Fuentelcésped y sus ermitas dedicadas a la
advocación de: San Isidro, Santa Bárbara, y la Virgen de Nava.
A
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estas edades de la historia del hombre, no
vamos a descubrir ni Américas ni Mediterráneos; aunque sí es nuestra intención
clarificar una serie de matices tanto curiosos, como importantes que a estas
alturas seguro que todos los lectores deben conocer:
· - Que
todos los templos cristianos, siempre comienza su construcción por el ábside
del mismo, es decir por la cabecera, y estos siempre, generalmente, están orientados al este (o levante) siempre
“mirando” a Jerusalén.
· - La
mayoría de los templos (en este caso cristiano-católicos) están edificados
sobre otros templos anteriores – o sus ruinas- bien católicos o muy anteriores englobados
dentro de alguna ideología pagana.
Durante
el periodo conocido como Edad Moderna, la Villa de Fuentelcésped, aparte de la
iglesia parroquial, contó con varias ermitas cuya conservación y mejora
dependía directamente del Ayuntamiento y donde el vecindario pudo y desarrolló
sus piadosas prácticas de la forma más intimista y libre. Algunas de ellas perdieron su significado
como tal, como sucedió con la ermita de Santa Barbara, actualmente de propiedad
municipal y en la que no se celebra culto, u otras que desaparecieron a lo
largo de siglos siguientes como es el caso de la de San Isidro que tuvo,
inclusive, de ser derruidas sus paredes ruinosas, para evitar sirviera de
guarida a indeseables o posiblemente para que los muros subsistentes no fueran
testigo de escenas contrarias a las normas piadosas religiosas, más arraigadas
en épocas pretéritas.
ERMITA DE SAN ISIDRO
Aclarados
estos puntos, que posiblemente despejen incógnitas de alguno de los estimados
lectores, me gustaría exponer lo más fielmente posible, una gran parte de los
datos, que en estos momentos poseo, sobre la ermita de la Virgen de Nava y su
construcción a mediados del siglo XVII,
como de la importancia de otras dos ermitas fuentelcespenses: San Isidro y
Santa Barbara.
Cabe
destacar, que con anterioridad a esta época y a lo largo de la Edad Moderna, la
Villa de Fuentelcésped contó con varias ermitas fuera del centro urbano del
pueblo; algunas desaparecieron, como sucedió con la mencionada ermita de San
Isidro, que es necesario reseñar, a la par de la ermita principal que concierne
a esta crónica. Esta ermita de la cual
conocemos que en el año 1.735 el Concejo Consistorial decidió levantar, sobre
los cimientos y terrenos que ocupaba la extinguida ermita de San Antonio – que
se ubicaba en los alrededores de la Cl. de los Pajares, en una zona próxima al
“casco urbano”, una nueva ermita que no comienza a construirse hasta el año
1.747, su construcción es encargada a un arquitecto arandino llamado José
Puente (O posiblemente De la Puente), dos años más tarde, continúa la
construcción un hijo de este de nombre Santiago, que en esa fecha intenta
concluir lo que su padre no había logrado: continuar la terminación del
edificio hasta la línea de cornisa del mismo, siempre fiel al proyecto de su
progenitor. En 1.750 el Consistorio, sin causas conocidas actualmente –
presumiblemente económicas - , decide suspender la continuidad de la obra; pero
dos años más tarde se continúan los trabajos de construcción, siendo costeados,
aparte del consistorio, por el habitual sistema
del “rediezmo del vino” “…para el servicio de Dios nuestro Señor y del glorioso
San Isidro Labrador”. Es en ese año, al ser excelente la recaudación por
medio del citado rediezmo, cuando el trabajo se incrementa a pasos agigantados,
como la parte tan delicada de abovedar el edificio, la cual no llevó a cabo el
arandino Santiago de la Puente, en su lugar lo hicieron un vecino de Ayllón: el
maestro constructor Juan Martín de Olivares, con la colaboración de dos de sus
hijos.
Una
vez finalizada la construcción de la fábrica, como tal, se construye en su
interior amueblándolo con un pequeño retablo de trazas barrocas, el cual fue
atribuido al maestro fuentelcespense Manuel Pascual – El mismo que se involucró
en la ampliación del coro y el órgano de la iglesia parroquial de San Miguel-
cuyo tiempo invertido en la construcción no figura en el registro. En 1.758, y
siendo párroco don Manuel Rodriguez de Rionegro informa al obispado de Segovia
que: “… esta villa y sus vecinos con todo
amor an empleado sus caudales en la construzión
de una hermita que quieren dedicar para culto y veneración de San Ysidro
Labrador, la que está adornada con sus bóvedas, retablo, puertas y demás al
parecer dezente”. Por tal motivo el presbítero pidió permiso para bendecir
las imágenes del Santo y su esposa –de nombre Maria Toribia y natural de la
localidad madrileña de Torrelaguna-, a lo que sin ningún lugar a dudas la
jerarquía obispal segoviana no pone ningún reparo, salvo la advertencia que
este edificio sea mantenido –como siempre a expensas de los vecinos de la villa
a través del consistorio-: “…con la
decencia correspondiente…”. Lo que nos da que pensar que dicho consejo
obispal, fue seguido con oídos sordos, ya que hogaño solo conocemos la
existencia de esta ermita por referencias y escritos, y ni siquiera existe una
referencia monolítica al lugar exacto que se alzó la misma. Aunque hay datos
que aseguran que dicho templo se alzaba en el lugar que actualmente ocupa una
moderna fábrica de patatas fritas, esta teoría la avalan los restos encontrados
durante la cimentación en sus obras de construcción. El único recuerdo físico
existente es la imagen de San Isidro y
de Santa María de la Cabeza, que en excelente estado de conservación se ubican
en el altar mayor de la iglesia parroquial; según relatos populares.
ERMITA DE SANTA BARBARA
En
lo referente a la ermita de Santa Barbara, actualmente y de siempre, propiedad
del consistorio municipal, tenemos importante documentación que nos hace
conocer que en fecha de 13 de Septiembre del año de 1.638, por iniciativa
municipal respaldada por los vecinos de la misma, se comprometen a la
construcción de dicha ermita, costeando la obra, así como celebrar solemnemente
cada 4 de diciembre la festividad de la mártir nacida en Nicomedia, cerca del
mar de Mármara en el siglo III; la cual es objeto de gran devoción, y en acción
de gracias por todos los ruegos que ha concedido, así como la protección de las
cosechas contra “el pedrisco y los malos
nublos” . Esta tradición pidiendo protección a la Santa contra las
tormentas y sus desoladores efectos, continuó hasta casi nuestros días, pues se
cuenta que:
Hay quien recuerda, y
son datos del siglo XX, a la persona encargada de tañer la campana de la ermita
de Santa Barbara cuando se presentía tormenta para ahuyentar los "malos
nublos", y salvar las cosechas del pedrisco, hasta hace poco más de 40
años, primero fue Alejandra y después Encarnación, además y a diario subían la
cuesta hasta la ermita para el toque del Ángelus a mediodía y repetir el mismo
toque a la una de la tarde, para entretenerse durante esa hora se subían el
“mundillo” para hacer el conocido encaje de bolillos, por lo que no es de
extrañar que les salieran "toque campaniles floreados". Algo
similar, en cuanto a las tormentas, y como se ha comentado también acaecía en
Maderuelo, lo que reafirma la conocida y popular frase "sólo nos
acordamos de Santa Barbara cuando truena". (Crónicas de Fuentelcésped
martes, 28 de abril de 2015 Las campanas de Fuentelcésped)
Aunque en 1.639 quedan registrados modestos pagos al cantero Juan de la
Sierra a modo de adelanto, los trabajos de construcción propiamente dichos no
comienzan hasta dos años más tarde, al parecer en esa época no era el siglo de
las prisas”. En septiembre de ese mismo año (1.642) sería cuando el maestro
carpintero Francisco de Cajigal, siguiendo las directrices de Pedro de Alvarado
firma la escritura de obligación para realizar las labores encomendadas a su
profesión. Algo después se contrataría el abastecimiento de madera de pino para
la edificación, con un maderero de la localidad burgalesa de Hontoria del
Pinar, en la comarca de la Demanda, donde se encontraba y se encuentra en la
actualidad una madera de muy buena calidad.
Posteriormente, al ser una obra de interés, principalmente para el
Ayuntamiento que es quien controla el curso de las obras, previa consulta a
técnicos constructores decide levantar casi medio metro, de altura, más la obra
de fachada sobre lo previsto, con lo que la obra de la ermita quedaría: “…más
perficionada y acabada…” . En un principio el retablo donde iba a colocarse
la imagen de la Santa, se encarga a un maestro de Fuentelcésped llamado Toribio
Díaz de Celis – Según figura en el libro de acuerdos 1.579-1.729, folio 217-
más con posterioridad otro artífice y también maestro retablista, cobra por
llevar a cabo la obra (?).
Se cuenta por documentos de la época, el protocolo que generalmente se
llevaba a cabo para el proceso y ejecución de la obra, no sabemos, por otra
parte, si dicho proceso fue llevado a cabo de esta manera en Fuentelcésped, al
menos los canteros de Trasmiera lo ejecutaban del siguiente modo:
Cuando había
necesidad de requerir un trabajo de retablo se colocaba un domingo en la puerta
de la iglesia un bando dirigido a estos maestros. Pasado un mes, los
retablistas se reunían en dicha iglesia y allí iban exponiendo a los mayordomos
y clero de la parroquia sus dibujos, las trazas ideadas y las condiciones de
trabajo y de remuneración. El clero y mayordomos escogían una de estas ofertas
que exponían a los concursantes para comenzar con la subasta. Dicha subasta
duraba el tiempo en que tardaba en consumirse una vela (a veces eran tres) y se
concedía la obra al maestro cuya cantidad ofrecida estuviese puesta en el
momento en que dicha vela se consumía del todo. El requisito siguiente era que
el maestro asignado pagaba una especie de fianza o bien presentaba a otros
compañeros como fiadores.
Una vez
terminada esta sesión, se hacía legalmente el contrato ante notario. Había
además una comisión formada por maestros, encargada de hacer cumplir tanto el
proyecto como las condiciones expuestas.(https://es.wikipedia.org/wiki/Comarca_de_Trasmiera)
Cuatro años después de realizado el protocolo del compromiso de la
firma del contrato de la obligación de la construcción, la ermita está
terminada a falta de la puerta que se colocará en el lienzo sur de esta ermita,
y en 1.645 el Concejo decide: “Con el fin de que la Santa nos libre de los
casos fortuitos atendiendo quan abogada es de dichos casos y nublados de aquí
en adelante (…), el día de Santa Bárbara se guelgue por toda esta villa y sus
vecinos y celebre su fiesta diciendo misa solemne en la dicha hermita y
acudiendo a ella con la deboción posible…”.(sic)
Figura igualmente en el libro de acuerdos del concejo, que en el mes de
febrero de 1.647 dispone el ayuntamiento dorar la imagen de la mártir, “por
haber mayor dezencia”, como también que se pinten tres lienzos al óleo que representen
a: Santiago, Santa Águeda y Cristo crucificado, pinturas que llevó a cabo un
pintor de la localidad burgalesa de Roa, localidad situada a cinco leguas de
Fuentelcésped. Es de señalar, como se ha dicho con anterioridad, que aunque el
Ayuntamiento es el propietario de dicha ermita con su contenido, el patrimonio
que se conforma con el referido contenido lo custodia la iglesia parroquial,
incluida una talla de la Santa titular del templo, por estar con mayores
medidas de seguridad, la imagen, necesitada de una cuidadosa restauración,
puede contemplarse en la sacristía de esta iglesia parroquial. Después
de las normativas del Concilio de Trento (1563) en que se promueve el culto a
las imágenes y los retablos, es cuando surge una cantidad ingente de maestros
imagineros y retablistas que a pasos agigantados amueblaron ermita e iglesias…
pero eso ya es otra historia.
ERMITA-SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE NAVA
Hablar de Nuestra Señora de
Nava, es hablar no solamente del sentimiento devocional de los fuentelcespenses,
puesto que, según referencias, la protección y generosidad de la patrona de
Fuentelcésped, no queda limitada a los habitantes de la villa: “también con
millones de devotos en la comarca, del continente, de España y también de sus
indias…” (En el Libro de Milagros de N. Sra. de Nava)
Sobre su imagen nos refieren: es una talla gótica que a finales del
Siglo XVIII, los vecinos de nuestra villa la tenían por una de las esculturas
llevadas a las campañas militares en tiempos de la Reconquista. Lo que sí
es cierto, que por su estilo, demuestra ser de una época muy posterior a la
citada, y si aparecieron marcas de tierra incrustada en la restauración de la imagen
no hace muchos años, correspondería a otras causas, y no a las referidas de
estar enterrada para que no cayera en manos
del “infiel” tal y como nos relatan algunas versiones.
Por lo que queda claro que la talla de esta imagen en cuanto a su
estilo, no debe de ser anterior al siglo XIII, e inclusive, por su estilo,
algunas centurias posterior. En los últimos años, esta venerada imagen fue
sometida a una acertada restauración donde muestra en la actualidad toda su
belleza artística; máxima al haber sido acertadamente despojada de luengos
mantos y antiestéticos y caros rostrillos ancestrales que “tanta riqueza
presuntuosa” impedía de algún modo apreciar, como se ha dicho, la delicadeza y
belleza de dicha talla policromada, según comentan admirados unos devotos de la
imagen.
Mientras el actual edificio que alberga dicha imagen tiene su origen en
un proyecto iniciado en 1.706, momento que los vecinos de Fuentelcésped deciden
levantar una nueva ermita en honor a su patrona. Este nuevo edificio sustituyo
al anterior, ubicado en el mismo lugar que albergaba la imagen, puesto que en
ese momento y desde hacía tiempo, no reunía las condiciones adecuadas de una
localidad en continuado ascenso demográfico y social y donde difícilmente
podría celebrarse el culto con el correcto decoro.
La antigua ermita a la que se refieren se ubicaba, como hemos dicho, y
se ubica actualmente bajo los cimientos de la actual, raras referencias existen
de la misma salvo que se comentan sucesivos arreglos de mantenimiento por su
mal estado y por su tamaño, donde
difícilmente podía realizarse el culto con un correcto decoro al tener unas
dimensiones muchísimo más reducidas que la actual. Mucho antes de
comenzar los trabajos, surgieron polémicas entre el vecindario por la situación
de la nueva ermita, una mayoría, con el alcalde a la cabeza, opinaba que el
lugar optimo era la colina donde siempre había estado situada, como siempre una
mayoría en Fuentelcésped siempre se ha decantado por lo habitual, reacia a los
cambios, y en esta ocasión no pudo ser menos. Sin embargo el párroco, Bernardo
Ruiz de Zurbano, junto con un grupo de devotos consideraban que el lugar para
su ubicación era mejor en la cuesta de Bodigos (lugar donde se situaban y se asientan
los lagares y bodegas), alegando que: “…sería más visitada, más venerada del
pueblo, comitentes, viejos, cojos y ciegos…”puesto que el trayecto en todo
caso siempre sería mucho más corto. Para resolver esta polémica se
celebra una votación general, se vota mayoritariamente por conservar el antiguo
emplazamiento que dista unos 2 kilómetros del centro de la villa, resultando
mayoritariamente la opción propuesta por el alcalde, con la citada mayoría de
vecinos como era de suponer.
Resuelto el problema, toda la población quedó obligada a rediezmar el
vino con el fin de costear la nueva empresa, lo primero que se hizo es nombrar
una comisión encargada de administrar con sumo cuidado los fondos recaudados.
Así que tiempo después, el nuevo cura, don Bernardo Ruiz, y el alcalde,
don Andrés Méndez, se dirigieron al
obispado segoviano con el fin de informarles ampliamente sobre el proyecto de
construcción de la nueva ermita, sobre la anterior, con objeto y fin que
Nuestra Señora de Nava “…esté aún con mayor dezencia y se frecuente la
debozión…”. Por parte del obispado, tras la visita de las autoridades civil
y religiosa de la Villa, se apoya el proyecto y se sugiere su contratación con
el maestro de obras que se crea más conveniente para llevarla a cabo, dejándolo
al albedrío de dichas autoridades, puesto que en un principio el obispado
segoviano no va a contribuir económicamente en la obra.
Es el día 18 de agosto de 1706 cuando los canteros trasmeranos (oriundos de la comarca cántabra
de Trasmiera) Diego de Arce y Antonio García, firman la escritura de
obligación, en la cual se debían seguir las condiciones elaboradas por el
primero y, aunque no eran “…de tanto valor como otras…” presentadas por
diferentes profesionales de la arquitectura y la cantería, estas se adecuaban a
los recursos económicos de la villa. El pago a su labor quedó fijada en la
cantidad de 11.500 reales, corriendo a cargo de los habitantes de Fuentelcésped
los materiales y su transporte, aparte de la cantidad indicada.
Como hemos explicado al principio se comenzó la construcción de la
ermita, en el lugar elegido, comenzando por el ábside, capilla mayor o
cabecera, mientras al haberse derruido la antigua ermita y encontrándose en
obras de construcción, la imagen de la Virgen de Nava, se custodiaba y veneraba
en la iglesia parroquial de San Miguel; así continuó hasta que la fábrica de la
ermita tuvo cerramiento y una cierta medida de seguridad para que la imagen
volviera nuevamente a dicho lugar pero a una nueva edificación. Años después,
concretamente en 1.713 Diego de Arce se encontraba enfermo y, ante la
imposibilidad de finalizar su labor, solicita este constructor al maestro
Enrique de Sopeña, que en esos momentos se encontraba construyendo la sacristía
de la iglesia parroquial de San Miguel, que “buscase un artífice para
llevarla a término”. De ello se responsabilizan los profesionales de
Fuentelcésped Antonio Bayo, Toribio Díaz y Miguel Pascual, respetando siempre y
en todo momento la cuantía y características del encargo concertado por Diego
de Arce; el cual finaliza en 1.715, precisamente en dicho año se procede a
erigir la nave principal o cuerpo de la ermita y a construir la portada
definitiva, ya que el acceso provisional que existía no cumplía las
expectativas marcadas, dicho proyecto lo elabora Enrique Sopeña rematándolo dos
nuevos artífices trasmeranos: Juan de las Bárcenas y Domingo Carrera, por la
cantidad de 10.000 reales. Los rasgos definitorios impuestos en la etapa
anterior se respetaban, siguiendo “…los zimientos que oy se allan abiertos
correspondiendo los gruesos conforme la eleczión de los dentellones de la
capilla mayor en el lado de mediodía al norte…”.
Comienzan las complicaciones al inicio de la construcción puesto que el
maestro Enrique Sopeña, casi con seguridad por coaccionar un precio final más
alto y no concertado, sustrae intencionadamente de la casa parroquial la traza
y demás notas sobre la obra, no queriéndolos facilitar, a pesar que se le
entregaba por ello un doblón. Ante la negativa de su entrega, el Ayuntamiento
acuerda que si el párroco, don Juan Francisco Revuelta, no solucionaba el
problema debería darse parte a la justicia de Aranda de Duero para localizar a
Sopeña y apremiarle a devolver el plano, o traza, y demás documentos bajo las
responsabilidades y penas que hubiere lugar.
No existen evidencias si Sopeña entregó la documentación
voluntariamente o fue obligado por la justicia a hacerlo, pero lo que
afortunadamente ocurrió una vez este entregó la traza sustraída de la
construcción, pudo entonces continuarse la obra, hasta ese momento paralizada
por la negativa de los maestros contratantes demandantes que hasta que no se
les entregase la traza para poder continuar la obra. Una vez resuelta esta
dificultad, surge otro imprevisto: se
considera insuficiente la altura de los muros y con el fin de solventarlo se
elevarían hasta que “…quedara la Santa Hermita perfecta…”, encargándose
de llevar a cabo tal intervención de elevación mural el maestro constructor
trasmerano Domingo Carrera.
Las obras continúan su ritmo, por cierto no demasiado rápido, y en 1.719
para dar por concluido su proceso constructivo, el párroco y el Concejo
conciertan la realización de las bóvedas
en la cifra de 5.000 reales con el maestro Juan de Lazbal, sería a partir de
estos momentos cuando los devotos de Fuentelcésped centran sus esfuerzos en amueblar
con dignidad la nueva ermita. Tal cual queda en esa época, es el mismo edificio
que ha llegado hasta nuestros días. La construcción se atiene a las
características habituales en la comarca ribereña para este tipo de
construcciones, presenta planta de cruz latina, de única nave y con cabecera de
escasa profundidad; en la zona central del crucero se encuentra un cimborrio
cuadrangular que encierra una falsa cúpula. En la parte posterior del
presbiterio se encuentra un espacio rectangular que puede utilizarse como doble
función: bien como sacristía o como camarín de la Virgen de Nava.
En su
exterior, la portada de tipo edicular, está cobijada bajo un arco de medio
punto; el primer cuerpo lleva pilastras cajeadas y retropilastras dóricas que
flanquean un gran vano adintelado con marco de codillo. Sobre estas pilastras
discurre una línea de cornisa que recibe directamente el segundo cuerpo a modo
de ático, compuesto por una hornacina de medio punto enmarcada con pilastras y
retropilastras, rematándose a través de frontón triangular quebrado para acoger
un esbelto pedestal con una cruz. Su espacio está presidido por una escultura
pétrea de la Virgen de Nava.
Los lienzos de mampostería refuerzan sus gruesos muros rematados en sus
esquinas, las cuales están realzadas con sillares correctamente labrados;
dichos lienzos murales presentan en su tercio superior vanos rectangulares,
rematándose mediante una sencilla cornisa de codillo. En su flanco de poniente,
vemos una espadaña que consta de dos cuerpos
separados por una cornisa, dotados sus huecos de sendas campanas.
El resultado más importante se erige en una de las obras más notables
de la villa ribereña, que despierta el orgullo y admiración entre los
habitantes de Fuentelcésped, reflejo de la estrecha vinculación entre el pueblo
y su patrona. Por ello hablan los datos recogidos, a finales del Siglo XVIII,
en el informe enviado a don Bernardo Espinalt y a don Tomás López: “…hermita
famosa por su fabrica moderna, de crucero, espadaña, coro, sacristía, bóvedas
de ladrillo y tres retablos, como por la soberana imagen de Nuestra Señora de
Nava conocida por sus milagros y prodigios. Este mismo texto vuelve a
repetirse, a mediados del Ochocientos en el Diccionario Geográfico del
desamortizador, don Pascual Madoz en la página 327, y con plena seguridad sería
ratificado hogaño.
Al mismo tiempo que se construye la ermita, se edifica cincuenta metros
al oeste de la misma la Casa del Ermitaño, por la necesidad entonces de atender
al santuario y a sus visitantes. Posteriormente y durante los últimos años de
la pasada centuria solo se utilizaba para el ágape y recepción de autoridades
en la fiesta de la “llevada” de la Virgen de Nava; en la actualidad y desde
hace pocos años se ha convertido en un confortable albergue que puede cumplir
su cometido hasta albergar una veintena de personas, cuenta con todos los
servicios indispensables incluido agua, luz eléctrica y calefacción. A
diferencia de la ermita, la Casa del Ermitaño, ahora albergue, es de propiedad
municipal puesto que según parece en sus orígenes se construyó a expensas del
consistorio y que inmatriculó en su día el ayuntamiento de Fuentelcésped siendo su alcalde
Francisco Díaz Bayo; revocando al Obispado burgalés que había puesto a su nombre aprovechando la reforma del aticulo 206 de la Ley Hipotecaria.
El albergue actualmente es gestionado por el Ayuntamiento a través de
la Corporación Municipal, siendo necesaria una buena promoción de dicho
establecimiento, dicho sea de paso.
En cuanto el amueblamiento interior de la ermita-santuario, en contra
de opiniones opuestas, no puede ni debe considerarse en absoluto minimalista. En un primer momento de la finalización de la
fábrica, al no poseer la ermita rentas propias fueron costeadas por los vecinos
de la villa. Desde entonces se procedió
a la realización del retablo mayor, y los laterales proyectados en torno a la
función que regía toda la ermita: la exaltación de la imagen de la patrona.
Sería a partir de 1.720, cuando todo el conjunto se ornamenta con cuidadas
calidades, en esta fecha el vecino de Ayllón llamado Juan de Sancho contrata la
obra del retablo mayor la cual queda concluida muy a gusto del Concejo en
1.721, a pesar que aún faltaba realizar el retablo del camarín de la Virgen de
Nava. El dorado de este retablo se llevó a cabo por la cantidad de 17.000
reales a cargo del maestro segoviano Pedro Gutierrez; según consta en el libro
de Milagros del Archivo Parroquial: Parecese que el trabajo de este maestro
dorador no fue lo suficientemente esmerado, ya que en 1.766 siendo párroco don
Manuel Rodriguez de Rionegro, solicita este permiso al señor Obispo de Segovia
para “…dorar parte del retablo maior que se haya desbaratado…” Inclusive
treinta años después, tuvo que desmontarse el altar, ya que amenazaba ruina, y
realizar de nuevo el pedestal. El retablo queda adaptado a la cabecera y consta
de banco donde hay dos puertas laterales que sirven de acceso a la sacristía o
camarín, con remate superior semicircular. Lo conforman columnas corintias que incluyen cabezas de
serafines, espejos y tallos flanquean la calle mayor, mientras las laterales
quedan enmarcadas mediante columnas salomónicas recorridas también por tallos
La calle
central de mayor anchura que las laterales, acoge una hornacina de medio punto
calada por un transparente. Se corona a través de un dosel con cortinajes que
recogen dos ángeles en una composición escenográfica claramente barroca. En las
laterales vemos sendos medallones ovalados con putis sobre roleos. Encima de
las columnas discurre el entablamento cuyo friso aparece decorado por ménsulas,
espejos y hojarascas… (sic)
Una vez
finalizado el retablo mayor y su correspondiente dorado, el pueblo acuerda en
1.733, que el dinero obtenido con el rediezmo del vino se aplicase en la
realización de nuevos altares. A principios del año siguiente el Concejo, junto
a los eclesiásticos de la localidad, toman las medidas necesarias para llevar a
cabo los trabajos. Uno de los maestros de la villa, Manuel Pascual, recibe ese mismo año 2.650
reales por efectuar los retablos laterales dedicados a San Antonio de Padua y a
Santa Águeda. El dorado del primero lo acometió el profesional de Fuentelcésped
Miguel Ximénez quien firma la escritura de obligación el 12 de febrero de 1.756
por 3.300 reales.
Como parte también del mobiliario de esta ermita destaca junto al lado
del evangelio en el crucero un púlpito de características dieciochescas
rematado a modo de sombrero por el tornavoz.
Tiene gran interés la conocida carroza, en la que la imagen de la Virgen
de Nava es trasladada en procesión, y fue íntegramente construida en
Fuentelcésped y por sus propios vecinos puesto que: “…esta villa tenía
sujetos de toda habilidad para todos los oficios…” y utiliza como taller
para su construcción la ermita de San Isidro. Antes de comenzar la construcción
el Concejo decide en 1.760 enviar al maestro retablista fuentelcespense Manuel Pascual y a Marcelino Sanz para “…tomar
las medidas de la carroza de la catedral en la que era sacado el Santísimo
Sacramento el día del Corpus Christi.” Desconociendo las causas el costo de
la construcción de la carroza se ignora al no haberse registrado en el Libro de
Cuentas, ya que fue efectuado por el entusiasmo y generosidad del vecindario.
Una vez finalizada la carroza colocaron sobre ella la talla de la Virgen, y se organizó un gran festejo en el que no faltaron los fuegos de artificio, danzas y novillos cuyo costo superó los 4.000 reales.
Hay constancia que en el año 1.761 se contrata al madrileño Francisco
Gómez de Acosta, un maestro dorador y charolista para acometer el dorado de la
carroza. Este profesional tenía fama de ser en su profesión uno de los mejores
del mundo, y se compromete a llevar la labor encomendada por la cantidad de
6.000 reales, que se recaudan mediante donativos y el rediezmo del vino. Pero
al parecer, este dorador que poseía un reconocido prestigio no convencía en su
trabajo a los vecinos de Fuentelcésped mostrando una escasa predisposición
al mismo; esto sumado a la impaciencia
de los vecinos por ver terminada la carroza, le obligaron a ocuparse de las obligaciones necesarias
durante cuatro horas al día llegando, incluso, a ayudarle personalmente. Tras
su conclusión volvió a celebrarse una fiesta acompañada de sermones, danzas,
fuegos artificiales y lidia de toros.
Esta pieza
sigue el modelo de la carroza de la catedral de Segovia, atribuida a Ramón
González o Pedro de Riezgo, y sus características son muy semejantes a las del
carro de la Virgen del El Henar en la segoviana villa de Cuellar…
Fuentes:
Textos de Mª José Zaparaín Yáñez – Fuentelcésped, la Villa y su Patrimonio. Siglos XVII-XVIII
Textos de Mª José Zaparaín Yáñez – Fuentelcésped, la Villa y su Patrimonio. Siglos XVII-XVIII
Archivo
Municipal de Fuentelcésped. (Libros varios)
Archivo
Parroquial de Fuentelcésped. (Libros varios)
Biblioteca
Nacional.
Archivo Histórico
Provincial de Burgos.
Otros.
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