La realidad desconocida de un Cronista Oficial
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ocos
meses llevaba dedicado a este benemérito y loable menester, hasta llegar al XLI
Congreso en Jaén, donde pude comprobar en primera persona, los valores que
transmiten los afiliados a la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales a
través de la misma, tanto en el ámbito individual como en conjunto; una muestra
que se erige en un compendio de valores humanos, que de un modo totalmente
desinteresado, y en absoluto carente de abnegación y entrega, se pone de
manifiesto a flor de piel a través de todos y cada uno de sus componentes.
Personas de variopinta formación académica con un amplio denominador común: La
superación de las metas de la cultura y el conocimiento.
Calle de la Fuente (Fuentelcésped) |
Aunque
es este poco tiempo que menciono, no llegué a darme cuenta de la ardua labor,
tan difícil de evaluar por propios (más aún por extraños), y destacar el
patente entusiasmo buceando en la memoria e historia de los pueblos y ciudades,
destacando siempre lo genuino, lo auténtico y analizarlo todo en su momento
para poder exponer y compartir.
Mi
colega Ángel del Río, Cronista Oficial de Madrid, Villa y Corte y Getafe, autodefine
a esta, nuestra, ocupación vocacional como: “…el escribano libre de los acontecimientos cotidianos, y en la medida
que deja constancia de ellos, están desempeñando la delicada tarea de ser el
historiador del fututo, porque sus
crónicas de hoy, serán referente histórico mañana, de ahí la importancia de
valor su figura, su trabajo, su dedicación, por lo que animo a las corporaciones
locales a que promuevan el nombramiento de más cronistas pare enriquecer en
dedicación que tan importante labor histórica y social presta…
El
cronista siempre aguarda a “pie firme” la llamada o requerimiento de su villa,
pueblo o ciudad que un día no muy lejano en el tiempo, nos colmó con la
dignidad de distinguirnos con su nombramiento de Cronista Oficial, que aunque
muchos no lo sepan es un cargo totalmente honorario, y por supuesto no remunerado
absolutamente…y diría más… a veces le resulta oneroso al cronista, tampoco como
para perder la hacienda o la hijuela, pero dependiendo de las economías personales
los gastos que se ocasionan se acusan de un modo más o menos “sonoro”. Y sobre
todo volver a dejar patente eso de que los Cronistas no cobramos nada, ni
estamos como tales en ninguna nómina de ningún municipio o localidad, a pesar
de resultar tan chocante como anacrónico, dados los tiempos que corren donde “nadie
danza a otro ritmo que no marque el dinero”.
Fuentelcésped, nevada en la plaza 10 Enero de 2009 |
Valorar
positivamente y a corto plazo la labor del cronista resulta asaz difícil y
complicado, hasta el punto que la mayor parte de los testimonios o crónicas,
solo han gozado del reconocimiento, como mínimo, bastantes lustros después de
haber sido escritas.
Del
mismo modo, difícil resulta llegar al convencimiento que supone para el pueblo
o ciudad que representa el cronista, del trabajo puramente dicho que lleva a
cabo día a día, momento a momento…en cuanto al valor positivo del mismo.
En
cronista se mueve en unos nobles fines de la información, de rebuscar en lo ya
hurgado, siempre a la búsqueda de la verdad, de una información que estuvo
semioculta y quiere revelar a los demás, en transmitir datos tanto conocidos
como inéditos de su villa, de su municipio; de algún modo contribuir a recuperar
historia escondida.
Lo
más triste de la realidad que aún no he revelado hasta el momento, es la falta
de interés de municipios que por motivos inexplicados carecen de la figura de
cronista.
La verdad que no le encuentro explicación, salvo sean los diferentes…De entrada en la Villa de Fuentelcésped, celebrando su presunto milenio de existencia, gracias a la modesta aportación de las crónicas de este servidor, tratando de crear futuro para la Villa, recuperando su pasado y sobre todo con el agradecimiento a la corporación municipal que tanto pone de su parte por requerir una grandeza olvidada.
Mientras escribo esta crónica sigue lloviendo
por la meseta castellana.
En
los días de lluvia pueden pasar dos cosas, depende del lugar y ocupación que
nos toca: te aburren o te animan.
¡Pensamiento
a lo Paulo Coelho!
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