CRÓNICAS DE LA VILLA DE FUENTELCÉSPED

Creando futuro, recuperando el pasado

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Los Danzantes de Fuentelcésped

Los Danzantes de Fuentelcésped

E
l principal de mis “pesares” al no haber nacido y haber sido criado desde mi más tierna infancia en Fuentelcésped, pudiera haber sido la frustración de no haber podido ser danzante, puesto que contaba con algo más de 20 años la primera vez que mis ojos contemplaron la Villa de Fuentelcésped, y esa edad, por supuesto, es demasiado avanzada como para meterte dentro del traje infantil, que no de adulto, de los Danzantes de Fuentelcésped, como, igualmente, aprender adecuadamente eso de “palotear”, “calle arriba”, “cuatreo”, “calle abajo”…palabrejas (con perdón) que al profano, como a un servidor al principio de la década de los setenta, la verdad que le pueden sonar a tibetano, por no caer en la utopía de  “chino”.


Recuerdo con cierta nostalgia aquellos tiempos y que el cura párroco era don Sabino, que permaneció como presbítero hasta finales de dicha década, eso como uno de los pocos datos puntuales de entonces, e igualmente viene a mi memoria que durante esos años, la ausencia de dulzaineros para acompañar las danzas, la suplía una cinta reproducida por un radiocasete colocada sobre la carroza; grabación interpretada por Toribio y Félix Martín “Los Perúles”, últimos dulzaineros que en una época anterior tuvo Fuentelcésped; mientras, alternadas con la jota segoviana una por una se ejecutaban las danzas que solo se realizaban 5 de las diez que hubo en un principio, según me refirieron los más ancianos de la Villa.


Pronto supe que esas fiestas que se celebraban en el mes de Junio, y los danzantes “salían a la palestra” fue declarada de Interés Turístico Nacional, pero ignoro en qué fecha se produjo tan acertado nombramiento. Lo que es cierto, es lo poco promocionados que están y han estado nuestros danzantes, una composición donde se mezcla el colorido con una técnica aprendida tras muchas horas de ensayo y paciencia del responsable de la citada ejecución: El Zarragón.

Como dicen que lo que gusta se aprende pronto, me quedé con la parte final de las danzas, conocidas en el argot de los danzantes como “el palillo” una ejecución sumamente rápida donde los danzantes a una velocidad semi - vertiginosa, se entrechocan los palos. Para el profano el palillo de todas las danzas sería idéntico, más no es así, es igual en todas las danzas excepto en una: La Marcha Real, cuyo comienzo tiene “cierta particularidad” en cuanto en la posición de partida.
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Aunque hay datos de la conocida “Traída de la Virgen de Nava”, festividad que según se afirma se viene celebrando desde la mitad del siglo XVIII; a los danzantes se les supone una antigüedad ligeramente anterior, curiosamente las danzas gozan de más antigüedad que la festividad en sí, de la que tanto ellos (los danzantes) como la imagen, supuestamente gótica, de la Virgen de Nava, son los principales protagonistas. Y hablamos de la supuesta antigüedad de los danzantes, muy anterior a la que tradicionalmente se contempla que se fija a finales del siglo XVIII, y no es así, puesto que según hemos indagado, hayamos un documento en el registro fechado en 1.735, en el que se realiza un presupuesto municipal para adquisición de “zapatillas para los danzantes” lo que confirma la anterioridad referida, queriendo decir con ello de ser bastante anterior los orígenes atribuidos.




Junto con mi admiración por estas danzas, siempre ha andado pareja mi impotencia sobre una acertada labor de promoción de las mismas, pues triste resulta que cosas que carecen de importancia sean adornadas con un aurea de pseudodivinidad de interesante, cuando sus carencias superan a sus bondades, y no en el caso que nos compete: Los danzantes.

Luego si la suerte hubiera acompañado, del mismo modo que aparece un Ernest Hemingway en el Café Iruña de Pamplona y solamente con su pluma convierte unos encierros taurinos en la máxima atracción mundial de la capital del antiguo reino de Navarra; podría haber hecho lo mismo aterrizando en Fuentelcésped antes de su suicidio, y tomarse un vino en el bar de Pepe antes de echar con algún paisano una partida al futbolín; seguro que estos les habrían invitado, aparte de bajar a las bodegas, a conocer a nuestros danzantes, que hubiera hablado de ellos tanto como hablo de la Guerra Civil y los encierros a Pamplona. Y eso que encierros con más solera y antigüedad los tenemos próximos de nuestra Villa en dos provincias vecinas, me estoy refiriendo a los segovianos de Cuellar y a los vallisoletanos de Peñafiel, pero allí no estuvo Hemingway para hablar de ellos, por eso mayoritariamente al igual que nuestros danzantes pese a sus enormes meritos, pasarán sin pena ni gloria a la espera de que la inteligencia humana, el conocimiento adecuado y el buen gusto de un paso a su favor y ocupen el reconocimiento debido en su momento y en su lugar correspondiente.

Por estas cosas, y viendo lo que hay en este planeta, no es de extrañar que se busque en otro vida inteligente.



Pero nada mejor que para conocer a los danzantes, las fiestas… lo nuestro, irnos a una antigua crónica de nuestro paisano Luis Miguel de Blas, que aparte de entender de buenos vinos también es experto en nuestra tradición. El siguiente artículo, con seguridad para muchos, gozará de alguna imprecisión si no se tiene en cuenta que fue escrito hace muchísimos años, concretamente en 1.982, y aunque lo básico no ha variado, si han cambiado pequeños aspectos de ese protocolo original que Luis Miguel nos describe con cariño a su pueblo, a sus danzas y danzantes.

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Los danzantes de Fuentelcésped
Por Luis Miguel de Blas

A
 partir de la segunda quincena del mes de Mayo se empiezan a sentir en el pueblo de Fuentelcésped los preparativos de sus fiestas. Se eligen los mayordomos de la Virgen de Nava, que serán los encargados de atenderla hasta el próximo año. Invitan a las personas que han de ser «zarragón», danzantes y «angelitos», a participar en los distintos actos de la fiesta. El «zarragón» ha de ser un joven que haya sido danzante durante varios años y que por razón de edad o estatura no pueda seguir siéndolo. Tiene una doble función: por un lado, la de enseñar el paloteo y la perfecta ejecución de las danzas a los nuevos danzantes, y por otro, la de guiarles si se confunden el día de la fiesta, cuidando además de que la gente se separe lo suficiente para no molestar les, ayudándose para esta misión de una tralla simbólica. Los ocho danzantes se eligen entre niños de edades comprendidas entre nueve y catorce años, buscando más el acoplamiento de la estampa del niño y el traje que la perfecta ejecución de las danzas. De entre los más veteranos se buscan a los cuatro que mejor interpreten las danzas y bailen la jota, para ser “guías” del resto de los compañeros colocándoles en las cuatro esquinas de la formación. En el Ayuntamiento se sortea entre las cuadrillas quién ha de llevar los santos y la carroza de la Virgen. Se preparan las típicas rosquillas «de cañada», rellenas con miel, piñones y chocolate, que adornarán el ramo que un devoto dona a la Virgen para su posterior sorteo.


LA FIESTA
 La víspera de San Antonio, hasta comienzos de los años setenta era la fecha en que se celebraba la «traída». Hoy por imposición de las necesidades laborales se celebra el sábado más próximo al trece de junio. La «traída» que se viene realizando desde 1760 consiste en trasportar a la Virgen desde su ermita situada a 2 Km. del pueblo hasta la Iglesia parroquial donde permanecerá hasta la festividad de San Juan, fecha de la «llevadas o devolución de la imagen a la ermita, que actualmente se celebra dos semanas después de la “traída”. Tradicionalmente el día de la “traída” los músicos esperaban en la plaza la llegada del “zarragón”, que les acompañaba a buscar a los danzantes a sus casas, quienes tocando las castañuelas o “pitos”, al son del pasacalles, iban hasta la casa del cura donde les esperaba éste y la comitiva municipal. para ir en busca de la Virgen. Allí se colocaban los danzantes en dos filas de a cuatro, con los «guías» en las esquinas y el «zarragón» en el centro, «dando la cara» a los ediles municipales para, al son de la jota segoviana, ir bailando hasta llegar a la ermita.

Otra nota vistosa de la fiesta la constituye la figura de los «angelitos»; niños menores de cuatro años con la misión de adornar la carroza de la Virgen simulando, agarrados de cintas, tirar de ella. En la ermita los danzantes bailan ante la imagen hasta que ésta llega a la puerta donde se interpreta la primera danza, «La Marcha Real», de paloteo como el resto. Así comienza la procesión, que tendrá cuatro paradas más para interpretar en cada una de ellas una nueva danza. La siguiente en interpretarse será «Dios Te Salve María », con la que se dará comienzo al rezo del Santo Rosario. Luego se danzará «Arriba Quintana», después «La Palmira» y a la entrada de la iglesia parroquial «La Secretaria». Posteriormente se coloca la imagen con su carroza delante del altar mayor y se la despide con el cántico de la Salve en el que participa todo el pueblo.

 El día de San Antonio, se sacará la carroza para la procesión y de nuevo los danzantes, volverán a interpretar las danzas en el mismo orden. En la “llevada” además del ritual ya descrito para la fiesta de la “traída”, se hace concurso de carrozas, finalizando la fiesta con una merienda campestre en la pradera de la ermita, para que al caer la noche con el cántico de la Salve y la despedida «Adiós Virgen María»,  se hagan votos por volver al próximo año. Durante su estancia en la parroquia. Todos los días hay rosario cantado por las calles del pueblo, sacando los estandartes y faroles de la Iglesia y ermita al mismo tiempo. También todos los días despiden a su patrona con la Salve cantada.

LOS DANZANTES
 D. Manuel Rodríguez Rionegro relatando la historia de la Virgen en el libro «Milagros de María Santísima de Nava» habla, refiriéndose al año de 1760: dice que resolvieron junto con otros devotos el hacer una carroza o carro triunfante para colocar en él a esta Señora, llevarla y traerla en ella cuando se ofreciese... Y pudo colocarse la Soberana Imagen en ella, llevándola a su Ermita y trayéndola para su fiesta principal a esta parroquia, que se celebró con más de cuatro mil reales de coste de fuegos que vinieron de Alcalá, con más novillos y danzas». Refiriéndose al año siguiente vuelve a hablar de «gastos para fuegos, toros de muerte, sermones y danzas.» «...10 que todo pagaron los comisarios de esta Señora...». Los Danzantes de Fuentelcésped como tales, pueden tener su origen a finales del S. XVIII, principios del XIX. El mismo párroco citado anteriormente, en el informe que envía en el año 1786 a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de la provincia de Segovia, habla, refiriéndose al pueblo y sus tradiciones, de la Virgen de Nava, su carroza, la devoción de los moradores, pero en ningún momento hace alusión a los danzantes; hecho que por tan singular y pintoresco, sería obligado citar. Tenemos conocimiento de la existencia de danzantes, en épocas muy anteriores, en otros lugares de la provincia de Burgos, como puede ser el caso de Villafranca de Montes de Oca, Barbadillo del Mercado, Juarros, etc... Justo del Río, en su libro «Danzas Típicas Burgalesas», citando a D. Anselmo Silva, hace una descripción de estos danzantes que ya en los siglos XVI y XVII iban contratados a otros pueblos: «Todos los danzantes según la tradición, se presentaban vestidos muy a la rústica... Usaban como prendas principales: las calzas, el tonelete, el juboncillo y algún vistoso pañuelo o alguna caprichosa banda y se ponían en la cabeza sus guirnaldas o coronas de laurel o de yedra, con mezcla de varias florecillas silvestres ».





La indumentaria de los danzantes ha llegado hasta nuestros días sin sufrir grandes variaciones, conservando toda su riqueza, colorido y tipismo. Destaca en estos trajes la viveza de colorido y los detalles utilizados en la ornamentación de cada una de las prendas, consiguiendo una estampa pintoresca muy agradable y llamativa. Llevan todos los danzantes zapatillas blancas y calzas caladas también de color blanco. El calzón, corto, de tela adamascada, se sujeta en la parte superior de la rodilla con un lazo de seda a juego con el «volante», rematado con fleco dorado. Las enaguas blancas, almidonadas y adornadas con puntilla de encaje. El volante, faldilla exterior que cubre totalmente las enaguas, llegando hasta la mitad del muslo, cambia de color según la fecha en que se ha de vestir y los danzantes que han de utilizarlo. Para la <<traída>> y «llevadas, los «guías» van de rojo y el resto de amarillo y para el día de San Antonio visten los trajes nuevos, de color verde para los «guías» y rojo para el resto. La razón de estos cambios no es otra que la de preservar los trajes nuevos para el día de mayor lucimiento en el que los danzantes asistirán a misa, danzando después, en la procesión por las calles del pueblo. Llevan por adornos tres tiras horizontales, paralelas, de pasamanería dorada y, simulando un delantal, una M mariana decorada con una rosa en cada uno de sus vértices, todo ello de la misma pasamanería. La camisa blanca, cerrada en el cuello con una pajarita del mismo color que el volante, está adornada con chorreras de encaje, en las que lucen vistosos broches de pedrería que rememoran las condecoraciones del guerrero. Los danzantes, lucen también una banda transversal ceñida a la izquierda de la cintura y otras dos sujetas en los hombros y con tres lorzas a la altura del pecho, rematadas todas ellas con galón dorado. Los puños van adornados con encaje y sujetos con una cinta de pasamanería. Resulta especialmente curioso la espaldilla, escarapela de la que cuelgan cintas multicolores, que como su nombre indica, sujeta de los hombros, cubre toda la espalda. Además de las cintas, componen la espaldilla unas rosas, que sujetan las cintas, hechas todas ellas con tiras de seda.

 Podría decirse que lo más llamativo del conjunto del traje es el gorro: alto, forrado con tela roja y adornado con un galón dorado, lleva encima un conjunto multicolor de flores de papel, hoy de tela, colocadas con exquisito gusto. El «zarragón» viste más sobriamente, llevando pantalón blanco largo, banda cruzada roja, chorrera y en vez de espaldilla una M, hecha de bandas rojas.


LAS DANZAS
 Las danzas de Fuentelcésped, son danzas de paloteo, de rancio sabor castellano; derivadas de las danzas guerreras del norte de España, de las que conservan varios elementos como el salto, cambios de ritmo, choque brusco de palos. Tienen su peculiaridad en que son interpretadas por niños, lo que las hace perder esa virilidad originaria, pero las hace ganar en encanto, por la gracia de los movimientos. El ritmo de ejecución es lento pero vivo. Al son de las dulzainas, los danzantes van formando en distinta s posiciones, girando y entrecruzándose haciendo cuatro calles, para finalizar cada danza con el palillo, ritmo muy acelerado en el que se repiten los movimientos anteriores, chocando los palos cruzados. Hay dos formas de entrechocar los palos: «palo sencillo» y «palo doble». El «sencillo» consiste en «marcar un puntos o sea golpear con el palo de la mano derecha sobre el palo que sostiene la mano izquierda. «Palo doble» es aquél que se ejecuta de la misma manera pero dando dos golpes en lugar de uno. Las danzas que se bailan actualmente son las cinco  citadas anteriormente:

 «La Marcha Real»
 «Dios te salve María».
 «Arriba Quintana»
 «La Palmira»
 «La Secretaria».

 Otras tres danzas han desaparecido; pero se están tratando de recuperar:
 «La Pavana»
 «Los Francos».
 «Niña Bonita».

 Las denominadas «La Cruz o Baile de la Virgen>> y «La jota», no se consideran danzas sino bailes, pero 'juntas constituyen ((la danzada. y siempre entre danza y danza se baila la jota), Las danzas se componen de las siguientes partes:
 1° Lazo adentro
 2° Lazo afuera
 3° Cuatreo.
 4° Calle arriba.
 5° Calle abajo.
 6° Media calle (para cambiar de posición).
 No todas las danzas cumplen todos estos pasos, eliminándose en algunos casos el cuatreo. Pero siempre empieza la danza colocándose los danzantes en dos filas paralelas mirando a la Virgen.
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Danzantes, año de 1.927


A MODO DE EPILOGO

No sería justo ni correcto, que por parte del cronista dejase el resto a la imaginación siempre del amable lector; de vez en cuando creo que los escritores debemos adquirir el compromiso de bucear un poco en el campo de la investigación histórica, máxime cuando tengamos documentos u objetos diversos que nos lo permitan, y casualmente Fuentelcésped lo tiene; a pesar de un antiquísimo archivo parroquial, de un decanato anterior al Concilio de Trento, que por un “misterio fermoso” a “alguien” se le ocurrió la gentil idea, de sacarlo del ruinoso edificio conocido como Casaelcura, cabe la Plaza de España, y en lugar de almacenarlo en la sacristía del templo parroquial o en su defecto en la seguridad que ofrece en el Consistorio, la sala del archivo municipal; lo han trasladado a la sede del Obispado burgalés, con lo cual hogaño resulta asaz difícil - prácticamente una misión imposible -, poder consultar dichos legajos para un trabajo de calidad, o simplemente elaborar el árbol geanológico familiar por parte de cualquiera. Un archivo tan completo, que se sepa que gracias al mismo, un vecino de esta Villa – El profesor don Ángel García Sanz - obtuvo su tesis doctoral, cum laude,  basada en solo una pequeña parte del contenido histórico que dicho registro almacenaba.

Año 1959

Pues ahora, sin poder acceder a dicha consulta, toca resignarse, es lo que se dice, y al parecer todavía hay quien disfruta negando el derecho a la información, bien sea intencionada o fortuitamente constituye un precipicio insalvable para una correcta difusión cultural histórica, o de investigación, de las crónicas de la Villa.

No obstante, gracias podemos dar al buen material que guarda nuestro archivo municipal, donde gracias a lo allí contenido se pueden tener conceptos mucho más claros y verídicos que los que se suelen transmitir de modo verbal, a pesar de la supuesta buena intención del relatante.

En lo que respecta al tema de esta monografía sobre danzas y danzantes, tan estrechamente unidas a la traída de la ermita y llevada a la misma a la imagen de Nuestra Sra. la Virgen de Nava, hay muchas matizaciones que varían ampliamente de lo que fue antaño, en su origen y tras el mismo.

LA ROMERÍA (La "Traida" y la "Llevada")

Las primeras noticias sobre la fecha de la “romería” de traída y llevada de la Virgen de Nava - tal y como comentábamos al comenzar esta crónica, con el ruego que se me permita la duplicidad de datos- corresponden a un periodo anterior, inclusive, a la construcción de la carroza de la imagen (Año 1.760-61), puesto que los danzantes, que está demostrada su existencia como mínimo con una antigüedad anterior a finales del siglo XVII, puesto que años más tarde, en 1.735, figura en el registro del consistorio gastos para adquirir zapatillas para los danzantes. Siendo la primera fecha donde se menciona su existencia, aún así seguimos suponiendo que tanto las danzas como sus danzantes son de las más antiguas de paloteo tanto de Burgos como anteriormente de Segovia cuando Fuentelcésped era villa eximida de dicha provincia y salvo datos que nos confirmen lo contrario estaríamos, sin exagerar, hablando de mediados o finales del siglo XV, en una época en que Fuentelcésped como aldea, era un señorío de abadengo dependiente del monasterio de La Vid,  sin ir más lejos; a pesar de eso tampoco hemos encontrado documentación que aporten datos suplementarios sobre la presumible antigüedad de las danzas que comentamos. Lo que tampoco se refleja con suma claridad, es si las danzas siempre estuvieron unidas, tal y como creemos que debe de ser, a la festividad de la romería de la traída y llevada de Ntra. Sra. la Virgen de Nava, o si por el contrario las danzas fueron anteriores, como se supone, según otras fuentes, y posteriormente se fusionarían dentro de este ambiente religioso-festivo, cristianizando unas danzas paganas.
Por lo tanto queda claro, que las danzas al ser bastante anteriores a la construcción de la carroza de la Virgen de Nava, por lo que casi con seguridad la imagen estaría portada por anderos durante todo su recorrido, en caso de ser estas romerías de una antigüedad anterior como se supone,  y eso sí acompañada por los danzantes hasta el templo parroquial y viceversa, prácticamente como hogaño, salvo documentación no encontrada que atestigüe lo contrario.


También existen posibilidades, al parecer documentadas, de que las primitivas romerías procesionales desde la ermita, fuesen en una festividad muy diferente, casi con seguridad en una fecha indeterminada de septiembre, aunque no se sabe si por mucho tiempo, sí que es sabido que posteriormente se cambiarían a la fecha actual. Se dice que las causas obedecían a que el paso obligado de la comitiva procesional, fuera de la Villa, transcurría entre viñedos y los romeros entraban a saqueo en las viñas a comer racimos de los ricos frutos ya maduros, con el lógico destrozo y merma de la cosecha para sus propietarios. Por tal motivo se eligió una fecha próxima al solsticio de verano, periodo exento del peligro citado; y cabe la suposición que al existir una imagen de San Antonio en la ermita, por afinidad, el día de la traída quedaría fijado en la víspera de dicha efeméride, cambiándose muy posteriormente por necesidades marcadas por la vida laboral al viernes más próximo hasta la actualidad.

Aunque existen muchas polémicas sobre la idoneidad de la fecha de la celebración, que en ocasiones dichas opiniones contrapuestas han causado hasta cierta división entre los vecinos e inclusive entre amigos y visitantes, aduciendo que la fecha actual es poco propicia para una aceptable asistencia, sobre todo de fuentelcespenses no residentes en la villa, u otras personas enamoradas de estas ancestrales fiestas unidas tanto a los danzantes como a la devoción debida a la Virgen de Nava.

El problema (por llamarlo de algún modo) estriba, según ha podido contrastar este cronista, escuchando diferentes opiniones de sus vecinos, es que celebrando las fiestas en fecha actual, aproximadamente, en la segunda quincena del mes de junio se crean problemas de asistencia al ser épocas de exámenes tanto para escolares como universitarios, a diferencia de la alternativa de realizarlo 15 días más tarde y a primeros del mes de julio que aparte de ser un mes vacacional, con temperaturas similares a las del periodo anterior, los días gozan de ser un poco más largos y es posible siempre ampliar las actividades festivas en dichos eventos con el añadido que el mes de julio ya goza de periodo vacacional como ya se ha comentado. Por otra parte, otro nutrido grupo de vecinos que no convenciéndoles tales argumentos, insisten vehementemente en dejarlo como está.  Siempre es bueno que existan estas divergencias de opiniones, siempre que medie el respeto debido, pues en una villa con poco más de dos centenares de habitantes…de algo se tiene que hablar para pasar el rato.



A pesar que hace algunos años las fiestas cambiaron la fecha al citado mes de julio, pero al año después volvieron a celebrarse la quincena anterior, se adujeron como causas la imposibilidad, al parecer minoritaria según fuentes consultadas, de alguien al no poder asistir por “motivos de la cosecha del cereal.” Tales cambios, retrasando las fechas habituales, se produjeron a finales de la década de los noventa –del siglo XX, claro- , siendo alcalde de la Villa don Enrique Pascual García y cura párroco de la localidad, igualmente en aquella fecha, don Agustín Peña, que en una entrevista realizada muy anteriormente, a un medio local exponía:

Extracto de la revista "Lagarejo" en una entrevista a don Agustín Peña, antiguo presbitero de la Villa.
Lo que si urge corregir, como sugerencia y según he escuchado a más de un asistente, aunque de esto no existan discordancias notorias al respecto, es la tardía hora tras el mediodía en que se realiza la procesión el día posterior a la traída de la Virgen; en opinión de muchos demasiado tarde por el calor reinante, cuando podría estudiarse la alternativa de finalizar a una hora más temprana previa a las citadas 12 horas, una hora más racional y civilizada, posiblemente hasta madrugando un poco, y que así propiciase un  relajado momento posterior del tradicional vermú y realizar la comida de un modo sosegado a la hora habitual, en lugar de una hora próxima a la merienda, como alguien comentó.

Es un dato curioso, que Fuentelcésped tenga una merecida fama, inclusive extramuros, de realizar todas sus procesiones prácticamente “a la carrera”, un modo de procesionar bastante peculiar cuyo sello de origen parece patentado, sin someterlo en absoluto a ningún tipo de crítica; por la parte que nos incumbe; y en cuanto a la citada procesión del sábado con los danzantes, aquí cambia radicalmente la tónica, y su tiempo sobre el recorrido alcanza en comparación límites increíbles, y exagerando, podríamos casi compararla en duración con cualquier procesión sevillana. Posiblemente, y se supone que es deseo de todos, algún día se consiga subsanar, aunque de momento continuarán las disonancias, optando algunos muchos por asistir y otros pocos por no hacerlo, aunque en Fuentelcésped siempre las tradiciones, en este caso por fortuna, llevan la delantera en lo que se refiera a prioridades, así se escribe la historia.

RECAPITULANDO

Concretándonos nuevamente en lo que en sí son las danzas de Fuentelcésped, tanto como otras de paloteo de la provincia, se les supone de ligadas en origen al norte de España, bien como danzas guerreras, o al ser ejecutadas por niños se puede entender también como un paso a la pubertad del adolescente:

Estas danzas deben emparentarse con ritos paganos, siendo en esta cuestión de la procedencia u origen donde las teorías se enfrentan con mayor fuerza: la idea más generalizada hace unos años era dar a estas danzas un carácter guerrero; su origen sería la derivación de las danzas de espadas, de origen megalítico y significado medicinal o curativo, según M. Schneider. Pero cada vez se impone más la cuestión de atribuirlas cualidades propiciatorias y de fertilidad, emparentándolas de este modo con ritos agrarios ancestrales. En este sentido resulta acertada la idea de Josep Crivillé en la que recuerda cómo los palos o pequeños bastones fueron los primeros instrumentos del hombre para realizar sus tareas de agricultura en las sociedades preagrarias. Por otra parte es un hecho indiscutible la creencia de considerar a la danza como elemento que favorece la germinación de cosechas. Esto puede verse refrendado en muchos de los pasajes de estos bailes, cuando los propios danzantes se inclinan hacia la tierra y clavan el palo en ella recordando esta actividad agraria de la siembra por medio de un bastón. Otra posibilidad que se baraja es la de contemplar los paloteos como restos de antiguas danzas gremiales.
Igualmente los bailes de paloteo son recuerdos de los ancestrales rituales de entrenamiento militar de los pueblos libres medievales, requieren pericia, fuerza y arte y son peligrosos pues producen heridas a menudo. Eso significa que la sociedad de la tradición no tenía tendencia a “proteger” a los niños más allá de lo natural en la primera infancia, confiaba en sus capacidades y en sus habilidades  y no les relegaba a los espacios y las cosas para niños.

Las danzas de Fuentelcésped, como la mayoría de las danzas de paloteo, han sido primordialmente ejecutadas por jóvenes del sexo masculino, como anteriormente anticipábamos y así lo reconoce en algún documento la Diputación burgalesa. Inclusive el antes citado, don Agustín Peña, que fue párroco de la Villa entre 1.985 hasta pocos años antes de su fallecimiento, manifestaba en la misma entrevista según el texto que se adjunta como ilustración:

Entrevista a don Agustín Peña-

Actualmente ante la falta de varones han sido suplidos algunos de los puestos de danzantes por jovencitas que aparte de no desmerecer las tradicionales danzas, las ejecutan primordialmente, e inclusive en alguna ocasión el puesto de zarragón ha sido ejecutado por alguna dama de modo un tanto excepcional.

Tanto gramaticalmente como oficialmente, decimos igualmente Zarragón pues a pesar de no figurar en el diccionario de la RAE, el nombre resulta igual para el masculino que para el femenino, y no "zarragona" como alguien erróneamente dijo; que sería lo mismo que danzante, que se utiliza para ambos géneros y no "danzanta". Máxime en estos tiempos que los señores políticos, principalmente, dentro de su semántica recalcan hasta el hastío una falsa matización sexista en cuanto a la diferenciación de nombres, contraviniendo en un elevado porcentaje los cánones gramaticales de nuestra lengua.

Sirvan estas líneas, posiblemente farragosas, a modo de concordia para que de un modo sosegado, desinteresado y en aras de soluciones se pueda llegar entre todos a un acuerdo que aparte de garantizar la continuidad de las fiestas se logre determinar una época que puedan asistir, sin egoísmos personales, el mayor número de vecinos residentes y no residentes posibles, como amigos y visitantes que en resumidas cuentas es lo que necesita el pueblo; como la potenciación de las danzas y los danzantes, sin los cuales nuestras fiestas no tendrían razón de ser, al menos en cuanto a su reconocimiento extramuros, más allá de lo devocional.

Con esta noble y centenaria tradición de las danzas y los danzantes, jamás nos haremos una mediana idea para no tener que pensar ni por un momento, que no sabemos lo que tenemos en cuanto a este patrimonio inmaterial, por lo que muchos piensan que son más valorados por foráneos que por los propios fuentelcespenses, en cuanto a lo artístico y folclórico se refiere, un bien inmaterial que es nuestro, de todos y no un patrimonio inmaterial privativo de unos pocos. ¿No es cierto?

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El mes de junio toca al ocaso, ya es el sábado de la llevada; al filo de la medianoche tras repicar las campanas de la ermita los romeros devotos entonan cantando la Salve al unísono. Las fiestas tocaron fin por este año. Fuentelcésped tiene mucho amor a las tradiciones y a su Virgen de Nava, los paisanos tratan por todos los medios de evitar la desaparición de la fiesta, su fiesta; que ni más ni menos se remonta a mil cuatrocientos y pico, como ya se ha citado, cuando su iglesia parroquial aún era de un románico rural y Colón no se había embarcado en la aventura americana. Pero ya en este preconizado final de fiestas, los fuentelcespenses no pueden ocultar un cierto tono fatalista cuando dicen eso de: «…ya veremos qué pasa el año que viene » … sin embargo esas preocupaciones desaparecen al año siguiente, en las mismas fechas  en las que todos los vecinos – tanto los que viven en el pueblo, como los que se vieron obligados a emigrar – marchan a media tarde del sábado, horas antes del ocaso, a acompañar a la Virgen de regreso a su ermita, a su santuario. Y todos ellos, a pesar de las dificultades y “alma en vilo” año tras año, no dejan de corear al Zarragón, cuando después de cada danza grita “Viva la Virgen de Nava y todo su acompañamiento”.

Potuit decuit ergo fecit.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Fuentelcésped y sus ermitas dedicadas a la advocación de: San Isidro, Santa Bárbara, y la Virgen de Nava

Fuentelcésped y sus ermitas dedicadas a la advocación de: San Isidro, Santa Bárbara, y la Virgen de Nava.

A
 estas edades de la historia del hombre, no vamos a descubrir ni Américas ni Mediterráneos; aunque sí es nuestra intención clarificar una serie de matices tanto curiosos, como importantes que a estas alturas seguro que todos los lectores deben conocer:

·         - Que todos los templos cristianos, siempre comienza su construcción por el ábside del mismo, es decir por la cabecera, y estos siempre, generalmente,  están orientados al este (o levante) siempre “mirando” a Jerusalén.
·       -    La mayoría de los templos (en este caso cristiano-católicos) están edificados sobre otros templos anteriores – o sus ruinas- bien católicos o muy anteriores englobados dentro de alguna ideología pagana.


Durante el periodo conocido como Edad Moderna, la Villa de Fuentelcésped, aparte de la iglesia parroquial, contó con varias ermitas cuya conservación y mejora dependía directamente del Ayuntamiento y donde el vecindario pudo y desarrolló sus piadosas prácticas de la forma más intimista y libre.  Algunas de ellas perdieron su significado como tal, como sucedió con la ermita de Santa Barbara, actualmente de propiedad municipal y en la que no se celebra culto, u otras que desaparecieron a lo largo de siglos siguientes como es el caso de la de San Isidro que tuvo, inclusive, de ser derruidas sus paredes ruinosas, para evitar sirviera de guarida a indeseables o posiblemente para que los muros subsistentes no fueran testigo de escenas contrarias a las normas piadosas religiosas, más arraigadas en épocas pretéritas.


ERMITA DE SAN ISIDRO
Aclarados estos puntos, que posiblemente despejen incógnitas de alguno de los estimados lectores, me gustaría exponer lo más fielmente posible, una gran parte de los datos, que en estos momentos poseo, sobre la ermita de la Virgen de Nava y su construcción  a mediados del siglo XVII, como de la importancia de otras dos ermitas fuentelcespenses: San Isidro y Santa Barbara.

Cabe destacar, que con anterioridad a esta época y a lo largo de la Edad Moderna, la Villa de Fuentelcésped contó con varias ermitas fuera del centro urbano del pueblo; algunas desaparecieron, como sucedió con la mencionada ermita de San Isidro, que es necesario reseñar, a la par de la ermita principal que concierne a esta crónica.  Esta ermita de la cual conocemos que en el año 1.735 el Concejo Consistorial decidió levantar, sobre los cimientos y terrenos que ocupaba la extinguida ermita de San Antonio – que se ubicaba en los alrededores de la Cl. de los Pajares, en una zona próxima al “casco urbano”, una nueva ermita que no comienza a construirse hasta el año 1.747, su construcción es encargada a un arquitecto arandino llamado José Puente (O posiblemente De la Puente), dos años más tarde, continúa la construcción un hijo de este de nombre Santiago, que en esa fecha intenta concluir lo que su padre no había logrado: continuar la terminación del edificio hasta la línea de cornisa del mismo, siempre fiel al proyecto de su progenitor. En 1.750 el Consistorio, sin causas conocidas actualmente – presumiblemente económicas - , decide suspender la continuidad de la obra; pero dos años más tarde se continúan los trabajos de construcción, siendo costeados, aparte del consistorio, por el habitual sistema del “rediezmo del vino” “…para el servicio de Dios nuestro Señor y del glorioso San Isidro Labrador”. Es en ese año, al ser excelente la recaudación por medio del citado rediezmo, cuando el trabajo se incrementa a pasos agigantados, como la parte tan delicada de abovedar el edificio, la cual no llevó a cabo el arandino Santiago de la Puente, en su lugar lo hicieron un vecino de Ayllón: el maestro constructor Juan Martín de Olivares, con la colaboración de dos de sus hijos.

Una vez finalizada la construcción de la fábrica, como tal, se construye en su interior amueblándolo con un pequeño retablo de trazas barrocas, el cual fue atribuido al maestro fuentelcespense Manuel Pascual – El mismo que se involucró en la ampliación del coro y el órgano de la iglesia parroquial de San Miguel- cuyo tiempo invertido en la construcción no figura en el registro. En 1.758, y siendo párroco don Manuel Rodriguez de Rionegro informa al obispado de Segovia que: “… esta villa y sus vecinos con todo amor an empleado sus caudales en la construzión  de una hermita que quieren dedicar para culto y veneración de San Ysidro Labrador, la que está adornada con sus bóvedas, retablo, puertas y demás al parecer dezente”. Por tal motivo el presbítero pidió permiso para bendecir las imágenes del Santo y su esposa –de nombre Maria Toribia y natural de la localidad madrileña de Torrelaguna-, a lo que sin ningún lugar a dudas la jerarquía obispal segoviana no pone ningún reparo, salvo la advertencia que este edificio sea mantenido –como siempre a expensas de los vecinos de la villa a través del consistorio-: “…con la decencia correspondiente…”. Lo que nos da que pensar que dicho consejo obispal, fue seguido con oídos sordos, ya que hogaño solo conocemos la existencia de esta ermita por referencias y escritos, y ni siquiera existe una referencia monolítica al lugar exacto que se alzó la misma. Aunque hay datos que aseguran que dicho templo se alzaba en el lugar que actualmente ocupa una moderna fábrica de patatas fritas, esta teoría la avalan los restos encontrados durante la cimentación en sus obras de construcción. El único recuerdo físico existente es la imagen  de San Isidro y de Santa María de la Cabeza, que en excelente estado de conservación se ubican en el altar mayor de la iglesia parroquial; según relatos populares.

ERMITA DE SANTA BARBARA
En lo referente a la ermita de Santa Barbara, actualmente y de siempre, propiedad del consistorio municipal, tenemos importante documentación que nos hace conocer que en fecha de 13 de Septiembre del año de 1.638, por iniciativa municipal respaldada por los vecinos de la misma, se comprometen a la construcción de dicha ermita, costeando la obra, así como celebrar solemnemente cada 4 de diciembre la festividad de la mártir nacida en Nicomedia, cerca del mar de Mármara en el siglo III; la cual es objeto de gran devoción, y en acción de gracias por todos los ruegos que ha concedido, así como la protección de las cosechas contra “el pedrisco y los malos nublos” . Esta tradición pidiendo protección a la Santa contra las tormentas y sus desoladores efectos, continuó hasta casi nuestros días, pues se cuenta que:

Hay quien recuerda, y son datos del siglo XX, a la persona encargada de tañer la campana de la ermita de Santa Barbara cuando se presentía tormenta para ahuyentar los "malos nublos", y salvar las cosechas del pedrisco, hasta hace poco más de 40 años, primero fue Alejandra y después Encarnación, además y a diario subían la cuesta hasta la ermita para el toque del Ángelus a mediodía y repetir el mismo toque a la una de la tarde, para entretenerse durante esa hora se subían el “mundillo” para hacer el conocido encaje de bolillos, por lo que no es de extrañar que les salieran "toque campaniles floreados".  Algo similar, en cuanto a las tormentas, y como se ha comentado también acaecía en Maderuelo, lo que reafirma la conocida y popular frase "sólo nos acordamos de Santa Barbara cuando truena". (Crónicas de Fuentelcésped martes, 28 de abril de 2015 Las campanas de Fuentelcésped)

Aunque en 1.639 quedan registrados modestos pagos al cantero Juan de la Sierra a modo de adelanto, los trabajos de construcción propiamente dichos no comienzan hasta dos años más tarde, al parecer en esa época no era el siglo de las prisas”. En septiembre de ese mismo año (1.642) sería cuando el maestro carpintero Francisco de Cajigal, siguiendo las directrices de Pedro de Alvarado firma la escritura de obligación para realizar las labores encomendadas a su profesión. Algo después se contrataría el abastecimiento de madera de pino para la edificación, con un maderero de la localidad burgalesa de Hontoria del Pinar, en la comarca de la Demanda, donde se encontraba y se encuentra en la actualidad una madera de muy buena calidad.

Posteriormente, al ser una obra de interés, principalmente para el Ayuntamiento que es quien controla el curso de las obras, previa consulta a técnicos constructores decide levantar casi medio metro, de altura, más la obra de fachada sobre lo previsto, con lo que la obra de la ermita quedaría: “…más perficionada y acabada…” . En un principio el retablo donde iba a colocarse la imagen de la Santa, se encarga a un maestro de Fuentelcésped llamado Toribio Díaz de Celis – Según figura en el libro de acuerdos 1.579-1.729, folio 217- más con posterioridad otro artífice y también maestro retablista, cobra por llevar a cabo la obra (?).


Se cuenta por documentos de la época, el protocolo que generalmente se llevaba a cabo para el proceso y ejecución de la obra, no sabemos, por otra parte, si dicho proceso fue llevado a cabo de esta manera en Fuentelcésped, al menos los canteros de Trasmiera lo ejecutaban del siguiente modo:

Cuando había necesidad de requerir un trabajo de retablo se colocaba un domingo en la puerta de la iglesia un bando dirigido a estos maestros. Pasado un mes, los retablistas se reunían en dicha iglesia y allí iban exponiendo a los mayordomos y clero de la parroquia sus dibujos, las trazas ideadas y las condiciones de trabajo y de remuneración. El clero y mayordomos escogían una de estas ofertas que exponían a los concursantes para comenzar con la subasta. Dicha subasta duraba el tiempo en que tardaba en consumirse una vela (a veces eran tres) y se concedía la obra al maestro cuya cantidad ofrecida estuviese puesta en el momento en que dicha vela se consumía del todo. El requisito siguiente era que el maestro asignado pagaba una especie de fianza o bien presentaba a otros compañeros como fiadores.
Una vez terminada esta sesión, se hacía legalmente el contrato ante notario. Había además una comisión formada por maestros, encargada de hacer cumplir tanto el proyecto como las condiciones expuestas.(https://es.wikipedia.org/wiki/Comarca_de_Trasmiera)

Cuatro años después de realizado el protocolo del compromiso de la firma del contrato de la obligación de la construcción, la ermita está terminada a falta de la puerta que se colocará en el lienzo sur de esta ermita, y en 1.645 el Concejo decide: “Con el fin de que la Santa nos libre de los casos fortuitos atendiendo quan abogada es de dichos casos y nublados de aquí en adelante (…), el día de Santa Bárbara se guelgue por toda esta villa y sus vecinos y celebre su fiesta diciendo misa solemne en la dicha hermita y acudiendo a ella con la deboción posible…”.(sic)

Figura igualmente en el libro de acuerdos del concejo, que en el mes de febrero de 1.647 dispone el ayuntamiento dorar la imagen de la mártir, “por haber mayor dezencia”, como también que se pinten tres lienzos al óleo que representen a: Santiago, Santa Águeda y Cristo crucificado, pinturas que llevó a cabo un pintor de la localidad burgalesa de Roa, localidad situada a cinco leguas de Fuentelcésped. Es de señalar, como se ha dicho con anterioridad, que aunque el Ayuntamiento es el propietario de dicha ermita con su contenido, el patrimonio que se conforma con el referido contenido lo custodia la iglesia parroquial, incluida una talla de la Santa titular del templo, por estar con mayores medidas de seguridad, la imagen, necesitada de una cuidadosa restauración, puede contemplarse en la sacristía de esta iglesia parroquial. Después de las normativas del Concilio de Trento (1563) en que se promueve el culto a las imágenes y los retablos, es cuando surge una cantidad ingente de maestros imagineros y retablistas que a pasos agigantados amueblaron ermita e iglesias… pero eso ya es otra historia.


ERMITA-SANTUARIO  DE NUESTRA SEÑORA DE NAVA
Hablar de  Nuestra Señora de Nava, es hablar no solamente del sentimiento devocional de los fuentelcespenses, puesto que, según referencias, la protección y generosidad de la patrona de Fuentelcésped, no queda limitada a los habitantes de la villa: “también con millones de devotos en la comarca, del continente, de España y también de sus indias…” (En el Libro de Milagros de N. Sra. de Nava)

Sobre su imagen nos refieren: es una talla gótica que a finales del Siglo XVIII, los vecinos de nuestra villa la tenían por una de las esculturas llevadas a las campañas militares en tiempos de la Reconquista. Lo que sí es cierto, que por su estilo, demuestra ser de una época muy posterior a la citada, y si aparecieron marcas de tierra incrustada en la restauración de la imagen no hace muchos años, correspondería a otras causas, y no a las referidas de estar enterrada para que no cayera en manos  del “infiel” tal y como nos relatan algunas versiones.

Por lo que queda claro que la talla de esta imagen en cuanto a su estilo, no debe de ser anterior al siglo XIII, e inclusive, por su estilo, algunas centurias posterior. En los últimos años, esta venerada imagen fue sometida a una acertada restauración donde muestra en la actualidad toda su belleza artística; máxima al haber sido acertadamente despojada de luengos mantos y antiestéticos y caros rostrillos ancestrales que “tanta riqueza presuntuosa” impedía de algún modo apreciar, como se ha dicho, la delicadeza y belleza de dicha talla policromada, según comentan admirados unos devotos de la imagen.

Mientras el actual edificio que alberga dicha imagen tiene su origen en un proyecto iniciado en 1.706, momento que los vecinos de Fuentelcésped deciden levantar una nueva ermita en honor a su patrona. Este nuevo edificio sustituyo al anterior, ubicado en el mismo lugar que albergaba la imagen, puesto que en ese momento y desde hacía tiempo, no reunía las condiciones adecuadas de una localidad en continuado ascenso demográfico y social y donde difícilmente podría celebrarse el culto con el correcto decoro.

La antigua ermita a la que se refieren se ubicaba, como hemos dicho, y se ubica actualmente bajo los cimientos de la actual, raras referencias existen de la misma salvo que se comentan sucesivos arreglos de mantenimiento por su mal estado y por  su tamaño, donde difícilmente podía realizarse el culto con un correcto decoro al tener unas dimensiones muchísimo más reducidas que la actual. Mucho antes de comenzar los trabajos, surgieron polémicas entre el vecindario por la situación de la nueva ermita, una mayoría, con el alcalde a la cabeza, opinaba que el lugar optimo era la colina donde siempre había estado situada, como siempre una mayoría en Fuentelcésped siempre se ha decantado por lo habitual, reacia a los cambios, y en esta ocasión no pudo ser menos. Sin embargo el párroco, Bernardo Ruiz de Zurbano, junto con un grupo de devotos consideraban que el lugar para su ubicación era mejor en la cuesta de Bodigos (lugar donde se situaban y se asientan los lagares y bodegas), alegando que: “…sería más visitada, más venerada del pueblo, comitentes, viejos, cojos y ciegos…”puesto que el trayecto en todo caso siempre sería mucho más corto. Para resolver esta polémica se celebra una votación general, se vota mayoritariamente por conservar el antiguo emplazamiento que dista unos 2 kilómetros del centro de la villa, resultando mayoritariamente la opción propuesta por el alcalde, con la citada mayoría de vecinos como era de suponer.

Resuelto el problema, toda la población quedó obligada a rediezmar el vino con el fin de costear la nueva empresa, lo primero que se hizo es nombrar una comisión encargada de administrar con sumo cuidado los fondos recaudados.

Así que tiempo después, el nuevo cura, don Bernardo Ruiz, y el alcalde, don Andrés Méndez,  se dirigieron al obispado segoviano con el fin de informarles ampliamente sobre el proyecto de construcción de la nueva ermita, sobre la anterior, con objeto y fin que Nuestra Señora de Nava “…esté aún con mayor dezencia y se frecuente la debozión…”. Por parte del obispado, tras la visita de las autoridades civil y religiosa de la Villa, se apoya el proyecto y se sugiere su contratación con el maestro de obras que se crea más conveniente para llevarla a cabo, dejándolo al albedrío de dichas autoridades, puesto que en un principio el obispado segoviano no va a contribuir económicamente en la obra.

Es el día 18 de agosto de 1706 cuando los canteros  trasmeranos (oriundos de la comarca cántabra de Trasmiera) Diego de Arce y Antonio García, firman la escritura de obligación, en la cual se debían seguir las condiciones elaboradas por el primero y, aunque no eran “…de tanto valor como otras…” presentadas por diferentes profesionales de la arquitectura y la cantería, estas se adecuaban a los recursos económicos de la villa. El pago a su labor quedó fijada en la cantidad de 11.500 reales, corriendo a cargo de los habitantes de Fuentelcésped los materiales y su transporte, aparte de la cantidad indicada.

Como hemos explicado al principio se comenzó la construcción de la ermita, en el lugar elegido, comenzando por el ábside, capilla mayor o cabecera, mientras al haberse derruido la antigua ermita y encontrándose en obras de construcción, la imagen de la Virgen de Nava, se custodiaba y veneraba en la iglesia parroquial de San Miguel; así continuó hasta que la fábrica de la ermita tuvo cerramiento y una cierta medida de seguridad para que la imagen volviera nuevamente a dicho lugar pero a una nueva edificación. Años después, concretamente en 1.713 Diego de Arce se encontraba enfermo y, ante la imposibilidad de finalizar su labor, solicita este constructor al maestro Enrique de Sopeña, que en esos momentos se encontraba construyendo la sacristía de la iglesia parroquial de San Miguel, que “buscase un artífice para llevarla a término”. De ello se responsabilizan los profesionales de Fuentelcésped Antonio Bayo, Toribio Díaz y Miguel Pascual, respetando siempre y en todo momento la cuantía y características del encargo concertado por Diego de Arce; el cual finaliza en 1.715, precisamente en dicho año se procede a erigir la nave principal o cuerpo de la ermita y a construir la portada definitiva, ya que el acceso provisional que existía no cumplía las expectativas marcadas, dicho proyecto lo elabora Enrique Sopeña rematándolo dos nuevos artífices trasmeranos: Juan de las Bárcenas y Domingo Carrera, por la cantidad de 10.000 reales. Los rasgos definitorios impuestos en la etapa anterior se respetaban, siguiendo “…los zimientos que oy se allan abiertos correspondiendo los gruesos conforme la eleczión de los dentellones de la capilla mayor en el lado de mediodía al norte…”.

Comienzan las complicaciones al inicio de la construcción puesto que el maestro Enrique Sopeña, casi con seguridad por coaccionar un precio final más alto y no concertado, sustrae intencionadamente de la casa parroquial la traza y demás notas sobre la obra, no queriéndolos facilitar, a pesar que se le entregaba por ello un doblón. Ante la negativa de su entrega, el Ayuntamiento acuerda que si el párroco, don Juan Francisco Revuelta, no solucionaba el problema debería darse parte a la justicia de Aranda de Duero para localizar a Sopeña y apremiarle a devolver el plano, o traza, y demás documentos bajo las responsabilidades y penas que hubiere lugar.

No existen evidencias si Sopeña entregó la documentación voluntariamente o fue obligado por la justicia a hacerlo, pero lo que afortunadamente ocurrió una vez este entregó la traza sustraída de la construcción, pudo entonces continuarse la obra, hasta ese momento paralizada por la negativa de los maestros contratantes demandantes que hasta que no se les entregase la traza para poder continuar la obra. Una vez resuelta esta dificultad,  surge otro imprevisto: se considera insuficiente la altura de los muros y con el fin de solventarlo se elevarían hasta que “…quedara la Santa Hermita perfecta…”, encargándose de llevar a cabo tal intervención de elevación mural el maestro constructor trasmerano Domingo Carrera.

Las obras continúan su ritmo, por cierto no demasiado rápido, y en 1.719 para dar por concluido su proceso constructivo, el párroco y el Concejo conciertan la realización  de las bóvedas en la cifra de 5.000 reales con el maestro Juan de Lazbal, sería a partir de estos momentos cuando los devotos de Fuentelcésped centran sus esfuerzos en amueblar con dignidad la nueva ermita. Tal cual queda en esa época, es el mismo edificio que ha llegado hasta nuestros días. La construcción se atiene a las características habituales en la comarca ribereña para este tipo de construcciones, presenta planta de cruz latina, de única nave y con cabecera de escasa profundidad; en la zona central del crucero se encuentra un cimborrio cuadrangular que encierra una falsa cúpula. En la parte posterior del presbiterio se encuentra un espacio rectangular que puede utilizarse como doble función: bien como sacristía o como camarín de la Virgen de Nava.

En su exterior, la portada de tipo edicular, está cobijada bajo un arco de medio punto; el primer cuerpo lleva pilastras cajeadas y retropilastras dóricas que flanquean un gran vano adintelado con marco de codillo. Sobre estas pilastras discurre una línea de cornisa que recibe directamente el segundo cuerpo a modo de ático, compuesto por una hornacina de medio punto enmarcada con pilastras y retropilastras, rematándose a través de frontón triangular quebrado para acoger un esbelto pedestal con una cruz. Su espacio está presidido por una escultura pétrea de la Virgen de Nava.

Los lienzos de mampostería refuerzan sus gruesos muros rematados en sus esquinas, las cuales están realzadas con sillares correctamente labrados; dichos lienzos murales presentan en su tercio superior vanos rectangulares, rematándose mediante una sencilla cornisa de codillo. En su flanco de poniente, vemos una espadaña  que consta de dos cuerpos separados por una cornisa, dotados sus huecos de sendas campanas.

El resultado más importante se erige en una de las obras más notables de la villa ribereña, que despierta el orgullo y admiración entre los habitantes de Fuentelcésped, reflejo de la estrecha vinculación entre el pueblo y su patrona. Por ello hablan los datos recogidos, a finales del Siglo XVIII, en el informe enviado a don Bernardo Espinalt y a don Tomás López: “…hermita famosa por su fabrica moderna, de crucero, espadaña, coro, sacristía, bóvedas de ladrillo y tres retablos, como por la soberana imagen de Nuestra Señora de Nava conocida por sus milagros y prodigios. Este mismo texto vuelve a repetirse, a mediados del Ochocientos en el Diccionario Geográfico del desamortizador, don Pascual Madoz en la página 327, y con plena seguridad sería ratificado hogaño. 

Al mismo tiempo que se construye la ermita, se edifica cincuenta metros al oeste de la misma la Casa del Ermitaño, por la necesidad entonces de atender al santuario y a sus visitantes. Posteriormente y durante los últimos años de la pasada centuria solo se utilizaba para el ágape y recepción de autoridades en la fiesta de la “llevada” de la Virgen de Nava; en la actualidad y desde hace pocos años se ha convertido en un confortable albergue que puede cumplir su cometido hasta albergar una veintena de personas, cuenta con todos los servicios indispensables incluido agua, luz eléctrica y calefacción. A diferencia de la ermita, la Casa del Ermitaño, ahora albergue, es de propiedad municipal puesto que según parece en sus orígenes se construyó a expensas del consistorio y que inmatriculó en su día el ayuntamiento de Fuentelcésped siendo su alcalde Francisco Díaz Bayo; revocando al Obispado burgalés que había puesto a su nombre aprovechando la reforma del aticulo 206 de la Ley Hipotecaria.


El albergue actualmente es gestionado por el Ayuntamiento a través de la Corporación Municipal, siendo necesaria una buena promoción de dicho establecimiento, dicho sea de paso.


En cuanto el amueblamiento interior de la ermita-santuario, en contra de opiniones opuestas, no puede ni debe considerarse en absoluto minimalista.  En un primer momento de la finalización de la fábrica, al no poseer la ermita rentas propias fueron costeadas por los vecinos de la villa. Desde entonces  se procedió a la realización del retablo mayor, y los laterales proyectados en torno a la función que regía toda la ermita: la exaltación de la imagen de la patrona. Sería a partir de 1.720, cuando todo el conjunto se ornamenta con cuidadas calidades, en esta fecha el vecino de Ayllón llamado Juan de Sancho contrata la obra del retablo mayor la cual queda concluida muy a gusto del Concejo en 1.721, a pesar que aún faltaba realizar el retablo del camarín de la Virgen de Nava. El dorado de este retablo se llevó a cabo por la cantidad de 17.000 reales a cargo del maestro segoviano Pedro Gutierrez; según consta en el libro de Milagros del Archivo Parroquial: Parecese que el trabajo de este maestro dorador no fue lo suficientemente esmerado, ya que en 1.766 siendo párroco don Manuel Rodriguez de Rionegro, solicita este permiso al señor Obispo de Segovia para “…dorar parte del retablo maior que se haya desbaratado…” Inclusive treinta años después, tuvo que desmontarse el altar, ya que amenazaba ruina, y realizar de nuevo el pedestal. El retablo queda adaptado a la cabecera y consta de banco donde hay dos puertas laterales que sirven de acceso a la sacristía o camarín, con remate superior semicircular. Lo conforman  columnas corintias que incluyen cabezas de serafines, espejos y tallos flanquean la calle mayor, mientras las laterales quedan enmarcadas mediante columnas salomónicas recorridas también por tallos

La calle central de mayor anchura que las laterales, acoge una hornacina de medio punto calada por un transparente. Se corona a través de un dosel con cortinajes que recogen dos ángeles en una composición escenográfica claramente barroca. En las laterales vemos sendos medallones ovalados con putis sobre roleos. Encima de las columnas discurre el entablamento cuyo friso aparece decorado por ménsulas, espejos y hojarascas… (sic)
Una vez finalizado el retablo mayor y su correspondiente dorado, el pueblo acuerda en 1.733, que el dinero obtenido con el rediezmo del vino se aplicase en la realización de nuevos altares. A principios del año siguiente el Concejo, junto a los eclesiásticos de la localidad, toman las medidas necesarias para llevar a cabo los trabajos. Uno de los maestros de la villa,  Manuel Pascual, recibe ese mismo año 2.650 reales por efectuar los retablos laterales dedicados a San Antonio de Padua y a Santa Águeda. El dorado del primero lo acometió el profesional de Fuentelcésped Miguel Ximénez quien firma la escritura de obligación el 12 de febrero de 1.756 por 3.300 reales.

Como parte también del mobiliario de esta ermita destaca junto al lado del evangelio en el crucero un púlpito de características dieciochescas rematado a modo de sombrero por el tornavoz.  Tiene gran interés la conocida carroza, en la que la imagen de la Virgen de Nava es trasladada en procesión, y fue íntegramente construida en Fuentelcésped y por sus propios vecinos puesto que: “…esta villa tenía sujetos de toda habilidad para todos los oficios…” y utiliza como taller para su construcción la ermita de San Isidro. Antes de comenzar la construcción el Concejo decide en 1.760 enviar al maestro retablista fuentelcespense  Manuel Pascual y a Marcelino Sanz para “…tomar las medidas de la carroza de la catedral en la que era sacado el Santísimo Sacramento el día del Corpus Christi.” Desconociendo las causas el costo de la construcción de la carroza se ignora al no haberse registrado en el Libro de Cuentas, ya que fue efectuado por el entusiasmo y generosidad del vecindario.

Una vez finalizada la carroza colocaron sobre ella la talla de la Virgen, y se organizó un gran festejo en el que no faltaron los fuegos de artificio, danzas y novillos cuyo costo superó los 4.000 reales.

Hay constancia que en el año 1.761 se contrata al madrileño Francisco Gómez de Acosta, un maestro dorador y charolista para acometer el dorado de la carroza. Este profesional tenía fama de ser en su profesión uno de los mejores del mundo, y se compromete a llevar la labor encomendada por la cantidad de 6.000 reales, que se recaudan mediante donativos y el rediezmo del vino. Pero al parecer, este dorador que poseía un reconocido prestigio no convencía en su trabajo a los vecinos de Fuentelcésped mostrando una escasa predisposición al  mismo; esto sumado a la impaciencia de los vecinos por ver terminada la carroza, le obligaron  a ocuparse de las obligaciones necesarias durante cuatro horas al día llegando, incluso, a ayudarle personalmente. Tras su conclusión volvió a celebrarse una fiesta acompañada de sermones, danzas, fuegos artificiales y lidia de toros.


Esta pieza sigue el modelo de la carroza de la catedral de Segovia, atribuida a Ramón González o Pedro de Riezgo, y sus características son muy semejantes a las del carro de la Virgen del El Henar en la segoviana villa de Cuellar…

Fuentes:
Textos de Mª José Zaparaín Yáñez – Fuentelcésped, la Villa y su Patrimonio. Siglos XVII-XVIII
Archivo Municipal de Fuentelcésped. (Libros varios)
Archivo Parroquial de Fuentelcésped. (Libros varios)
Biblioteca Nacional.
Archivo Histórico Provincial de Burgos.

Otros.