Fuentelcésped a finales del XVIII
Para darnos una idea de la realidad social de la época, y según el Catastro de Marqués de la Ensenada, sabemos que en el año 1.751 había 91 labradores incluidos hijos y criados, por el contrario los jornaleros sumaban 79. Lo que nos indica que casi la mitad de los aplicados al trabajo de la tierra no gozaban de su propiedad, Treinta y cinco años más tarde (1.786) los jornaleros llegarían al número de 108. Lo que estaba claro que la riqueza que generaba la industria del vino no se repartía por igual.
En
repetidas ocasiones, a lo largo de esta serie de crónicas fuentelcespenses, me
he referido a un personaje nacido en tierras sanabresas, de nombre Manuel R. Rionegro, conocido como el Cura Rionegro,
que ejerció su curato en la villa durante muchos años en la época de la
Ilustración, al que de algún modo me he permitido la licencia de haberle “bautizado” como el cronista de la ilustración por la amplia
variedad documental, que este personaje ha aportado lo que sin lugar a dudas, y
en muchos casos nos permite conocer la realidad que esté clérigo nos plasma del
lugar, y en su época.
Otra
epístola de este presbítero, esta vez un informe a petición del Obispo de
Segovia, datado el 14 de julio de 1775, nos ofrece un panorama humanamente
trágico:
"... Por la suma pobreza, porque
como la mayor parte de la república se compone de jornaleros en el trabajo de
las viñas, que es el principal fruto que se coge, por ser quasi nada el término
que queda para pan, en su vejez se hayan tan pobres que, no bastando la caridad
para socorrerlos... viven dichos viejos cayendose por las calles muertos y sus
enfermedades no tienen recurso, sino que en algunas limosnas y acabar la
vida."
Y
en el mismo comunicado al Sr. Obispo, don Manuel prosigue, sobre la mortalidad infantil:
"... La suma pobreza e inopia de
alimentos en las madres, las que unas por la fatiga a la boca de un horno,
otras al acarreo de un az de leña para cocer o su cocina, por andar sus maridos
al jornal diariamente; otras porque... no hallan otro medio para un pan andan
al campo o al jornal de escardar, tender vasura y otros trabajos; precisadas a
dejar sus niños cerrados en casa la mayor parte del día artandose a llorar, una
leche después les hace notable daño, especial en verano, como se nota por el
calor y decaymiento de los mismos niños en las calles fiados a otros poco
mayores, llenos de agua y tierra como el jornal de los padres es tan corto que
lo que más del año no llega a tres reales se reducen de tal forma en el comer
que se puede decir que no comen a lo mas un huevo y sopas de sebo..."
Resulta igualmente interesante conocer en dicha época, y según también las consideraciones del prebitero, acerca de la migración del vecindario:
"...el número de almas baja y sube según los años y jornales que por lograr estos suelen entrar más jornaleros y sirvientes de otro pueblo en aquellos años que está floreciendo el pueblo, y salen de aquí en los que se padece mayor miseria, como en el presente (1.775), en que hielo y piedra y falta de aguas ha quedado de suerte que no es posible mantener los que hay, experimentandose ya graves enfermedades, mayor número de pobres a pedir y necesidades grandes de los vergonzosos (porque no se atreven a pedir publicamente)."
Tras estos detalles
que tan descriptivamente nos ofrece el presbítero, nos podremos dar una noción
clara en las diferentes y profundas desigualdades sociales dentro de la Villa de
Fuentelcésped a finales del siglo XVIII.
Un pueblo próspero en la industria del vino, que contrasta con esas imágenes de miseria urbana, que nos narra anteriormente. Por una parte estaban los cosecheros de vino (propietarios de tierras), y por otra los jornaleros, pocos de los cuales podían considerarse radicados definitivamente en la Villa .
Según más datos de esta época, pocos eran quienes se dedicaban a actividades industriales, entonces tenemos datos que había: 5 tejedores de lienzo y 5 sastres -o de servicios- 4 buoneros, 1 mesonero y 1 tendero, los cuales solían compartir estas actividades a tiempo parcial con la agraria, o vitivinícola.
Un pueblo próspero en la industria del vino, que contrasta con esas imágenes de miseria urbana, que nos narra anteriormente. Por una parte estaban los cosecheros de vino (propietarios de tierras), y por otra los jornaleros, pocos de los cuales podían considerarse radicados definitivamente en la Villa .
Según más datos de esta época, pocos eran quienes se dedicaban a actividades industriales, entonces tenemos datos que había: 5 tejedores de lienzo y 5 sastres -o de servicios- 4 buoneros, 1 mesonero y 1 tendero, los cuales solían compartir estas actividades a tiempo parcial con la agraria, o vitivinícola.
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