En un principio el retablo donde iba a colocarse la imagen de la Santa, se encarga a un maestro de Fuentelcésped llamado Toribio Díaz de Celis – Según figura en el libro de acuerdos 1.579-1.729, folio 217- más con posterioridad otro artífice y también maestro retablista, cobra por llevar a cabo la obra (?).


Se cuenta por documentos de la época, el protocolo que generalmente se llevaba a cabo para el proceso y ejecución de la obra, no sabemos, por otra parte, si dicho proceso fue llevado a cabo de esta manera en Fuentelcésped, al menos los canteros de Trasmiera lo ejecutaban del siguiente modo:

Cuando había necesidad de requerir un trabajo de retablo se colocaba un domingo en la puerta de la iglesia un bando dirigido a estos maestros. Pasado un mes, los retablistas se reunían en dicha iglesia y allí iban exponiendo a los mayordomos y clero de la parroquia sus dibujos, las trazas ideadas y las condiciones de trabajo y de remuneración. El clero y mayordomos escogían una de estas ofertas que exponían a los concursantes para comenzar con la subasta. Dicha subasta duraba el tiempo en que tardaba en consumirse una vela (a veces eran tres) y se concedía la obra al maestro cuya cantidad ofrecida estuviese puesta en el momento en que dicha vela se consumía del todo. El requisito siguiente era que el maestro asignado pagaba una especie de fianza o bien presentaba a otros compañeros como fiadores.
Una vez terminada esta sesión, se hacía legalmente el contrato ante notario. Había además una comisión formada por maestros, encargada de hacer cumplir tanto el proyecto como las condiciones expuestas.(https://es.wikipedia.org/wiki/Comarca_de_Trasmiera)

Cuatro años después de realizado el protocolo del compromiso de la firma del contrato de la obligación de la construcción, la ermita está terminada a falta de la puerta que se colocará en el lienzo sur de esta ermita, y en 1.645 el Concejo decide: “Con el fin de que la Santa nos libre de los casos fortuitos atendiendo quan abogada es de dichos casos y nublados de aquí en adelante (…), el día de Santa Bárbara se guelgue por toda esta villa y sus vecinos y celebre su fiesta diciendo misa solemne en la dicha hermita y acudiendo a ella con la deboción posible…”.(sic)

Figura igualmente en el libro de acuerdos del concejo, que en el mes de febrero de 1.647 dispone el ayuntamiento dorar la imagen de la mártir, “por haber mayor dezencia”, como también que se pinten tres lienzos al óleo que representen a: Santiago, Santa Águeda y Cristo crucificado, pinturas que llevó a cabo un pintor de la localidad burgalesa de Roa, localidad situada a cinco leguas de Fuentelcésped. Es de señalar, como se ha dicho con anterioridad, que aunque el Ayuntamiento es el propietario de dicha ermita con su contenido, el patrimonio que se conforma con el referido contenido lo custodia la iglesia parroquial, incluida una talla de la Santa titular del templo, por estar con mayores medidas de seguridad, la imagen, necesitada de una cuidadosa restauración, puede contemplarse en la sacristía de esta iglesia parroquial. Después de las normativas del Concilio de Trento (1563) en que se promueve el culto a las imágenes y los retablos, es cuando surge una cantidad ingente de maestros imagineros y retablistas que a pasos agigantados amueblaron ermita e iglesias… pero eso ya es otra historia.


ERMITA-SANTUARIO  DE NUESTRA SEÑORA DE NAVA
Hablar de  Nuestra Señora de Nava, es hablar no solamente del sentimiento devocional de los fuentelcespenses, puesto que, según referencias, la protección y generosidad de la patrona de Fuentelcésped, no queda limitada a los habitantes de la villa: “también con millones de devotos en la comarca, del continente, de España y también de sus indias…” (En el Libro de Milagros de N. Sra. de Nava)

Sobre su imagen nos refieren: es una talla gótica que a finales del Siglo XVIII, los vecinos de nuestra villa la tenían por una de las esculturas llevadas a las campañas militares en tiempos de la Reconquista. Lo que sí es cierto, que por su estilo, demuestra ser de una época muy posterior a la citada, y si aparecieron marcas de tierra incrustada en la restauración de la imagen no hace muchos años, correspondería a otras causas, y no a las referidas de estar enterrada para que no cayera en manos  del “infiel” tal y como nos relatan algunas versiones.

Por lo que queda claro que la talla de esta imagen en cuanto a su estilo, no debe de ser anterior al siglo XIII, e inclusive, por su estilo, algunas centurias posterior. En los últimos años, esta venerada imagen fue sometida a una acertada restauración donde muestra en la actualidad toda su belleza artística; máxima al haber sido acertadamente despojada de luengos mantos y antiestéticos y caros rostrillos ancestrales que “tanta riqueza presuntuosa” impedía de algún modo apreciar, como se ha dicho, la delicadeza y belleza de dicha talla policromada, según comentan admirados unos devotos de la imagen.

Mientras el actual edificio que alberga dicha imagen tiene su origen en un proyecto iniciado en 1.706, momento que los vecinos de Fuentelcésped deciden levantar una nueva ermita en honor a su patrona. Este nuevo edificio sustituyo al anterior, ubicado en el mismo lugar que albergaba la imagen, puesto que en ese momento y desde hacía tiempo, no reunía las condiciones adecuadas de una localidad en continuado ascenso demográfico y social y donde difícilmente podría celebrarse el culto con el correcto decoro.

La antigua ermita a la que se refieren se ubicaba, como hemos dicho, y se ubica actualmente bajo los cimientos de la actual, raras referencias existen de la misma salvo que se comentan sucesivos arreglos de mantenimiento por su mal estado y por  su tamaño, donde difícilmente podía realizarse el culto con un correcto decoro al tener unas dimensiones muchísimo más reducidas que la actual. Mucho antes de comenzar los trabajos, surgieron polémicas entre el vecindario por la situación de la nueva ermita, una mayoría, con el alcalde a la cabeza, opinaba que el lugar optimo era la colina donde siempre había estado situada, como siempre una mayoría en Fuentelcésped siempre se ha decantado por lo habitual, reacia a los cambios, y en esta ocasión no pudo ser menos. Sin embargo el párroco, Bernardo Ruiz de Zurbano, junto con un grupo de devotos consideraban que el lugar para su ubicación era mejor en la cuesta de Bodigos (lugar donde se situaban y se asientan los lagares y bodegas), alegando que: “…sería más visitada, más venerada del pueblo, comitentes, viejos, cojos y ciegos…”puesto que el trayecto en todo caso siempre sería mucho más corto. Para resolver esta polémica se celebra una votación general, se vota mayoritariamente por conservar el antiguo emplazamiento que dista unos 2 kilómetros del centro de la villa, resultando mayoritariamente la opción propuesta por el alcalde, con la citada mayoría de vecinos como era de suponer.

Resuelto el problema, toda la población quedó obligada a rediezmar el vino con el fin de costear la nueva empresa, lo primero que se hizo es nombrar una comisión encargada de administrar con sumo cuidado los fondos recaudados.

Así que tiempo después, el nuevo cura, don Bernardo Ruiz, y el alcalde, don Andrés Méndez,  se dirigieron al obispado segoviano con el fin de informarles ampliamente sobre el proyecto de construcción de la nueva ermita, sobre la anterior, con objeto y fin que Nuestra Señora de Nava “…esté aún con mayor dezencia y se frecuente la debozión…”. Por parte del obispado, tras la visita de las autoridades civil y religiosa de la Villa, se apoya el proyecto y se sugiere su contratación con el maestro de obras que se crea más conveniente para llevarla a cabo, dejándolo al albedrío de dichas autoridades, puesto que en un principio el obispado segoviano no va a contribuir económicamente en la obra.

Es el día 18 de agosto de 1706 cuando los canteros  trasmeranos (oriundos de la comarca cántabra de Trasmiera) Diego de Arce y Antonio García, firman la escritura de obligación, en la cual se debían seguir las condiciones elaboradas por el primero y, aunque no eran “…de tanto valor como otras…” presentadas por diferentes profesionales de la arquitectura y la cantería, estas se adecuaban a los recursos económicos de la villa. El pago a su labor quedó fijada en la cantidad de 11.500 reales, corriendo a cargo de los habitantes de Fuentelcésped los materiales y su transporte, aparte de la cantidad indicada.

Como hemos explicado al principio se comenzó la construcción de la ermita, en el lugar elegido, comenzando por el ábside, capilla mayor o cabecera, mientras al haberse derruido la antigua ermita y encontrándose en obras de construcción, la imagen de la Virgen de Nava, se custodiaba y veneraba en la iglesia parroquial de San Miguel; así continuó hasta que la fábrica de la ermita tuvo cerramiento y una cierta medida de seguridad para que la imagen volviera nuevamente a dicho lugar pero a una nueva edificación. Años después, concretamente en 1.713 Diego de Arce se encontraba enfermo y, ante la imposibilidad de finalizar su labor, solicita este constructor al maestro Enrique de Sopeña, que en esos momentos se encontraba construyendo la sacristía de la iglesia parroquial de San Miguel, que “buscase un artífice para llevarla a término”. De ello se responsabilizan los profesionales de Fuentelcésped Antonio Bayo, Toribio Díaz y Miguel Pascual, respetando siempre y en todo momento la cuantía y características del encargo concertado por Diego de Arce; el cual finaliza en 1.715, precisamente en dicho año se procede a erigir la nave principal o cuerpo de la ermita y a construir la portada definitiva, ya que el acceso provisional que existía no cumplía las expectativas marcadas, dicho proyecto lo elabora Enrique Sopeña rematándolo dos nuevos artífices trasmeranos: Juan de las Bárcenas y Domingo Carrera, por la cantidad de 10.000 reales. Los rasgos definitorios impuestos en la etapa anterior se respetaban, siguiendo “…los zimientos que oy se allan abiertos correspondiendo los gruesos conforme la eleczión de los dentellones de la capilla mayor en el lado de mediodía al norte…”.

Comienzan las complicaciones al inicio de la construcción puesto que el maestro Enrique Sopeña, casi con seguridad por coaccionar un precio final más alto y no concertado, sustrae intencionadamente de la casa parroquial la traza y demás notas sobre la obra, no queriéndolos facilitar, a pesar que se le entregaba por ello un doblón. Ante la negativa de su entrega, el Ayuntamiento acuerda que si el párroco, don Juan Francisco Revuelta, no solucionaba el problema debería darse parte a la justicia de Aranda de Duero para localizar a Sopeña y apremiarle a devolver el plano, o traza, y demás documentos bajo las responsabilidades y penas que hubiere lugar.

No existen evidencias si Sopeña entregó la documentación voluntariamente o fue obligado por la justicia a hacerlo, pero lo que afortunadamente ocurrió una vez este entregó la traza sustraída de la construcción, pudo entonces continuarse la obra, hasta ese momento paralizada por la negativa de los maestros contratantes demandantes que hasta que no se les entregase la traza para poder continuar la obra. Una vez resuelta esta dificultad,  surge otro imprevisto: se considera insuficiente la altura de los muros y con el fin de solventarlo se elevarían hasta que “…quedara la Santa Hermita perfecta…”, encargándose de llevar a cabo tal intervención de elevación mural el maestro constructor trasmerano Domingo Carrera.

Las obras continúan su ritmo, por cierto no demasiado rápido, y en 1.719 para dar por concluido su proceso constructivo, el párroco y el Concejo conciertan la realización  de las bóvedas en la cifra de 5.000 reales con el maestro Juan de Lazbal, sería a partir de estos momentos cuando los devotos de Fuentelcésped centran sus esfuerzos en amueblar con dignidad la nueva ermita. Tal cual queda en esa época, es el mismo edificio que ha llegado hasta nuestros días. La construcción se atiene a las características habituales en la comarca ribereña para este tipo de construcciones, presenta planta de cruz latina, de única nave y con cabecera de escasa profundidad; en la zona central del crucero se encuentra un cimborrio cuadrangular que encierra una falsa cúpula. En la parte posterior del presbiterio se encuentra un espacio rectangular que puede utilizarse como doble función: bien como sacristía o como camarín de la Virgen de Nava.

En su exterior, la portada de tipo edicular, está cobijada bajo un arco de medio punto; el primer cuerpo lleva pilastras cajeadas y retropilastras dóricas que flanquean un gran vano adintelado con marco de codillo. Sobre estas pilastras discurre una línea de cornisa que recibe directamente el segundo cuerpo a modo de ático, compuesto por una hornacina de medio punto enmarcada con pilastras y retropilastras, rematándose a través de frontón triangular quebrado para acoger un esbelto pedestal con una cruz. Su espacio está presidido por una escultura pétrea de la Virgen de Nava.

Los lienzos de mampostería refuerzan sus gruesos muros rematados en sus esquinas, las cuales están realzadas con sillares correctamente labrados; dichos lienzos murales presentan en su tercio superior vanos rectangulares, rematándose mediante una sencilla cornisa de codillo. En su flanco de poniente, vemos una espadaña  que consta de dos cuerpos separados por una cornisa, dotados sus huecos de sendas campanas.

El resultado más importante se erige en una de las obras más notables de la villa ribereña, que despierta el orgullo y admiración entre los habitantes de Fuentelcésped, reflejo de la estrecha vinculación entre el pueblo y su patrona. Por ello hablan los datos recogidos, a finales del Siglo XVIII, en el informe enviado a don Bernardo Espinalt y a don Tomás López: “…hermita famosa por su fabrica moderna, de crucero, espadaña, coro, sacristía, bóvedas de ladrillo y tres retablos, como por la soberana imagen de Nuestra Señora de Nava conocida por sus milagros y prodigios. Este mismo texto vuelve a repetirse, a mediados del Ochocientos en el Diccionario Geográfico del desamortizador, don Pascual Madoz en la página 327, y con plena seguridad sería ratificado hogaño. 

Al mismo tiempo que se construye la ermita, se edifica cincuenta metros al oeste de la misma la Casa del Ermitaño, por la necesidad entonces de atender al santuario y a sus visitantes. Posteriormente y durante los últimos años de la pasada centuria solo se utilizaba para el ágape y recepción de autoridades en la fiesta de la “llevada” de la Virgen de Nava; en la actualidad y desde hace pocos años se ha convertido en un confortable albergue que puede cumplir su cometido hasta albergar una veintena de personas, cuenta con todos los servicios indispensables incluido agua, luz eléctrica y calefacción. A diferencia de la ermita, la Casa del Ermitaño, ahora albergue, es de propiedad municipal puesto que según parece en sus orígenes se construyó a expensas del consistorio y que inmatriculó en su día el ayuntamiento de Fuentelcésped siendo su alcalde Francisco Díaz Bayo; revocando al Obispado burgalés que había puesto a su nombre aprovechando la reforma del aticulo 206 de la Ley Hipotecaria.


El albergue actualmente es gestionado por el Ayuntamiento a través de la Corporación Municipal, siendo necesaria una buena promoción de dicho establecimiento, dicho sea de paso.


En cuanto el amueblamiento interior de la ermita-santuario, en contra de opiniones opuestas, no puede ni debe considerarse en absoluto minimalista.  En un primer momento de la finalización de la fábrica, al no poseer la ermita rentas propias fueron costeadas por los vecinos de la villa. Desde entonces  se procedió a la realización del retablo mayor, y los laterales proyectados en torno a la función que regía toda la ermita: la exaltación de la imagen de la patrona. Sería a partir de 1.720, cuando todo el conjunto se ornamenta con cuidadas calidades, en esta fecha el vecino de Ayllón llamado Juan de Sancho contrata la obra del retablo mayor la cual queda concluida muy a gusto del Concejo en 1.721, a pesar que aún faltaba realizar el retablo del camarín de la Virgen de Nava. El dorado de este retablo se llevó a cabo por la cantidad de 17.000 reales a cargo del maestro segoviano Pedro Gutierrez; según consta en el libro de Milagros del Archivo Parroquial: Parecese que el trabajo de este maestro dorador no fue lo suficientemente esmerado, ya que en 1.766 siendo párroco don Manuel Rodriguez de Rionegro, solicita este permiso al señor Obispo de Segovia para “…dorar parte del retablo maior que se haya desbaratado…” Inclusive treinta años después, tuvo que desmontarse el altar, ya que amenazaba ruina, y realizar de nuevo el pedestal. El retablo queda adaptado a la cabecera y consta de banco donde hay dos puertas laterales que sirven de acceso a la sacristía o camarín, con remate superior semicircular. Lo conforman  columnas corintias que incluyen cabezas de serafines, espejos y tallos flanquean la calle mayor, mientras las laterales quedan enmarcadas mediante columnas salomónicas recorridas también por tallos

La calle central de mayor anchura que las laterales, acoge una hornacina de medio punto calada por un transparente. Se corona a través de un dosel con cortinajes que recogen dos ángeles en una composición escenográfica claramente barroca. En las laterales vemos sendos medallones ovalados con putis sobre roleos. Encima de las columnas discurre el entablamento cuyo friso aparece decorado por ménsulas, espejos y hojarascas… (sic)
Una vez finalizado el retablo mayor y su correspondiente dorado, el pueblo acuerda en 1.733, que el dinero obtenido con el rediezmo del vino se aplicase en la realización de nuevos altares. A principios del año siguiente el Concejo, junto a los eclesiásticos de la localidad, toman las medidas necesarias para llevar a cabo los trabajos. Uno de los maestros de la villa,  Manuel Pascual, recibe ese mismo año 2.650 reales por efectuar los retablos laterales dedicados a San Antonio de Padua y a Santa Águeda. El dorado del primero lo acometió el profesional de Fuentelcésped Miguel Ximénez quien firma la escritura de obligación el 12 de febrero de 1.756 por 3.300 reales.

Como parte también del mobiliario de esta ermita destaca junto al lado del evangelio en el crucero un púlpito de características dieciochescas rematado a modo de sombrero por el tornavoz.  Tiene gran interés la conocida carroza, en la que la imagen de la Virgen de Nava es trasladada en procesión, y fue íntegramente construida en Fuentelcésped y por sus propios vecinos puesto que: “…esta villa tenía sujetos de toda habilidad para todos los oficios…” y utiliza como taller para su construcción la ermita de San Isidro. Antes de comenzar la construcción el Concejo decide en 1.760 enviar al maestro retablista fuentelcespense  Manuel Pascual y a Marcelino Sanz para “…tomar las medidas de la carroza de la catedral en la que era sacado el Santísimo Sacramento el día del Corpus Christi.” Desconociendo las causas el costo de la construcción de la carroza se ignora al no haberse registrado en el Libro de Cuentas, ya que fue efectuado por el entusiasmo y generosidad del vecindario.

Una vez finalizada la carroza colocaron sobre ella la talla de la Virgen, y se organizó un gran festejo en el que no faltaron los fuegos de artificio, danzas y novillos cuyo costo superó los 4.000 reales.

Hay constancia que en el año 1.761 se contrata al madrileño Francisco Gómez de Acosta, un maestro dorador y charolista para acometer el dorado de la carroza. Este profesional tenía fama de ser en su profesión uno de los mejores del mundo, y se compromete a llevar la labor encomendada por la cantidad de 6.000 reales, que se recaudan mediante donativos y el rediezmo del vino. Pero al parecer, este dorador que poseía un reconocido prestigio no convencía en su trabajo a los vecinos de Fuentelcésped mostrando una escasa predisposición al  mismo; esto sumado a la impaciencia de los vecinos por ver terminada la carroza, le obligaron  a ocuparse de las obligaciones necesarias durante cuatro horas al día llegando, incluso, a ayudarle personalmente. Tras su conclusión volvió a celebrarse una fiesta acompañada de sermones, danzas, fuegos artificiales y lidia de toros.


Esta pieza sigue el modelo de la carroza de la catedral de Segovia, atribuida a Ramón González o Pedro de Riezgo, y sus características son muy semejantes a las del carro de la Virgen del El Henar en la segoviana villa de Cuellar…

Fuentes:
Textos de Mª José Zaparaín Yáñez – Fuentelcésped, la Villa y su Patrimonio. Siglos XVII-XVIII
Archivo Municipal de Fuentelcésped. (Libros varios)
Archivo Parroquial de Fuentelcésped. (Libros varios)
Biblioteca Nacional.
Archivo Histórico Provincial de Burgos.

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