Las campanas de Fuentelcésped
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existen datos fiables en la villa quién fue el campanista o campanero que allá
por los siglos XVII - XVIII fabricó las campanas que alberga la torre. Lo que sin duda alguna, se puede
imaginar, que las campanas fueron fundidas en este mismo pueblo, y por ser más
exactos, dado el gran espacio, en la misma plaza; ya que el estado del firme de
los caminos en esta época y las malas condiciones del transporte existente al hacerse normalmente en carretas de bueyes o caballerías,
hacia necesario efectuar la fundición en lugar próximo evitando que se
quebrasen o rajaran durante el tortuoso y difícil transporte.
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Imágen procedente de oficiostradicionales.net |
Se relatan datos fiables sobre el gremio de campaneros, que existieron muchos desde la edad media en nuestra Península, que aparte de trabajar para la mayoría de pueblos y ciudades de España, llegaron a ser solicitados a partir del renacimiento en muchas localidades de Europa y América, como los campaneros de la comarca cántabra de Transmiera:
De su importancia destaca el hecho de que importantes catedrales en México o Perú posean campanas hechas por trasmeranos a pie de obra. Así en Lima se fundió en 1797 para su catedral la campana denominada "La Cantabria" que refleja la importancia de estos artesanos y su lugar de procedencia.
De su importancia destaca el hecho de que importantes catedrales en México o Perú posean campanas hechas por trasmeranos a pie de obra. Así en Lima se fundió en 1797 para su catedral la campana denominada "La Cantabria" que refleja la importancia de estos artesanos y su lugar de procedencia.
En 1753 se realizaría por maestros fundidores de Arnuero la considerada campana más grande de España, de 14,4 toneladas, destinada a la catedral de Toledo, conocida en esta ciudad como la "Campana gorda" y en la que se estuvo trabajando durante dos años. Cuentan las crónicas que cuando se estrenó, su sonido provocó la ruptura de los cristales de la ciudad, lo que obligó a agujerearla para amortiguar el volumen de sus tañidos, y que del susto "malparieron" todas las damas que estaban embarazadas. (https://es.wikipedia.org/wiki/Comarca_de_Trasmiera)
Con seguridad sería todo un
acontecimiento la llegada del campanero a Fuentelcésped cuando tras descargar
en la plaza los metales y demás trebejos de su oficio se ponía manos a la obra.
En el supuesto, casi posible, que el trabajo se hubiera realizado in situ, el proceso se realizaría del siguiente modo: En primer lugar comenzaba la operación
construyendo con sus ayudantes un horno de colosales proporciones, junto a este
un hoyo con una holgada amplitud para que cupiese el molde y los operarios
manteniendo una adecuada movilidad. Una vez montado este fenomenal
tinglado se apilaban las leñas de sabina (mal llamado enebro en esa zona) y encina como el bronce, que normalmente procedía de campanas rajadas o
desechadas. El campanero tomaba medida del arco del que se suspendería la
campana una vez se le había informado si la campana iba a ser volteada o
simplemente ser tañida.
Después se procedía a la primera de
las seis fases que exigía la fundición artesanal, construyendo el núcleo, una
campana de ladrillo o adobe con recubrimiento de tierra, pulida y lustrada sin
dejar una sola fisura que produjese un eventual escape. La siguiente fase se
llevaba a cabo recubriendo el núcleo con una capa de arcilla del grosor
estimado de la campana que se desease fundir; Cuando el campanista era un
consumado experto realizaba en dicho molde series de dibujos, filigranas o
alguna leyenda que le hubiesen indicado: verbigracia, nombre del santo a quien
iba dedicada, con unos cordones, que actuaban en la tercera fase de su
construcción. Sobre otra falsa campana de materiales bien trabados y colocada
sobre la arcilla anteriormente depositada, se efectuaba un agujero que sería
imprescindible para la última operación.
La cuarta parte se constituía como la
más delicada de todas, efectuándose con milimétrico cuidado, rompiendo acto
seguido, colocando otra vez el molde externo con gran cuidado, precisión y
centrado. Se pasaba después a la quinta fase: encender el horno y conseguir una
altísima temperatura. Una vez calentado el metal, comprobando la correcta
aleación cobre estaño para conseguir un bronce adecuado se transvasaba la
colada por un canal desde la base del horno al vértice del molde por donde
corría el líquido incandescente, ocupando el espacio que anteriormente lo había
hecho la arcilla.
Después a esperar, sin ninguna prisa,
el enfriamiento del metal. Después se procedía a romper los moldes y aparecía
la campana con todos sus dibujos e inscripciones. Acto seguido se procedía a un
trabajo más sencillo, como aparejar la campana de yugo y badajo.
Ahora vendría lo más difícil: al no
poder subir la campana por las escaleras interiores de la torre, habría que
hacerlo por su fachada con una rudimentaria grúa con estructura de madera
mediante un sistema de poleas. Para que en el penduléo de su izado no se
golpease contra la pared, un campanero se sentaba a horcajadas sobre su cúspide
y estirando sus piernas guiaba su ascensión apoyando sus pies en los lienzos,
evitando así el peligro de rotura.
Con los nuevos hornos desapareció el
artesanal oficio de campanista, hacedor y lutier de campanas, y curiosamente
también el campanero que las tañía. Con el prodigio de la electrónica las
sacristías gozan de un control que desde
la misma, sin subir al campanario, se programan los toques rituales. Este
"sacristán eléctrico" como muchos lo denominan, es un campanero
barato que se tañe desde la sacristía y “no se bebe el vino de consagrar”.
De los magistrales toques artesanales
solo queda el recuerdo, pues nunca fue nada fácil ser un buen campanero, ni
inclusive mediocre. Estos toques han llegado a nuestros días por transmisión
oral y algún viejo documento:
Se tocaba a "nublo" y a
tormenta entre la cruz de mayo y septiembre para preservar las cosechas.
El toque de "yelo" contra
las heladas cuando brotaban las cepas.
El toque a "hombre perdido"
por la niebla o nieve.
A rebato, fuego, a vendimiar, a misa,
rosario, a muerto... y sin saber la razón la noche anterior al día de aguedas,
como también los toques de difuntos en la noche de ánimas. El toque a parto que
indicaba con detalle el sexo del recién nacido; el toque de ordeño, el de salir
a pastar, y otros mas que se daban en diferentes pagos. Raras fueron las
gigantescas carracas, que pocos campanarios albergaban en Castilla, que en
sustitución de las campanas llamaban a los oficios en Semana Santa, en su lugar
un campanillo efectuaba tal labor, que también sonaba los viernes de Cuaresma, invitando al ayuno y
abstinencia.
Acordarse de Santa Bárbara cuando truena
Hay quien recuerda, y son datos del
siglo XX, a la persona encargada de tañer la campana de la ermita de Santa
Barbara cuando se presentía tormenta para ahuyentar los "malos
nublos", y salvar las cosechas del pedrisco, hasta hace poco más de 40
años, primero fue Alejandra y después Encarnación, además y a diario subían la
cuesta hasta la ermita para el toque del Ángelus a mediodía y repetir el mismo
toque a la una de la tarde, para entretenerse durante esa hora se subían el “mundillo”
para hacer el conocido encaje de bolillos, por lo que no es de extrañar que les salieran "toque campaniles floreados".
Algo similar ocurría, en cuanto a las tormentas, que las citadas damas fuentelcespenses subían con presteza a la mencionada ermita a la primera señal de proximidad de "nubes negras", que cualquiera de estas dos señoras trataban de ahuyentar, conjurandolas, a toque de campana, para alejar dichas nubes que si descargaban pedrisco anhegarían las cosechas, y como se ha comentado también
acaecía en Maderuelo, lo que reafirma la conocida y popular frase "sólo nos acordamos de Santa Barbara
cuando truena".
Existen crónicas en Fuentelcésped
cuando con todo lujo de celebración, el abad de La Vid, Fray Jerónimo González
Tenorio acudió a la villa, allá por 1723 para bautizar un esquilón dedicado a
San Miguel, al ser colocado en la torre de la parroquia; raro era que el
presbítero local procediese a tal bautismo, estando tal evento reservado a los
obispos o alguna destacada jerarquía eclesiástica.
Otro capítulo aparte merece hacer
mención a las campanas de la ermita. Pero para eso no tenemos más que ver el
magnífico trabajo de inventario de todas las campanas que forman parte de
nuestro patrimonio en la página www.campaners.com
del que es coautor un enamorado de estas campanas, se trata de Alberto Miguel
Díaz actualmente concejal de festejos y cultura del Ilmo. Ayuntamiento de
Fuentelcésped.
Información más completa sobre el citado inventario en
http://campaners.com/php/poblacio.php?numer=1847
Información más completa sobre el citado inventario en
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El campanillo llamado de San Miguel, se encontraba arpado. Casi con seguridad se tiraría desde la torre y dormía el sueño de los justos en el armario de las escobas. |
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Y ahí le tenemos restaurado. Posteriormente fue colocado en su lugar. |
I congratulate the author on this great historian and very interesting work. It denotes dedication and deep knowledge, apart the research
ResponderEliminarBest regds
J. Scott
Thank you for your compliments regarding this, your comment encourages me to continue writing. Best regards
EliminarGracias por acercarnos al mundo de las Campanas y Campanillos, antiguamente al orden de cada día y hoy tan olvidado
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