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de los impuestos más antiguos del reino fue el referido Voto de Santiago, una
extraña artimaña o invención del obispo de Compostela, arduo de recabar los
maravedíes de castellanos y demás regiones de España a favor de la mitra
compostelana.
Este
impuesto se origina en la conocida, y a la vez tan inexistente como irreal,
Batalla de Clavijo y que a su vez tuvo su umbral en el conocido hasta entonces
“Tributo de las cien doncellas”; puesto que dicho tributo es un tópico
historiográfico que habría consistido en el reconocimiento por parte del Reino
de Asturias de la supremacía del Emirato de Córdoba; aunque la historia la
deformaron de algún modo.
Sería
en el año 783, cuando Mauregato toma el trono de Asturias con la ayuda de
Abderramán I, con quien se compromete al pago del tributo de las cien doncellas
por su colaboración. En 788, los condes Arias y Oveco se rebelaron contra el
rey Mauregato y lo mataron como venganza de haber otorgado a los moros tal
tributo. El rey Bermudo I, su sucesor, quiere acabar con el tributo,
sustituyéndolo por un pago en dinero. A Bermudo le sucede Alfonso II el Casto
(791–842), quien rechaza también el tributo en dinero, y entra en batalla con
los moros para evitar su pago, venciendo en la batalla de Lutos y matando al
capitán moro Mugait, con lo que consigue su propósito.
Pero
según mitos, nos ha llegado hasta la actualidad otra versión similar que
enmascara, o más bien mitifica, de algún modo la anterior:
En
el siglo VIII el rey Mauregato se comprometió a entregar a los árabes, como
tributo, cien doncellas cada año, la mitad nobles y mitad plebeyas. Éste
impuesto de seres humanos destinados a una esclavitud con el moro causa,
lógicamente una gran consternación entre
los cristianos. Sería el rey Ramiro I, sucesor de Alfonso el Casto, quien
decidiría finalizar con tan humillante impuesto y comunicándolo al rey moro
Abderramán. Él caudillo árabe dispuso un ejército de unos doscientos mil
hombres y los envió al reino cristiano con la intención de sofocar dicha
rebeldía. El rey Ramiro convoca con urgencia en León a todos los nobles,
obispos, arzobispos, abades y demás notables del reino, como a todos los
villanos, para presentarle batalla en defensa de lo que en conciencia tenían
como derecho. Se entabló una confrontación bélica entra ambos bandos en Albelda de Iregua, La Rioja actual, acabando
con la derrota de los cristianos, en inferioridad numérica. Sería aquella misma
noche cuando se aparece el apóstol Santiago al rey Ramiro vaticinándole que al
día siguiente lucharía junto a sus huestes en el campo de batalla. Sería en la localidad riojana de Clavijo, muy
cerca del lugar donde la jornada anterior los cristianos habían sido
derrotados, se le vio surgir resplandeciente, montado en un caballo blanco, con
una espada flamígera en la diestra y
capitaneando las tropas cristianas, arremetió contra el enemigo al grito de
“Santiago y Cierra España”. Tras una lucha fiera hicieron retroceder al
ejercito moro al otro margen de Ebro,
sirviendo esta gesta celebrada, según la mitología convertida en leyenda,
en el Campo de la Matanza (Cerca de Clavijo) para cerrar definitivamente el
nefasto tributo que todavía grupos de doncellas celebran en muchas localidades,
principalmente riojanas.
Pero
de algún modo el obispo de Compostela, que de algún modo antes se había ganado
los favores de los Freires de Cáceres convirtiéndoles en la orden de caballería
de Santiago, instaura otro impuesto, pero este en metálico y especies, que de
algún modo agobia económicamente a la mayoría de “contribuyentes”. Un impuesto del que artesanos, eclesiásticos
e hidalgos estaban exentos.
Sin embargo, ya entonces
los eruditos historiadores descubrieron que el origen del Voto era una
falsificación del siglo XII con la que se había sacralizado –blindado, diríamos
hoy- una renta anterior. La manipulación de documentos históricos era una
habilidad de la Iglesia, como es patente con las Donaciones de Constantino,
falsificación origen del poder temporal de los papas en Roma.(Luis
Reyes,16/10/2012 revista Tiempo)
El
Voto como renta eclesiástica tuvo una importancia capital para el sostenimiento
de las instituciones que la percibían: al arzobispo y al cabildo compostelano, sus destinatarios naturales, les
correspondían los votos de Galicia, Castilla- León y tierras al sur del Tajo,
con la salvedad del antiguo
reino de Granada en donde el arzobispo fue excluido de la donación de los Reyes
católicos de 1492 que instauraba la renta en ese territorio. Aunque hogaño,
quedan “flecos” y pechas de dicho impuesto pululando por la geografía, serían
los, entonces segovianos, quienes muchos años después plantaron cara al obispo
por abuso de poder.
En 1678, el Arzobispo de
Santiago, con el Deán y Cabildo, habían intentado cobrar el Voto de Santiago,
presentando una demanda en la Real Chancillería de Valladolid el 6 de junio. A
pesar de la oposición de Iscar, Fuentidueña, Montejo, Maderuelo, Fresno de
Cantespino y sus tierras, además de las villas de Fuentelcésped, Traspinedo, Castrillo de Duero,
Pardilla, Riaza y Sepúlveda. El 12 de
mayo de 1687 el juez falló: “atento los autos y meritos del provecho de este
pleito y causa que sin embargo de todo lo dicho por parte de las dichas villas
de Maderuelo y Fresno de Casntespino y demás villas y lugares contenidos en la
cabeza de esta sentencia, debo condenar y condeno a todos los vecinos y
moradores de ambos estados, asi caballeros, hijosdalgos, libertados y
privilegiados labradores y cosecheros de grano y vino que al presente son y
fueran de aquí adelante de las dichas villas y lugares a que cada uno pague a
los dichos Arzobispo, Dean y Cabildo de Santiago y a sus administradores que al
presente son y adelante fueren para siempre jamas media fanega” (…).
El 27 de agosto de 1687
se celebró una reunión en el ayuntamiento. Los procuradores se oponían al pago
del Voto de Santiago en Galicia de: “media fanega del mejor pan de cada yugo de
bueyes bestias y azémilas y una cántara de vino de cada un año (…[porque]…),
esta Villa y Tierra está libre y essenta por costumbre ynmemorial y egecutoria
ganada en contradictorio Juyçio contra dicha Yglesia de Santiago”.
A pesar de las
apelaciones, la nueva sentencia del 22 de noviembre de 1695 confirmó la de
1687, con la excepción de la exención de Sepúlveda y su Tierra. Mejor fortuna
tuvieron Maderuelo y su Tierra y Fresno y su Tierra en 1696, eximiéndolas la
Real Chancillería de Valladolid del Voto
de Santiago “por hallarse en los límites avanzados del Reino de Castilla, con
sus cartas pueblas y foreras de los primeros Condes y Reyes".
Fuentes: Ronald Cueto Ruiz, Santa María del Castillo. Segovia, 1980.
En
resumen, salvo Maderuelo y Fresno de Cantespino, el resto incluido Fuentelcésped su petición
fue totalmente desestimada. Serían los liberales reunidos en las Cortes de
Cádiz quienes decretaron hace poco más de 200 años la abolición del Voto de
Santiago, y de paso nombraron patrona de España a Santa Teresa. Por poco tiempo, pues la vuelta a España
del Deseado, el nefasto Fernando VII, supuso la reimplantación del absolutismo
y con él la vuelta del privilegio jacobeo... igualmente de forma pasajera, pues
la revolución liberal de 1821 lo suprimió de nuevo
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