La Francesada en
la Villa de Fuentelcésped
A la
memoria de mi amigo
Antonio
García Montes, de
quien
tanto aprendí del pasado
de
Fuentelcésped.
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|
ace
muchos años, Antonio el de la Romana, como era conocido, fue primer edil de la
villa, en una de las épocas de prosperidad de la misma, cuando los alcaldes
dejaron de ser designados por el Gobernador Civil de la provincia a instancias
del Presidente de la Diputación, eso fue a principios de la década de 1980.
Pero los relatos de hace dos siglos son los que recuerda haber oído a sus
mayores y que, supuestamente a ellos les fueron referidos, es la época conocida
tanto en la comarca y en otras como La
Francesada y que la historia denomina como La Invasión Francesa.
Dada la situación geográfica de
Fuentelcésped, a media legua del Camino de Francia y como de una y media de
Aranda de Duero, donde el mando francés había instalado la subprefectura, cuya
jurisdicción abarcaba una gran extensión de poblaciones más allá de la comarca
ribereña, no era ajena la población al trasiego del ejército francés por la
villa de un modo cotidiano a pesar de estar apartada, según se ha indicado,
como 4 kilómetros de lo que fue el Camino Real de Francia, actualmente la Autovía
del Norte, más con pequeñas variantes en su trazado original.
Ante constantes sublevaciones y
actitudes hostiles de los pueblos ocupados, decretó el alto mando invasor
severos castigos para evitar bajas en sus filas por parte de la población
civil, entre tantas medidas dictadas se amenazaba con pasar por las armas a 5
lugareños si algún soldado francés era encontrado asesinado, o tener algún
indicio de haberlo sido. Sin ningún lugar a duda esta villa, al igual que
innumerables poblaciones, fue testigo de escaramuzas costando la vida a más de
algún prepotente oficial francés como algún miembro de su soldadesca. Fingiendo
simpatía y colaboración, se les conseguía con argucias y engaños aislarlos y
así en solitario poder acabar con su vida, muchas veces solos los habitantes y
otras con la ayuda de miembros de partidas guerrilleras de la zona.
Es recordado un fornido personaje,
llamado El Tío Besuga, que
aprovechaba la ocasión de grupos aislados de franceses perdidos, al preguntarle
por el camino para Carrabias (Refiriéndose
a la cercana población de Carabias ya que les había insistido el mando
pronunciarlo de esta forma para ocultar el "gorgogeo" que en su
fonética es característico.) Este paisano les enseñaba el paso, lo situaba por
la puerta de un corral, donde les
instaba que pasasen de uno en uno, esperándoles tras la puerta, propinándoles
un tremendo golpe, arrojándoles acto seguido a un pozo inmediato.
En cuanto a otras escaramuzas en la
villa, lo que quedaba después era ocultar el cuerpo del delito, y burlar así
las anunciadas represalias duras por cierto por cada soldado francés encontrado
muerto como he referido; por lo tanto el cadáver, pertrechos, insignias,
armamento y caballerías eran enterrados y tabicados en antiguas bodegas para
que no pudiese ser hallado ningún rastro incriminatorio. Se dice que dichas
bodegas son las que en la actualidad se encuentran algunas hundidas y semicegadas
y que alguna vez horadaron el suelo bajo las antiguas eras de la zona de Los Pajares, en el primitivo camino de
Milagros.
El final o desenlace de esta crónica
ya es asaz conocido…
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