Los Danzantes de Fuentelcésped
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l principal de mis “pesares” al no haber nacido y haber sido
criado desde mi más tierna infancia en Fuentelcésped, pudiera haber sido la
frustración de no haber podido ser danzante, puesto que contaba con algo más de
20 años la primera vez que mis ojos contemplaron la Villa de Fuentelcésped, y
esa edad, por supuesto, es demasiado avanzada como para meterte dentro del
traje infantil, que no de adulto, de los Danzantes de Fuentelcésped, como,
igualmente, aprender adecuadamente eso de “palotear”, “calle arriba”,
“cuatreo”, “calle abajo”…palabrejas (con perdón) que al profano, como a un
servidor al principio de la década de los setenta, la verdad que le pueden
sonar a tibetano, por no caer en la utopía de “chino”.
Recuerdo con cierta nostalgia aquellos tiempos y que el cura
párroco era don Sabino, que permaneció como presbítero hasta finales de dicha
década, eso como uno de los pocos datos puntuales de entonces, e igualmente
viene a mi memoria que durante esos años, la ausencia de dulzaineros para
acompañar las danzas, la suplía una cinta reproducida por un radiocasete
colocada sobre la carroza; grabación interpretada por Toribio y Félix Martín
“Los Perúles”, últimos dulzaineros que en una época anterior tuvo
Fuentelcésped; mientras, alternadas con la jota segoviana una por una se
ejecutaban las danzas que solo se realizaban 5 de las diez que hubo en un
principio, según me refirieron los más ancianos de la Villa.
Pronto supe que esas fiestas que se celebraban en el mes de
Junio, y los danzantes “salían a la palestra” fue declarada de Interés
Turístico Nacional, pero ignoro en qué fecha se produjo tan acertado
nombramiento. Lo que es cierto, es lo poco promocionados que están y han estado
nuestros danzantes, una composición donde se mezcla el colorido con una técnica
aprendida tras muchas horas de ensayo y paciencia del responsable de la citada
ejecución: El Zarragón.
Como dicen que lo que gusta se aprende pronto, me quedé con la
parte final de las danzas, conocidas en el argot de los danzantes como “el
palillo” una ejecución sumamente rápida donde los danzantes a una velocidad
semi - vertiginosa, se entrechocan los palos. Para el profano el palillo de
todas las danzas sería idéntico, más no es así, es igual en todas las danzas
excepto en una: La Marcha Real, cuyo comienzo tiene “cierta particularidad” en cuanto en la posición de partida.
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Aunque hay datos de la conocida “Traída de la Virgen de Nava”,
festividad que según se afirma se viene celebrando desde la mitad del siglo
XVIII; a los danzantes se les supone una antigüedad ligeramente anterior,
curiosamente las danzas gozan de más antigüedad que la festividad en sí, de la
que tanto ellos (los danzantes) como la imagen, supuestamente gótica, de la
Virgen de Nava, son los principales protagonistas. Y hablamos de la supuesta
antigüedad de los danzantes, muy anterior a la que tradicionalmente se
contempla que se fija a finales del siglo XVIII, y no es así, puesto que según
hemos indagado, hayamos un documento en el registro fechado en 1.735, en el que
se realiza un presupuesto municipal para adquisición de “zapatillas para los danzantes” lo que confirma la anterioridad referida,
queriendo decir con ello de ser bastante anterior los orígenes atribuidos.
Junto con mi admiración por estas danzas, siempre ha andado pareja mi impotencia sobre una acertada labor de promoción de las mismas, pues triste resulta que cosas que carecen de importancia sean adornadas con un aurea de pseudodivinidad de interesante, cuando sus carencias superan a sus bondades, y no en el caso que nos compete: Los danzantes.
Luego si la suerte hubiera acompañado, del mismo modo que aparece un Ernest
Hemingway en el Café Iruña de Pamplona y solamente con su pluma convierte unos
encierros taurinos en la máxima atracción mundial de la capital del antiguo
reino de Navarra; podría haber hecho lo mismo aterrizando en Fuentelcésped
antes de su suicidio, y tomarse un vino en el bar de Pepe antes de echar con
algún paisano una partida al futbolín; seguro que estos les habrían invitado,
aparte de bajar a las bodegas, a conocer a nuestros danzantes, que hubiera
hablado de ellos tanto como hablo de la Guerra Civil y los encierros a Pamplona.
Y eso que encierros con más solera y antigüedad los tenemos próximos de nuestra
Villa en dos provincias vecinas, me estoy refiriendo a los segovianos de
Cuellar y a los vallisoletanos de Peñafiel, pero allí no estuvo Hemingway para
hablar de ellos, por eso mayoritariamente al igual que nuestros danzantes pese
a sus enormes meritos, pasarán sin pena ni gloria a la espera de que la
inteligencia humana, el conocimiento adecuado y el buen gusto de un paso a su
favor y ocupen el reconocimiento debido en su momento y en su lugar
correspondiente.
Por estas cosas, y viendo lo que hay en este planeta, no es de
extrañar que se busque en otro vida inteligente.
Pero nada mejor que para conocer a los danzantes, las fiestas… lo nuestro, irnos a una antigua crónica de nuestro paisano Luis Miguel de Blas, que aparte de entender de buenos vinos también es experto en nuestra tradición. El siguiente artículo, con seguridad para muchos, gozará de alguna imprecisión si no se tiene en cuenta que fue escrito hace muchísimos años, concretamente en 1.982, y aunque lo básico no ha variado, si han cambiado pequeños aspectos de ese protocolo original que Luis Miguel nos describe con cariño a su pueblo, a sus danzas y danzantes.
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Los danzantes de Fuentelcésped
Por
Luis Miguel de Blas
A
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partir de la segunda quincena del mes de Mayo
se empiezan a sentir en el pueblo de Fuentelcésped los preparativos de sus
fiestas. Se eligen los mayordomos de la Virgen de Nava, que serán los encargados
de atenderla hasta el próximo año. Invitan a las personas que han de ser «zarragón»,
danzantes y «angelitos», a participar en los distintos actos de la fiesta. El «zarragón»
ha de ser un joven que haya sido danzante durante varios años y que por razón
de edad o estatura no pueda seguir siéndolo. Tiene una doble función: por un
lado, la de enseñar el paloteo y la perfecta ejecución de las danzas a los
nuevos danzantes, y por otro, la de guiarles si se confunden el día de la
fiesta, cuidando además de que la gente se separe lo suficiente para no
molestar les, ayudándose para esta misión de una tralla simbólica. Los ocho
danzantes se eligen entre niños de edades comprendidas entre nueve y catorce
años, buscando más el acoplamiento de la estampa del niño y el traje que la
perfecta ejecución de las danzas. De entre los más veteranos se buscan a los
cuatro que mejor interpreten las danzas y bailen la jota, para ser “guías” del
resto de los compañeros colocándoles en las cuatro esquinas de la formación. En
el Ayuntamiento se sortea entre las cuadrillas quién ha de llevar los santos y
la carroza de la Virgen. Se preparan las típicas rosquillas «de cañada»,
rellenas con miel, piñones y chocolate, que adornarán el ramo que un devoto
dona a la Virgen para su posterior sorteo.
LA FIESTA
La víspera de San Antonio, hasta comienzos de
los años setenta era la fecha en que se celebraba la «traída». Hoy por
imposición de las necesidades laborales se celebra el sábado más próximo al
trece de junio. La «traída» que se viene realizando desde 1760 consiste en
trasportar a la Virgen desde su ermita situada a 2 Km. del pueblo hasta la
Iglesia parroquial donde permanecerá hasta la festividad de San Juan, fecha de
la «llevadas o devolución de la imagen a la ermita, que actualmente se celebra
dos semanas después de la “traída”. Tradicionalmente el día de la “traída” los
músicos esperaban en la plaza la llegada del “zarragón”, que les acompañaba a
buscar a los danzantes a sus casas, quienes tocando las castañuelas o “pitos”, al
son del pasacalles, iban hasta la casa del cura donde les esperaba éste y la
comitiva municipal. para ir en busca de la Virgen. Allí se colocaban los danzantes en
dos filas de a cuatro, con los «guías» en las esquinas y el «zarragón» en el
centro, «dando la cara» a los ediles municipales para, al son de la jota
segoviana, ir bailando hasta llegar a la ermita.
Otra
nota vistosa de la fiesta la constituye la figura de los «angelitos»; niños
menores de cuatro años con la misión de adornar la carroza de la Virgen
simulando, agarrados de cintas, tirar de ella. En la ermita los danzantes
bailan ante la imagen hasta que ésta llega a la puerta donde se interpreta la
primera danza, «La Marcha Real», de paloteo como el resto. Así comienza la
procesión, que tendrá cuatro paradas más para interpretar en cada una de ellas
una nueva danza. La siguiente en interpretarse será «Dios Te Salve María », con
la que se dará comienzo al rezo del Santo Rosario. Luego se danzará «Arriba
Quintana», después «La Palmira» y a la entrada de la iglesia parroquial «La
Secretaria». Posteriormente se coloca la imagen con su carroza delante del
altar mayor y se la despide con el cántico de la Salve en el que participa todo
el pueblo.
El día de San Antonio, se sacará la carroza
para la procesión y de nuevo los danzantes, volverán a interpretar las danzas
en el mismo orden. En la “llevada” además del ritual ya descrito para la fiesta
de la “traída”, se hace concurso de carrozas, finalizando la fiesta con una
merienda campestre en la pradera de la ermita, para que al caer la noche con el
cántico de la Salve y la despedida «Adiós Virgen María», se hagan votos por volver al próximo año.
Durante su estancia en la parroquia. Todos los días hay rosario cantado por las
calles del pueblo, sacando los estandartes y faroles de la Iglesia y ermita al
mismo tiempo. También todos los días despiden a su patrona con la Salve
cantada.
LOS DANZANTES
D. Manuel Rodríguez Rionegro relatando la
historia de la Virgen en el libro «Milagros de María Santísima de Nava» habla, refiriéndose
al año de 1760: dice que resolvieron junto con otros devotos el hacer una
carroza o carro triunfante para colocar en él a esta Señora, llevarla y traerla
en ella cuando se ofreciese... Y pudo colocarse la Soberana Imagen en ella,
llevándola a su Ermita y trayéndola para su fiesta principal a esta parroquia,
que se celebró con más de cuatro mil reales de coste de fuegos que vinieron de
Alcalá, con más novillos y danzas». Refiriéndose al año siguiente vuelve a
hablar de «gastos para fuegos, toros de muerte, sermones y danzas.» «...10 que
todo pagaron los comisarios de esta Señora...». Los Danzantes de Fuentelcésped
como tales, pueden tener su origen a finales del S. XVIII, principios del XIX.
El mismo párroco citado anteriormente, en el informe que envía en el año 1786 a
la Real Sociedad Económica de Amigos del País de la provincia de Segovia,
habla, refiriéndose al pueblo y sus tradiciones, de la Virgen de Nava, su
carroza, la devoción de los moradores, pero en ningún momento hace alusión a
los danzantes; hecho que por tan singular y pintoresco, sería obligado citar.
Tenemos conocimiento de la existencia de danzantes, en épocas muy anteriores,
en otros lugares de la provincia de Burgos, como puede ser el caso de
Villafranca de Montes de Oca, Barbadillo del Mercado, Juarros, etc... Justo del
Río, en su libro «Danzas Típicas Burgalesas», citando a D. Anselmo Silva, hace
una descripción de estos danzantes que ya en los siglos XVI y XVII iban
contratados a otros pueblos: «Todos los danzantes según la tradición, se presentaban
vestidos muy a la rústica... Usaban como prendas principales: las calzas, el
tonelete, el juboncillo y algún vistoso pañuelo o alguna caprichosa banda y se
ponían en la cabeza sus guirnaldas o coronas de laurel o de yedra, con mezcla
de varias florecillas silvestres ».
La
indumentaria de los danzantes ha llegado hasta nuestros días sin sufrir grandes
variaciones, conservando toda su riqueza, colorido y tipismo. Destaca en estos
trajes la viveza de colorido y los detalles utilizados en la ornamentación de
cada una de las prendas, consiguiendo una estampa pintoresca muy agradable y
llamativa. Llevan todos los danzantes zapatillas blancas y calzas caladas
también de color blanco. El calzón, corto, de tela adamascada, se sujeta en la
parte superior de la rodilla con un lazo de seda a juego con el «volante»,
rematado con fleco dorado. Las enaguas blancas, almidonadas y adornadas con
puntilla de encaje. El volante, faldilla exterior que cubre totalmente las
enaguas, llegando hasta la mitad del muslo, cambia de color según la fecha en
que se ha de vestir y los danzantes que han de utilizarlo. Para la <<traída>>
y «llevadas, los «guías» van de rojo y el resto de amarillo y para el día de
San Antonio visten los trajes nuevos, de color verde para los «guías» y rojo
para el resto. La razón de estos cambios no es otra que la de preservar los
trajes nuevos para el día de mayor lucimiento en el que los danzantes asistirán
a misa, danzando después, en la procesión por las calles del pueblo. Llevan por
adornos tres tiras horizontales, paralelas, de pasamanería dorada y, simulando
un delantal, una M mariana decorada con una rosa en cada uno de sus vértices,
todo ello de la misma pasamanería. La camisa blanca, cerrada en el cuello con
una pajarita del mismo color que el volante, está adornada con chorreras de
encaje, en las que lucen vistosos broches de pedrería que rememoran las
condecoraciones del guerrero. Los danzantes, lucen también una banda
transversal ceñida a la izquierda de la cintura y otras dos sujetas en los
hombros y con tres lorzas a la altura del pecho, rematadas todas ellas con
galón dorado. Los puños van adornados con encaje y sujetos con una cinta de
pasamanería. Resulta especialmente curioso la espaldilla, escarapela de la que
cuelgan cintas multicolores, que como su nombre indica, sujeta de los hombros,
cubre toda la espalda. Además de las cintas, componen la espaldilla unas rosas,
que sujetan las cintas, hechas todas ellas con tiras de seda.
Podría decirse que lo más llamativo del conjunto
del traje es el gorro: alto, forrado con tela roja y adornado con un galón
dorado, lleva encima un conjunto multicolor de flores de papel, hoy de tela,
colocadas con exquisito gusto. El «zarragón» viste más sobriamente, llevando
pantalón blanco largo, banda cruzada roja, chorrera y en vez de espaldilla una
M, hecha de bandas rojas.
LAS DANZAS
Las danzas de Fuentelcésped, son danzas de
paloteo, de rancio sabor castellano; derivadas de las danzas guerreras del
norte de España, de las que conservan varios elementos como el salto, cambios
de ritmo, choque brusco de palos. Tienen su peculiaridad en que son
interpretadas por niños, lo que las hace perder esa virilidad originaria, pero
las hace ganar en encanto, por la gracia de los movimientos. El ritmo de
ejecución es lento pero vivo. Al son de las dulzainas, los danzantes van formando
en distinta s posiciones, girando y entrecruzándose haciendo cuatro calles,
para finalizar cada danza con el palillo, ritmo muy acelerado en el que se repiten
los movimientos anteriores, chocando los palos cruzados. Hay dos formas de
entrechocar los palos: «palo sencillo» y «palo doble». El «sencillo» consiste
en «marcar un puntos o sea golpear con el palo de la mano derecha sobre el palo
que sostiene la mano izquierda. «Palo doble» es aquél que se ejecuta de la
misma manera pero dando dos golpes en lugar de uno. Las danzas que se bailan
actualmente son las cinco citadas
anteriormente:
«La Marcha Real»
«Dios te salve María».
«Arriba Quintana»
«La Palmira»
«La Secretaria».
Otras tres danzas han desaparecido; pero se
están tratando de recuperar:
«La Pavana»
«Los Francos».
«Niña Bonita».
Las denominadas «La Cruz o Baile de la
Virgen>> y «La jota», no se consideran danzas sino bailes, pero 'juntas
constituyen ((la danzada. y siempre entre danza y danza se baila la jota), Las
danzas se componen de las siguientes partes:
1° Lazo adentro
2° Lazo afuera
3° Cuatreo.
4° Calle arriba.
5° Calle abajo.
6° Media calle (para cambiar de posición).
No todas las danzas cumplen todos estos pasos,
eliminándose en algunos casos el cuatreo. Pero siempre empieza la danza
colocándose los danzantes en dos filas paralelas mirando a la Virgen.
A MODO DE EPILOGO
No
sería justo ni correcto, que por parte del cronista dejase el resto a la imaginación
siempre del amable lector; de vez en cuando creo que los escritores debemos
adquirir el compromiso de bucear un poco en el campo de la investigación
histórica, máxime cuando tengamos documentos u objetos diversos que nos lo
permitan, y casualmente Fuentelcésped lo tiene; a pesar de un antiquísimo
archivo parroquial, de un decanato anterior al Concilio de Trento, que por un
“misterio fermoso” a “alguien” se le ocurrió la gentil idea, de sacarlo del
ruinoso edificio conocido como Casaelcura,
cabe la Plaza de España, y en lugar de almacenarlo en la sacristía del templo
parroquial o en su defecto en la seguridad que ofrece en el Consistorio, la
sala del archivo municipal; lo han trasladado a la sede del Obispado burgalés,
con lo cual hogaño resulta asaz difícil - prácticamente una misión imposible -,
poder consultar dichos legajos para un trabajo de calidad, o simplemente
elaborar el árbol geanológico familiar por parte de cualquiera. Un archivo tan
completo, que se sepa que gracias al mismo, un vecino de esta Villa – El
profesor don Ángel García Sanz - obtuvo su tesis doctoral, cum laude, basada en solo una pequeña parte del contenido
histórico que dicho registro almacenaba.
![]() |
Año 1959 |
Pues
ahora, sin poder acceder a dicha consulta, toca resignarse, es lo que se dice,
y al parecer todavía hay quien disfruta negando el derecho a la información,
bien sea intencionada o fortuitamente constituye un precipicio insalvable para
una correcta difusión cultural histórica, o de investigación, de las crónicas
de la Villa.
No
obstante, gracias podemos dar al buen material que guarda nuestro archivo
municipal, donde gracias a lo allí contenido se pueden tener conceptos mucho
más claros y verídicos que los que se suelen transmitir de modo verbal, a pesar
de la supuesta buena intención del relatante.
En
lo que respecta al tema de esta monografía sobre danzas y danzantes, tan
estrechamente unidas a la traída de la ermita y llevada a la misma a la imagen
de Nuestra Sra. la Virgen de Nava, hay muchas matizaciones que varían
ampliamente de lo que fue antaño, en su origen y tras el mismo.
LA ROMERÍA (La "Traida" y la "Llevada")
Las
primeras noticias sobre la fecha de la “romería” de traída y llevada de la
Virgen de Nava - tal y como comentábamos al comenzar esta crónica, con el ruego
que se me permita la duplicidad de datos- corresponden a un periodo anterior,
inclusive, a la construcción de la carroza de la imagen (Año 1.760-61), puesto
que los danzantes, que está demostrada su existencia como mínimo con una
antigüedad anterior a finales del siglo XVII, puesto que años más tarde, en
1.735, figura en el registro del consistorio gastos para adquirir zapatillas para los danzantes. Siendo la
primera fecha donde se menciona su existencia, aún así seguimos suponiendo que
tanto las danzas como sus danzantes son de las más antiguas de paloteo tanto de
Burgos como anteriormente de Segovia cuando Fuentelcésped era villa eximida de
dicha provincia y salvo datos que nos confirmen lo contrario estaríamos, sin
exagerar, hablando de mediados o finales del siglo XV, en una época en que
Fuentelcésped como aldea, era un señorío de abadengo dependiente del monasterio
de La Vid, sin ir más lejos; a pesar de
eso tampoco hemos encontrado documentación que aporten datos suplementarios
sobre la presumible antigüedad de las danzas que comentamos. Lo que tampoco se
refleja con suma claridad, es si las danzas siempre estuvieron unidas, tal y
como creemos que debe de ser, a la festividad de la romería de la traída y
llevada de Ntra. Sra. la Virgen de Nava, o si por el contrario las danzas
fueron anteriores, como se supone, según otras fuentes, y posteriormente se
fusionarían dentro de este ambiente religioso-festivo, cristianizando unas
danzas paganas.
Por
lo tanto queda claro, que las danzas al ser bastante anteriores a la
construcción de la carroza de la Virgen de Nava, por lo que casi con seguridad
la imagen estaría portada por anderos durante todo su recorrido, en caso de ser
estas romerías de una antigüedad anterior como se supone, y eso sí acompañada por los danzantes hasta el
templo parroquial y viceversa, prácticamente como hogaño, salvo documentación
no encontrada que atestigüe lo contrario.
También
existen posibilidades, al parecer documentadas, de que las primitivas romerías procesionales
desde la ermita, fuesen en una festividad muy diferente, casi con seguridad en
una fecha indeterminada de septiembre, aunque no se sabe si por mucho tiempo, sí
que es sabido que posteriormente se cambiarían a la fecha actual. Se dice que
las causas obedecían a que el paso obligado de la comitiva procesional, fuera
de la Villa, transcurría entre viñedos y los romeros entraban a saqueo en las
viñas a comer racimos de los ricos frutos ya maduros, con el lógico destrozo y
merma de la cosecha para sus propietarios. Por tal motivo se eligió una fecha
próxima al solsticio de verano, periodo exento del peligro citado; y cabe la
suposición que al existir una imagen de San Antonio en la ermita, por afinidad,
el día de la traída quedaría fijado en la víspera de dicha efeméride,
cambiándose muy posteriormente por necesidades marcadas por la vida laboral al
viernes más próximo hasta la actualidad.
Aunque
existen muchas polémicas sobre la idoneidad de la fecha de la celebración, que
en ocasiones dichas opiniones contrapuestas han causado hasta cierta división
entre los vecinos e inclusive entre amigos y visitantes, aduciendo que la fecha
actual es poco propicia para una aceptable asistencia, sobre todo de
fuentelcespenses no residentes en la villa, u otras personas enamoradas de
estas ancestrales fiestas unidas tanto a los danzantes como a la devoción
debida a la Virgen de Nava.
El
problema (por llamarlo de algún modo) estriba, según ha podido contrastar este
cronista, escuchando diferentes opiniones de sus vecinos, es que celebrando las
fiestas en fecha actual, aproximadamente, en la segunda quincena del mes de
junio se crean problemas de asistencia al ser épocas de exámenes tanto para
escolares como universitarios, a diferencia de la alternativa de realizarlo 15
días más tarde y a primeros del mes de julio que aparte de ser un mes
vacacional, con temperaturas similares a las del periodo anterior, los días
gozan de ser un poco más largos y es posible siempre ampliar las actividades
festivas en dichos eventos con el añadido que el mes de julio ya goza de
periodo vacacional como ya se ha comentado. Por otra parte, otro nutrido grupo
de vecinos que no convenciéndoles tales argumentos, insisten vehementemente en
dejarlo como está. Siempre es bueno que
existan estas divergencias de opiniones, siempre que medie el respeto debido,
pues en una villa con poco más de dos centenares de habitantes…de algo se tiene
que hablar para pasar el rato.
A
pesar que hace algunos años las fiestas cambiaron la fecha al citado mes de
julio, pero al año después volvieron a celebrarse la quincena anterior, se
adujeron como causas la imposibilidad, al parecer minoritaria según fuentes
consultadas, de alguien al no poder asistir por “motivos de la cosecha del
cereal.” Tales cambios, retrasando las fechas habituales, se produjeron a
finales de la década de los noventa –del siglo XX, claro- , siendo alcalde de
la Villa don Enrique Pascual García y cura párroco de la localidad, igualmente en
aquella fecha, don Agustín Peña, que en una entrevista realizada muy
anteriormente, a un medio local exponía:
![]() |
Extracto de la revista "Lagarejo" en una entrevista a don Agustín Peña, antiguo presbitero de la Villa. |
Lo
que si urge corregir, como sugerencia y según he escuchado a más de un asistente, aunque de esto no existan discordancias notorias
al respecto, es la tardía hora tras el mediodía en que se realiza la procesión
el día posterior a la traída de la Virgen; en opinión de muchos demasiado tarde
por el calor reinante, cuando podría estudiarse la alternativa de finalizar a una
hora más temprana previa a las citadas 12 horas, una hora más racional y civilizada,
posiblemente hasta madrugando un poco, y que así propiciase un relajado momento posterior del tradicional
vermú y realizar la comida de un modo sosegado a la hora habitual, en lugar de
una hora próxima a la merienda, como alguien comentó.
Es un dato curioso, que Fuentelcésped tenga una merecida fama, inclusive extramuros, de realizar todas sus procesiones prácticamente “a la carrera”, un modo de procesionar bastante peculiar cuyo sello de origen parece patentado, sin someterlo en absoluto a ningún tipo de crítica; por la parte que nos incumbe; y en cuanto a la citada procesión del sábado con los danzantes, aquí cambia radicalmente la tónica, y su tiempo sobre el recorrido alcanza en comparación límites increíbles, y exagerando, podríamos casi compararla en duración con cualquier procesión sevillana. Posiblemente, y se supone que es deseo de todos, algún día se consiga subsanar, aunque de momento continuarán las disonancias, optando algunos muchos por asistir y otros pocos por no hacerlo, aunque en Fuentelcésped siempre las tradiciones, en este caso por fortuna, llevan la delantera en lo que se refiera a prioridades, así se escribe la historia.
RECAPITULANDO
Concretándonos
nuevamente en lo que en sí son las danzas de Fuentelcésped, tanto como otras de
paloteo de la provincia, se les supone de ligadas en origen al norte de España,
bien como danzas guerreras, o al ser ejecutadas por niños se puede entender
también como un paso a la pubertad del adolescente:
Estas danzas deben
emparentarse con ritos paganos, siendo en esta cuestión de la procedencia u
origen donde las teorías se enfrentan con mayor fuerza: la idea más
generalizada hace unos años era dar a estas danzas un carácter guerrero; su
origen sería la derivación de las danzas de espadas, de origen megalítico y
significado medicinal o curativo, según M. Schneider. Pero cada vez se impone
más la cuestión de atribuirlas cualidades propiciatorias y de fertilidad,
emparentándolas de este modo con ritos agrarios ancestrales. En este sentido
resulta acertada la idea de Josep Crivillé en la que recuerda cómo los palos o
pequeños bastones fueron los primeros instrumentos del hombre para realizar sus
tareas de agricultura en las sociedades preagrarias. Por otra parte es un hecho
indiscutible la creencia de considerar a la danza como elemento que favorece la
germinación de cosechas. Esto puede verse refrendado en muchos de los pasajes
de estos bailes, cuando los propios danzantes se inclinan hacia la tierra y
clavan el palo en ella recordando esta actividad agraria de la siembra por
medio de un bastón. Otra posibilidad que se baraja es la de contemplar los
paloteos como restos de antiguas danzas gremiales.
Igualmente los bailes de
paloteo son recuerdos de los ancestrales rituales de entrenamiento militar de los
pueblos libres medievales, requieren pericia, fuerza y arte y son peligrosos
pues producen heridas a menudo. Eso significa que la sociedad de la tradición
no tenía tendencia a “proteger” a los niños más allá de lo natural en la
primera infancia, confiaba en sus capacidades y en sus habilidades y no les relegaba a los espacios y las cosas
para niños.
Las
danzas de Fuentelcésped, como la mayoría de las danzas de paloteo, han sido
primordialmente ejecutadas por jóvenes del sexo masculino, como anteriormente
anticipábamos y así lo reconoce en algún documento la Diputación burgalesa. Inclusive
el antes citado, don Agustín Peña, que fue párroco de la Villa entre 1.985
hasta pocos años antes de su fallecimiento, manifestaba en la misma entrevista
según el texto que se adjunta como ilustración:
![]() |
Entrevista a don Agustín Peña- |
Actualmente
ante la falta de varones han sido suplidos algunos de los puestos de danzantes
por jovencitas que aparte de no desmerecer las tradicionales danzas, las
ejecutan primordialmente, e inclusive en alguna ocasión el puesto de zarragón
ha sido ejecutado por alguna dama de modo un tanto excepcional.
Tanto
gramaticalmente como oficialmente, decimos igualmente Zarragón pues a pesar de
no figurar en el diccionario de la RAE, el nombre resulta igual para el
masculino que para el femenino, y no "zarragona" como alguien
erróneamente dijo; que sería lo mismo que danzante, que se utiliza para
ambos géneros y no "danzanta". Máxime en estos tiempos que los
señores políticos, principalmente, dentro de su semántica recalcan hasta el
hastío una falsa matización sexista en cuanto a la diferenciación de nombres,
contraviniendo en un elevado porcentaje los cánones gramaticales de nuestra
lengua.
Sirvan
estas líneas, posiblemente farragosas, a modo de concordia para que de un modo
sosegado, desinteresado y en aras de soluciones se pueda llegar entre todos a
un acuerdo que aparte de garantizar la continuidad de las fiestas se logre
determinar una época que puedan asistir, sin egoísmos personales, el mayor
número de vecinos residentes y no residentes posibles, como amigos y visitantes
que en resumidas cuentas es lo que necesita el pueblo; como la potenciación de
las danzas y los danzantes, sin los cuales nuestras fiestas no tendrían razón
de ser, al menos en cuanto a su reconocimiento extramuros, más allá de lo
devocional.
Con
esta noble y centenaria tradición de las danzas y los danzantes, jamás nos
haremos una mediana idea para no tener que pensar ni por un momento, que no
sabemos lo que tenemos en cuanto a este patrimonio inmaterial, por lo que
muchos piensan que son más valorados por foráneos que por los propios
fuentelcespenses, en cuanto a lo artístico y folclórico se refiere, un bien
inmaterial que es nuestro, de todos y no un patrimonio inmaterial privativo de
unos pocos. ¿No es cierto?
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El
mes de junio toca al ocaso, ya es el sábado de la llevada; al filo de la
medianoche tras repicar las campanas de la ermita los romeros devotos entonan
cantando la Salve al unísono. Las fiestas tocaron fin por este año.
Fuentelcésped tiene mucho amor a las tradiciones y a su Virgen de Nava, los
paisanos tratan por todos los medios de evitar la desaparición de la fiesta, su
fiesta; que ni más ni menos se remonta a mil cuatrocientos y pico, como ya se
ha citado, cuando su iglesia parroquial aún era de un románico rural y Colón no
se había embarcado en la aventura americana. Pero ya en este preconizado final
de fiestas, los fuentelcespenses no pueden ocultar un cierto tono fatalista cuando
dicen eso de: «…ya veremos qué pasa el año que viene » … sin embargo esas
preocupaciones desaparecen al año siguiente, en las mismas fechas en las que todos los vecinos – tanto los que
viven en el pueblo, como los que se vieron obligados a emigrar – marchan a
media tarde del sábado, horas antes del ocaso, a acompañar a la Virgen de
regreso a su ermita, a su santuario. Y todos ellos, a pesar de las dificultades
y “alma en vilo” año tras año, no dejan de corear al Zarragón, cuando después
de cada danza grita “Viva la Virgen de Nava y todo su acompañamiento”.
Potuit decuit ergo fecit.
Potuit decuit ergo fecit.